Apenas empezando en el tema de la educación

Recientemente se anunció el cese de las actividades de la asociación civil Eduy 21, creada a partir de la iniciativa de un grupo de académicos vinculados a la educación, en el entendido de que era preciso promover ideas y bases para dar insumo a una reforma integral de la educación en nuestro país.
Lamentablemente, el generar insumos para la educación, tras ponerse de acuerdo para transformar el eje de la educación estatal en un país en el que las innovaciones se pueden contar con los dedos de una mano y a la vez se tropieza con la rémora de gremios que siguen aferrados a sus propios intereses y visiones muchas veces ideologizadas, no es una empresa fácil, y mucho menos aún en un sistema político preso de contradicciones y permeable a las presiones de toda índole.
El punto es que como había propuesto en campaña electoral, el gobierno de Luis Lacalle Pou ha incorporado una serie de medidas que apuntan a una reforma de la educación, con algunos elementos de la propuesta de Eduy 21, pero sin llegar a la profundidad que pretendía el instituto, que entienden que se ha quedado corto con las innovaciones y que el ciclo de sus responsabilidades autoimpuestas ha concluido, lamentablemente con gran parte de los objetivos sin hacerse realidad.
Renato Opertti, sociólogo egresado de la UdelaR y master en investigación educativa, decano de la Escuela de Postgrados de la Universidad Católica, y además, fundador e integrante del comité académico de Eduy21, expresó recientemente al sitio web Montevideo Portal que el grupo nació en 2017, “con un libro lleno de propuestas presentado en el Palacio Legislativo en 2018, con protagonismo en las elecciones de 2019 en tanto interpeló a cada partido de cara a las elecciones”.
Los académicos reflexionaron en un comunicado de despedida algunos de los motivos para esta decisión, y en esta nota cuestionaron los alcances de la transformación educativa implementada por el actual gobierno por falta de presupuesto y falta de acuerdos interpartidarios, aunque sin embargo es una reforma liderada y llevada adelante por muchos exintegrantes de Eduy21.
Opertti, al reflexionar sobre esta reforma, consideró al portal que si bien la transformación educativa en marcha toma muchas ideas provenientes de Eduy21 apuntando a formar a los alumnos para el mundo del trabajo, en los hechos han quedado muchas cosas sin concretar. Dijo que el colectivo nunca pretendió cargos en el gobierno, y que a los partidos políticos –insertos en un sistema de partidos– les cuesta darle lugar a instituciones de la sociedad civil en la construcción de políticas públicas.
Lo que es muy cierto, primero porque hay responsabilidades distintas, en tanto si bien es imprescindible nutrirse de inquietudes, necesidades y propuestas de los actores de la sociedad, el pasaje a las acciones de gobierno para llevarlas a cabo requiere de un necesario proceso interno dentro del gobierno pero también con sectores que tienen determinados intereses propios, y no precisamente en consonancia con el interés general ni con las necesidades del país, como es el caso de los gremios de la enseñanza, que encima de intentar llevar agua hacia su molino, como en el plano salarial y condiciones de trabajo en el orden de las prioridades, tienen además una visión ideológica con la que tiñen sus acciones.
Y si no que lo diga el expresidente José Mujica, cuando intentando incorporar apenas algunas medidas en la educación que molestaban a los sindicatos, desistió de hacerlo “porque no me la llevan”; y antes, el también presidente por la coalición de izquierdas, Tabaré Vázquez, tras anunciar que iba por el cambio de ADN en la educación, dejó todo por el camino ante la oposición frontal de los sindicatos y la consecuente trabazón dentro de su partido gobernante, con fuertes vinculaciones en la dirigencia sindical.
Para Opertti, la que está en curso es “una reforma muy autorreferenciada en ANEP, y con poca capacidad de diálogo hacia afuera. No encontramos una visión de involucramiento de la sociedad en la construcción de una transformación que requiere del basamento de la sociedad”.
Consideró además que en Eduy21 en el consenso entre diversos actores se logró una propuesta integral de cambios “que está escrita, es el Libro abierto, que esboza una cantidad de propuestas que van desde los contenidos educativos a los aspectos más institucionales, de gobernanza de la educación, de gestión de los centros de formación docente, cubre todo el sistema educativo en su conjunto”, y subrayó que en base a ese Libro abierto y a la fortaleza que implicaba una constitución diversa de Eduy21, se logró contribuir a posicionar el tema educativo en la agenda política electoral.
Reconoció que “el gobierno actual en su transformación educativa recoge algunas de las propuestas que hizo Eduy21. Lo que nos lleva al fin de ciclo es que no encontramos el eco suficiente hoy día en el sistema político para que impulsen un cambio que sea en base a un acuerdo. Para nosotros, la transformación que impulsa la ANEP no es sostenible sin un acuerdo político interpartidario de larga base”.
Claro, acá se tropieza con la oposición de de los mismos que hicieron que Mujica dijera el “no me la llevan” y que trabaron todo lo que llevara a un cambio en el ADN de la educación.
A juicio de Opertti, “no encontramos una visión de involucramiento activo de la sociedad en la construcción de una transformación que requiere del basamento de la sociedad, que requiere que la sociedad se comprometa, se enamore de la misma. Y ahí encontramos que en esa gestión del cambio nos parece que la polarización entre gobierno y sindicato no ayuda. Están faltando cuerpos intermedios de la sociedad civil”.
“Y ahí creo que el gobierno no vio la necesidad de involucrar actores como Eduy21 en la construcción de ese cambio. Eduy21 podía ser un puente, un lazo, una manera de buscar coincidencias en aspectos fundamentales, tratando de evitar esa polarización.
Al no estar instituciones como Eduy21 y al no tener las instituciones docentes no gremiales con fuerza suficiente (o porque están cooptadas por el sindicato) se termina en una polarización gobierno-sindicato, que es el peor de los escenarios”.
Argumentos en los que no le falta razón, solo que aspectos como pedir el involucramiento, instituciones no cooptadas por los sindicatos, acuerdos interpartidarios con un partido que alberga y alimenta en su seno a esos propios sindicatos y grupos polarizados y radicales, es, por decir lo menos, algo ingenuo y alejado de la realidad del país.