En marzo pasado, la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó sobre la vulnerabilidad de las fronteras en el río de la Plata, la propagación del Primer Comando Capital y la expansión de la ruta de la cocaína en la región. En las últimas horas se confirmó nuevamente lo apetecible que es el puerto de Montevideo como vía de salida hacia Europa para el narcotráfico, por la incautación de una tonelada y media de esta droga, realizada por efectivos de Prefectura el viernes pasado.
El valor de venta del cargamento ronda los 120 millones de dólares, que ingresaron al país en un camión de una empresa familiar que trabaja para el puerto, según las autoridades. Durante el año pasado, el Ministerio del Interior –informó en su página web– incautó casi cuatro toneladas y media de cocaína. Sin embargo, en un único operativo requisó casi 1.500 kilos que pasaron por el territorio nacional, hasta llegar a la terminal fluvial más importante. La pregunta que queda en el aire y se hace sola: ¿cómo llegó y logró atravesar la frontera?
El organismo internacional apuntó al incremento sostenido de la producción de cocaína que, en el caso de Uruguay, no la produce pero realiza incautaciones importantes.
La pandemia de COVID-19 detuvo un poco la producción internacional, pero una vez puesto en marcha el engranaje, las cifras demuestran la intensa actividad de las bandas narcotraficantes en una región permeable. Y si aumenta la producción es porque aumenta la demanda. Y si aumenta la demanda, es que se incrementa el número de consumidores. Algunos nuevos, pero la mayoría ya probó otras cosas y ahora va por el polvillo blanco.
El Informe Mundial sobre Cocaína 2023 dice que “la oferta mundial está en niveles récord” con niveles de máxima pureza y la llegada a un público mucho mayor por la mezcla de la cocaína con diversos productos. Porque el objetivo –además de sumar usuarios dependientes– es subir las ganancias ante una “industria” que hace tiempo no tiene límites.
Si bien se disparó el cultivo del arbusto de coca 35% entre los años 2020 y 2021, en forma paralela se mejoró el proceso de transformación y rendimiento de la cocaína. Los mercados tradicionales de América del Norte y Europa son los más importantes, pero la oferta se extiende a África, Asia y América Latina.
El apartado denominado “Tráfico dentro y desde Sudamérica hacia otros mercados”, repasa los grupos principales en Brasil, la incidencia del Primer Comando Capital y las conexiones con países europeos. Pero se detiene y describe: “un canal que recientemente ha cobrado importancia es la ruta del Cono Sur, que va desde Perú y Bolivia hacia el Río de la Plata, estuario en la costa atlántica entre Argentina o Uruguay, con frecuencia a través de Paraguay, y por lo general se basa en la Hidrovía Paraguay-Paraná (HPP), a menudo utilizada en combinación con vuelos clandestinos”.
Allí describe el protagonismo del grupo narco y la ampliación de sus redes por la vulnerabilidad existente en la región: “Conectados a la Hidrovía Paraguay-Paraná, Uruguay y Argentina, con sus puertos marítimos, son especialmente vulnerables a la rápida propagación de Primer Comando Capital, que generalmente encuentra un punto de apoyo entre las poblaciones carcelarias”.
Más adelante en el informe, se dedica particularmente a Uruguay en el capítulo “Tráfico de América del Sur a América del Norte”. Detalla que el itinerario marítimo comienza en Paraguay, pero requiere de una logística de trasbordos aguas abajo en Argentina o Uruguay, donde no todos los barcos pueden navegar por la hidrovía debido a los tramos superficiales. “Río arriba la vía fluvial puede ser de no más de 2,5 metros de profundidad”, por lo tanto, “la carga en estos lugares debe enviarse en barcazas propulsadas por remolcadores”. Un tren de barcazas puede llevar hasta 36 unidades y transportar hasta 54.000 toneladas, “lo que simplifica la ocultación y dificulta la detección a través de la ruta de tránsito de HPP. El curso de agua se ensancha río abajo y se profundiza a más de 12 metros cuando llega al estuario del Río de la Plata”.
Por si esa descripción tan clara de la realidad fluvial no alcanzara, el informe especifica que la logística se complementa en tierra y la llegada al puerto montevideano. “Además de los envíos que llegan al océano a través de los tramos finales del río Paraná en Argentina, la ruta del Cono Sur puede incluir envíos que se cargan a buques transoceánicos directamente en los puertos de la desembocadura de este río, como Montevideo”.
El informe recordó una incautación histórica efectuada en diciembre de 2019, de casi cuatro toneladas y media con destino a Togo, sin olvidarse de la requisa adicional de una tonelada y media en un establecimiento rural en Soriano. “Los envíos de cocaína a veces se consolidan dentro de Uruguay antes de ser enviados fuera de sus puertos”, dispara el informe.
Y lo que pasa por delante de los ojos de todos aquellos que no alcanzaron a ver, se transmite después en números. Porque cada procedimiento implica la documentación de valores superiores a 400 kilos, tanto sea de droga que iba a partir o que se encontraba en tránsito en el territorio nacional.
Y lo que no entra por tierra, ingresa por aire. Al menos las tres cuartas partes de la cocaína ingresada en el primer año de pandemia (2020) llegó al país por vía aérea y fueron depositadas en pistas de aterrizaje o arrojadas del aire. Artigas, Salto y Paysandú son destacados como “puntos de entrada de dichos vuelos”.
Los cargamentos de soja y lana también son utilizados por los narcos para el transporte de cocaína y eso ocurre antes de que sean entregados al puerto.
Y lo que consigue salir de América Latina, al menos por Uruguay, se incauta en Amberes, Rotterdam o Hamburgo en grandes cantidades porque las bandas criminales aprovechan la intensa actividad portuaria en esa parte de Europa.
La diversificación del mercado y el aumento de los grupos criminales como resultado de la fragmentación de las propias bandas en América Latina, permite que el negocio delictivo se expanda tanto como pueda. Y así como las FARC dejaron espacio a otras bandas de control cocalero, Brasil apunta a los estados africanos que hablan portugués o se abren camino a otros grupos en el ya temido escenario del narcotráfico mexicano.
Por eso aumenta la actividad delictiva en todas partes. Y así como ocurre en barrios de Montevideo, o en provincias de Argentina donde se incrementó la violencia en forma exponencial, también se registra en las nuevas bandas de motoristas en Bélgica o en la delincuencia organizada de las maras en América Central. Es un escenario preocupante y los esfuerzos son aislados. Por eso, los resultados son dispares y –al menos por ahora– van ganando terreno. → Leer más