Perspectivas inciertas, en mundo sin certezas

Sin dudas que el explosivo incremento del promedio de la inflación mundial, con guarismos de hasta dos dígitos en países desarrollados que hasta hace poco no pasaban de un 4 por ciento anual, no solo ha significado un fuerte impacto socioeconómico global, al punto que en Estados Unidos la inflación supera a la de Uruguay, con más del 9 por ciento, sino que a la vez se manifiesta un fenómeno de arrastre que involucra todos los planos, pese a la recuperación parcial de sectores como el turismo y otros más fuertemente castigados durante la pandemia de la COVID-19.
A esta altura de la situación, con el ingrediente distorsionante de la invasión rusa a Ucrania para la estabilidad global, el común denominador es la incertidumbre, que pasa además por un mayor riesgo y pérdida de certezas que antes podían considerarse intocables, por su enorme espalda financiera e influencia en los mercados.
La inflación global, además, no es inocua ni gratis, porque no hay país alguno que haya podido acompasar este incremento de precios, sobre todo de commodities, de la energía, de la logística, los alimentos, con un consecuente aumento de ingresos de los sectores más vulnerables, y ello, entre otros aspectos, se traduce en que los gobiernos que han tenido que afrontar elecciones en este período de incertidumbre, por regla general han sido desalojados del poder por la oposición, ante el descontento popular por esta situación, por más que razonablemente no se les pueda responsabilizar por la marea que les vino de afuera.
Este escenario de incertidumbre deriva por lo tanto de un panorama global que presenta más interrogantes que respuestas posibles, desde que quien más quien menos, sufre el impacto de un aumento sensible de costos, a partir de los reajustes al alza de los precios de la energía, y el arrastre que ello implica para los demás componentes de la economía.
El efecto “dominó” da la vuelta al mundo, y el reacomodamiento que pueda hacerse, en cuanto a los plazos de reversión, depende de cuánto se extienda la guerra en Ucrania, entre otros factores, y a la especial susceptibilidad de los mercados, que en cuanto perciben el riesgo reaccionan con un aumento en los precios para cubrirse.
Una visión de lo que ocurre, aunque sea parcial, surge de las declaraciones vertidas recientemente a EL TELEGRAFO por el presidente de la Sociedad de Productores Forestales, Nelson Ledesma, al exponer un panorama del sector en nuestro país y sobre el que dijo que las perspectivas para lo que resta del año son “básicamente de gran incertidumbre”, dentro de un escenario que ha sido igualmente positivo si se tiene en cuenta que en lo que va del año se ha mantenido el nivel de las exportaciones de celulosa y a la vez han mejorado relativamente los precios.
“La celulosa venía de años bastante complejos, en el 2019 por razones de mercado, y en el 2020 por lo que fue la pandemia”, con un menor consumo de papel por la caída de la actividad mundial, con una recuperación a partir de mediados de 2021 y lo que va de 2022, indicó.
Asimismo, en otros rubros, como la exportación de rolos, chips, madera aserrada y contrachapados, el volumen semestral de este año se mantiene estable respecto al mismo período del año anterior, con una leve caída en volumen pero con la contrapartida de un mejor precio.
Sin embargo, un semestre positivo para el sector también tiene como contraparte mayores costos, “como el incremento sucesivo de los combustibles”, así como la afectación que tiene sobre las exportaciones el tipo de cambio, que bajó de 43 a 39 pesos por dólar.
Quiere decir que a la hora de pasar de pesos a dólares, hubo un retroceso significativo, y ello hace que ante los mercados mundiales la rentabilidad no haya sido la misma, con pérdida de competitividad, aspecto este que naturalmente no solo afecta a la madera, sino a prácticamente todos los sectores de exportación, por cuanto se encuentran con una inflación muy alta en dólares, agregada a la interna.
Por añadidura, como ocurre con todas las producciones de bajo valor relativo respecto a los volúmenes, el costo del flete incide fuertemente a la hora de competir en los mercados de destino y evaluar la rentabilidad, escenario este que el presidente de la gremial de productores forestales de nuestro país, analiza como “altos costos logísticos, básicamente del flete internacional”, al punto que respecto al año 2019 los costos de transporte de un contenedor se han multiplicado por tres o por cuatro, mientras que en el caso del transporte a granel se ha duplicado o triplicado.
Pero a la vez hay otros factores que generan una cuota de incertidumbre adicional, aún si se tiene en cuenta que lentamente han comenzado a bajar los fletes marítimos, y ello tiene que ver con las condiciones de la demanda mundial, habida cuenta de las consecuencias globales de la pandemia y la guerra en Ucrania fundamentalmente, y ello refiere a que los países desarrollados han bajado sus previsiones de crecimiento.
Sobre ello destacó Ledesma que “la incertidumbre que genera la gran inflación en Estados Unidos, pocas veces vista, en Europa también, en América en algunos países como Chile”, a lo que se suman las políticas monetarias y de tasas de interés que los países suelen adoptar para de alguna manera corregir esos procesos inflacionarios, ya están dando algunas señales de baja en las previsiones de crecimiento de países desarrollados y subdesarrollados y seguramente eso tenga un impacto en la demanda”.
Es decir que “obviamente, si baja la demanda seguramente tengamos alguna afectación en lo que podamos exportar”, apuntó, a la vez de considerar que se debe estar atento a como esta eventual caída en la demanda puede repercutir en el tema precios de la celulosa y la madera.
Esta evaluación naturalmente se proyecta a todos los rubros de exportación, porque en la economía globalizada todo tiene que ver con todo, y si los países de grandes economías, con su espalda financiera y sus recursos, están siendo desbordados por la realidad, –¿quién podía imaginar, antes de la pandemia, que Estados Unidos pudiera tener más inflación que Uruguay?– es preocupante lo que puede esperarse respecto a los particularmente vulnerables y que dependen de la apertura al mundo para sobrevivir, como Uruguay y otros países subdesarrollados.
Se trata al fin de cuentas de previsiones y perspectivas a partir de la realidad actual, pero que sirven para evaluar dónde estamos parados, y asumir que en un mundo donde ya no hay certezas, lo importante siempre es hacer a tiempo los deberes hacia lo interno, desarrollando por ejemplo políticas anticíclicas para tener espalda con que afrontar avatares que siempre están a la vuelta de la esquina, como la primera lección para aprender.