Pueblo turístico 2024

En Uruguay el Turismo está reconocido como un derecho humano. Así está dispuesto en la Ley N° 19.253, de Regulación de la actividad turística. En el primer artículo esta norma se declara que “el turismo es una actividad de interés nacional” y que esto se debe a que constituye “Un trascendente factor de desarrollo cultural, económico y social, tanto para las naciones como colectivos cuanto para los individuos en particular”, también a que es “Una manifestación del derecho humano al esparcimiento, al conocimiento y a la cultura”, “Una decidida contribución al entendimiento mutuo entre individuos y naciones”; pero sobre todo, en el literal “D” de la norma, lo define como “El ámbito más adecuado para demostrar que el equilibrio entre desarrollo de actividad económica y la protección del medio ambiente es posible con el compromiso de la sociedad toda y la firme convicción en tal sentido del Estado”. Profundiza más adelante con un enunciado que refiere a la Sostenibilidad, en el que establece que “El desarrollo de la actividad turística solo puede lograrse en la medida en que se reconozca el necesario equilibrio entre el rendimiento de la actividad económica y el respeto, cuidado y conservación del medio ambiente, de los recursos naturales y aspectos culturales”.

Esto, que el Uruguay incorporó a su ordenamiento jurídico en el año 2014, no hace más que acompañar las tendencias mundiales. Un ejemplo de ello es la creación por parte de la Organización Mundial del Turismo (OMT), del reconocimiento “Best Tourism Villages”, en español “Mejores pueblos turísticos”. Este año la OMT eligió 32 destinos en 18 países de todas las regiones del mundo para incorporarse a la lista de pueblos que reciben este galardón, que “reconoce a los destinos rurales que hacen del turismo un motor de desarrollo y nuevas oportunidades de empleo e ingresos, a la vez que preservan y promueven los valores y los productos de la comunidad”. La iniciativa también reconoce el “compromiso con la innovación y la sostenibilidad en todas sus vertientes (económica, social y ambiental)”.

Este programa aspira “a garantizar que el turismo contribuya a reducir las desigualdades regionales en cuanto a ingresos y desarrollo, luchar contra la despoblación (en el medio rural), avanzar en la igualdad de género y en el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, impulsar la innovación y la digitalización, mejorar la conectividad, la infraestructura y el acceso a financiación e inversiones, innovar en el desarrollo de productos y en la integración de la cadena de valor, promover prácticas sostenibles para un uso más eficiente de los recursos y una reducción de las emisiones y los residuos, y mejorar la educación y las competencias”. También promueve “la gobernanza a múltiples niveles y la participación activa y el empoderamiento de las comunidades”.
Lo interesante de ver, para un país que se quiere mostrar en la esfera internacional como un destino natural, es el listado de criterios que se toman en cuenta para hacer la selección, y este incluye Recursos culturales y naturales, Promoción y conservación de los recursos culturales, Sostenibilidad económica, Sostenibilidad social, Sostenibilidad ambiental, Desarrollo turístico e integración de la cadena de valor, Gobernanza y priorización del turismo, Infraestructura y conectividad y Salud y seguridad.

A riesgo de parecer insistentes en llorar sobre la leche derramada, no podemos dejar de ver cómo todos estos criterios se alineaban en el ya desaparecido Corredor de los Pájaros, al que la historia guardará el sitial del más ambicioso proyecto supradepartamental en materia turística, abatido por la mezquindad político-electorera y el amiguismo. Hoy todos los territorios, pueblos, villas y ciudades que lo conformaban han vuelto al primitivo estadio de “remarla solos”, o bajo la bandera de un “Destino termas” que no avanza ni retrocede, que no tiene una mínima presencia en la agenda.

Uruguay, como cada uno de los países miembros de la OMT, había candidateado a tres pueblos: San Javier, en Río Negro, Conchillas, en Colonia y Aiguá, en Maldonado. Este año, en cambio, no se difundió cuáles fueron los elegidos para representar al país. Por si le interesa visitarlos, de la región entre los elegidos estuvieron: Puqueldón en Chile; Choachí en Colombia, Aguarico y Angochagua en Ecuador, y Lamas y Raqchi en Perú. Además de los 32 que se eligieron, se nominan otros 20 pueblos que entran en un programa de mejora y los 52 pueblos se incorporan a una Red Mundial que ya aglutina a 115 pueblos en los cinco continentes. Formar parte de ella –destaca la OMT– “proporciona diversos beneficios, entre ellos formación presencial y online, intercambio de buenas prácticas y el reconocimiento y la visibilidad de una marca internacional”.

Debería ser uno de los propósitos país para este año que se acerca trabajar para que haya al menos un pueblo uruguayo en esta lista en 2024. Nos va en ello mucho más que en el reciente mundial de Catar.