Escribe: Ernesto Kreimerman: La globalización se ha vuelto inmaterial (y iii)

La globalización no está en retroceso, sino que está frente a un cambio en calidad, es menos física, más digital, más inmaterial. Esta fue la conclusión de nuestra columna anterior, titulada La globalización se ha vuelto inmaterial. Y agregábamos, en el párrafo final, que es éste el impulso de la mayor participación en la cadena global de valor. Con esas constataciones, nos cuestionábamos si no habría llegado ya la hora de replantear hacia cuál globalización queremos ir dadas las características de nuestra industria de las tecnologías de la información, especialmente, de los servicios de mayor sofisticación. Por ello, concluíamos, la apuesta debe ser, fundamentalmentea la sofisticación, para aportar valor inmaterial a las cadenas globales de valor.
La información sistematizada es un despertador que nos dice que hay cambios significativos, que la globalización ha cambiado. Y esos cambios adelantan que el futuro de la globalización no son los bienes sino los servicios, especialmente, los servicios intermedios. Para no pocos estudiosos, la tecnología digital abrió la puerta al comercio de servicios intermedios, y los países de altos ingresos tienen mínimas barreras (o ninguna) para este tipo de exportaciones.
Antes de profundizar en esta línea de análisis, hay que detenerse un momento al hablar del futuro de la globalización. Ya lo hemos argumentado insistentemente que estamos frente a un momento de quiebre en el desarrollo de este fenómeno. Sí, la globalización está cambiando, está dando un giro significativo, y comprenderlo es necesario para la formulación de nuevas políticas internacionales.
Creo que es correcto afirmar que este nuevo presente y el futuro inmediato y de mediano plazo de la globalización ya no serán los bienes, que han alcanzado un grado de desarrollo muy cercano a su techo, sino los servicios, y específicamente, los servicios intermedios.
Hay por lo menos cuatro razones para ello. La primera, muchas de las barreras de servicio actuales son, en sentido estricto, tecnológicas y no fiscales o regulatorias. Las regulaciones nacionales suelen referir a los servicios finales, pero casi nunca a los servicios intermedios.
La segunda, se sustenta en el hecho de que la tecnología digital está esfumando las barreras tecnológicas al comercio de servicios intermedios. Dicho más simple: que las barreras al comercio de servicios están cayendo aceleradamentemás rápido que las barreras al comercio de mercancías. Esa doble velocidad resulta fácilmente verificable.
La tercera, es que hay en los países de menor desarrollo relativo “ejércitos” de trabajadores preparados, con formación, para realizar servicios intermedios a escala local, que reorientados, pueden convertirse en exportadores. O sea, no existe el factor limitante en la fuerza laboral donde ya muchos, de hecho, están produciendo, parcial o totalmente, tareas de servicios intermedios.
Cuarta línea de verificación: es muy importante advertir que la demanda no es un factor limitante. Muy por el contrario, hoy las empresas de los países más desarrollados gastan mucho en servicios intermedios, y cada vez más, son realizados por trabajadores extranjeros.
Hay una constatación empírica: a partir de la pandemia y la verificación de tareas a distancia, muchas de las que se comenzaron a realizar en forma remota, hoy se han incorporado. Es más, y así está pasando en nuestro país, donde sectores importantes del sector servicios sintieron el reclamo de sus trabajadores para mantener el modo home office.

Los intermedios

En Estados Unidos, hay una realidad: que los servicios son tres veces más importantes como insumos intermedios en la producción nacional que las manufacturas. Hay numerosos análisis que concluyen que un papel clave del comercio de bienes intermedios es ampliamente reconocido en todo el debate sobre la cadena de valor mundial. Sin embargo, lo que es poco conocido es que los servicios intermedios son mucho más importantes en las principales economías. Por ejemplo, en el caso de la economía francesa, a nivel de toda la economía los insumos de servicios intermedios representan el 30 por ciento de la producción bruta total, en tanto que los productos intermedios manufacturados significan apenas el 11 por ciento. Téngase presente que la “producción bruta” es el PBI más el uso de todos los productos intermedios consumidos en la producción del valor agregado final.

Bienes vs. servicios

De la verificación de la información, resulta bastante claro que el comercio de bienes ha desacelerado su crecimiento. Pero en el caso del comercio de servicios, ello no ha sido así. En efecto, el comercio de bienes es obviamente mayor pero los servicios ya significan alrededor de una cuarta parte de los ingresos de exportación a nivel mundial. Por extensión, bien puede señalarse que ello se traduce en empleos de exportación, dado que la producción de servicios es más intensiva en mano de obra que la producción de bienes.
La brecha entre el crecimiento de los servicios y la expansión de los bienes se funda en el hecho de que la tecnología digital despertó a un gigante adormecido, al comercio de servicios intermedios. En el caso de los países de altos ingresos tienen pocas o ninguna barrera para este tipo de exportaciones. Tal el caso de India, donde el alza de exportación de servicios se desarrolla con una característica que lo hace muy especial, casi sin firmar un solo acuerdo comercial.
El concepto inicial de teletrabajo o trabajo a distancia, que comenzó a extenderse en los primeros años de este Siglo XXI, con la irrupción de la inteligencia artificial, y entonado con las preocupaciones propias de los días inciertos de la pandemia, dio impulso a una nueva ola de la globalización, la del sector servicios. El concepto sobre el que se procesa este nuevo salto cualitativo se moldeó y forjó en los años previos, pero la maduración de las condiciones tecnológicas, la experiencia satisfactoria de participar de un mercado laboral más sofisticado y de mejores oportunidades remunerativas sin pagar el precio del desarraigo derivado de una relocalización, abrió las posibilidades de una expansión sin resistencias y de nuevas oportunidades.

Una globalización diferente

A modo de resumen, la globalización se está reformulando frente al agotamiento de las etapas anteriores. El comercio de bienes, el “tradicional”, ya no crece tan rápido e incluso hasta en ciertos casos, ha descendido.
Es que los motores de impulso de los inicios de la globalizacióneran vectores de los sectores tangibles de la economía. Este nuevo impulso de la globalización es hija del mundo de lo conceptual, del conocimiento, de las ideas, de los datos y de los servicios intangibles. Esta diversidad se comercializa digitalmente, sin barreras, facilitados por una integración global transfronteriza. Este impulso se sustenta en los cambios tecnológicos, la innovación, y especialmente en la digitalización. Su fortaleza radicará en que se digitalicen aún más sectores. Por ello, así comprendido, habría un enorme potencial para la expansión del comercio, la inversión y otras conexiones intangibles a través de las fronteras. Por todo ello, esta etapa de la globalización requiere de otras políticas, de otras acciones, de otras formas de pensar. De insistir en lo mismo, obtendremos los mismos magros resultados.