La experiencia de formar organistas en Paysandú

Matías Sagreras, el docente que estuvo a cargo de la primera etapa del ciclo.

En agosto, la Comisión del Órgano Histórico de la Basílica Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo anunció el inicio de un ciclo que acercara a los músicos locales al órgano Gamba y Comoglio del templo. El objetivo era formar organistas a nivel local, generando “amor al órgano, al patrimonio local y nacional y a la música organística”, y motivando la sensibilización por el instrumento y por los bienes culturales y patrimoniales, según se expresaba entonces. Algunos meses después, ha llegado a buen término la primera etapa del proyecto, que tuvo como docente a Matías Sagreras, uno de los máximos organistas argentinos. Tras haber tocado en Paysandú en numerosas oportunidades, y luego como docente, Sagreras ha creado un fuerte vínculo con Paysandú. Pocos días antes de irse a vivir al País Vasco, donde se desempeñará como maestro de capilla y profesor de órgano, Sagreras habló de la experiencia de formar nuevos organistas.

Descubrir el instrumento

Recuerda el músico que en junio, luego de un concierto en Paysandú, en una conversación con el cónsul argentino, le planteó la necesidad de acercar a las nuevas generaciones al órgano. “Apuntamos a eso, a motivar a la juventud para que se acerque al instrumento. Y no solo como espectadores, como oyentes, sino también, en el caso de quienes tienen cualidades musicales, acercándose al conocimiento para tocar el instrumento”. A las clases asistieron 10 alumnos, desde algunos que tocan el piano “hasta otros que tienen cualidades, pero jamás habían hecho absolutamente nada en términos musicales. Algunos un poco más itinerantes, otros más estables, más fijos. Y fueron explorando, para descubrir el instrumento, el órgano. Tenemos unas cuatro alumnas que realmente prometen mucho, a quienes la Comisión, y yo mismo, estamos apostando para que sean parte del equipo del Órgano de la Basílica”.

Menciona a Selene Méndez, de Quebracho, “una gran alumna”; “la más jovencita, que tiene 10 años, toca también el violoncelo, y realmente tiene muchísimas dotes musicales”; Patricia Techeira, Kiara Russi, y Gianina Buono, “que es profesora de piano, tiene ya una trayectoria y una carrera musical, y se ha animado a conectarse con el órgano”. También son parte de la experiencia Laura Sarlo y Gloria Vivián –reconocidas pianistas con formación organística, que integran la Comisión–, Diego Insúa, reconocido músico, y David y Fiorina González.

Balance positivo

En las clases se abordan las técnicas para tocar un órgano de tubos, “que no es lo mismo que tocar un piano, o un teclado eléctrico. Hay que conocer sus generalidades, para entender que las particularidades de este órgano tienen cuestiones de base, cuestiones generales, y cuestiones puntuales de un órgano alemán de principios del siglo XX. Esto es para que el día de mañana, si fuesen a otro órgano, puedan entender sobre todo como es el lenguaje de la registración, que es la cualidad de encontrar qué sonidos utilizar, qué hileras de tubos hacer sonar, para aprovechar los diferentes colores del instrumento”.

Sagreras considera que el balance de la experiencia “es extremadamente positivo. Yo realmente agradezco que me hayan permitido el puntapié a esto, que continuará con otra persona, con otro profesor. Ojalá pueda alguien de aquí de Uruguay. Si no, sabemos que al lado, en Argentina, hay gente muy capacitada”. Finalmente, señaló dos cosas que considera fundamentales para el futuro del órgano de la Basílica: “Una comisión sólida, que constantemente se renueve en rango etario, para velar por la salud del instrumento, para llamar a los técnicos que haga que el instrumento se mantenga. Por otro lado, esta nueva pata que es la formación de músicos, de organistas, que también preserva el futuro del instrumento. Esas cosas serán las que realmente hagan que este órgano centenario pueda tener muchos años más de vida”.