Una historia de amor de tierra adentro

Con motivo del Día de San Valentín, o también conocido como Día de los Enamorados, recogimos el testimonio de un matrimonio afincado en el medio rural y que permanece unido desde hace más de tres décadas. Una historia, como tantas, de compromiso, de confianza y lealtad y de sortear obstáculos. Porque de eso se trata, elegirse un día y otro también, más allá de todas las adversidades o dificultades que nos presenta el camino. Porque de a dos, sin dudas todo también es más fácil.

Carmen Ronca (52) y Walter Benítez (66), son sanduceros, aquí realizaron sus estudios, pero siempre por sus familias y primeros trabajos estuvieron vinculados al campo, eligiendo finalmente vivir allí, donde criaron a sus hijos y ahora también acompañan el crecimiento de su nieto.

“Esta historia comenzó cuando yo tenía 19 años y, quien ahora es mi esposo, 33 años. Al principio nos veíamos a escondidas en plazas y en bailes cada 15 días, porque hay que entender que en aquellas épocas no nos dejaban salir tampoco todos los días. Estuvimos 3 años de novios, viéndonos esporádicamente, cuando se podía, y tampoco nos comunicábamos a diario porque en aquella época no había celulares, algo que seguramente los más jóvenes no entenderán, pero era así”, relató Carmen.

Así fueron estrechando su vínculo y comenzaron a transitar su historia de amor, resolviendo sellarla con “el compromiso del matrimonio y fue así que nos casamos. Primero trabajamos en el campo con mis padres, pero seguíamos viviendo en la ciudad. Como a los dos en realidad nos gusta la vida del campo, resolvimos radicarnos ahí y hoy ya llevamos 33 años juntos”, comentó.

“Con el tiempo llegó nuestro primer hijo, Maicol, que hoy tiene 29 años, y luego nuestra hija Jessica, de 22 años; ambos ya tienen sus parejas y trabajan junto a nosotros en las tareas diarias de nuestro establecimiento en Salto, en el que nos dedicamos a la explotación ganadera, pero también criamos cerdos y realizamos otras actividades comunes en el medio rural”, dice orgullosa nuestra entrevistada, quien confiesa que solo viene a la ciudad para visitar a su madre o alguna amistad, pero su lugar en el mundo será siempre el campo.

Pero como no es sólo trabajo esta vida, también nos comentó que “siempre encontramos algún momento para ir a algún baile o asistir a festivales criollos”, entendiendo que en una pareja también es fundamental compartir espacios de diversión, al igual que cuando se conocieron.

“En todo este tiempo juntos, hemos pasado muchísimas cosas buenas, pero también de las malas, porque no todo es color de rosa. En esos momentos difíciles es cuando se prueba el verdadero compromiso de querer estar juntos y luchar por lo que queremos. Estar uno con el otro y estar ahí cuando las cosas no salen bien, eso para mí es lo más importante y confiar uno en el otro. Además, el diálogo por sobre todo, siempre hablar de los problemas, para poder resolverlos”, consideró esta mujer rural, entendiendo que para la convivencia no hay recetas mágicas, pero esa actitud mutua es la estrategia que en su caso les ha resultado para permanecer juntos por elección recíproca.

En su visión “el día de los enamorados es todos los días y lo más importante es el respeto mutuo entre hombres y mujeres”, concluyó.