Colegio Médico del Uruguay: Sobrepeso-Obesidad

Desde el año 1975 la obesidad se ha casi triplicado en la población adulta mundial, y quintuplicado en niños y adolescentes.
Más de la mitad de la población adulta a nivel global (52%) presenta sobrepeso u obesidad, eso representa más de 1.900 millones de adultos con sobrepeso (39%), y más de 650 millones de adultos con obesidad (13%).

Se define como una enfermedad crónica, progresiva y compleja en la que la acumulación anormal o excesiva de grasa genera un impacto en la salud e incrementa el riesgo de complicaciones a largo plazo y reduce la expectativa de vida.
El índice de masa corporal es la medida más práctica disponible actualmente para el diagnóstico en la población general (se calcula dividiendo el peso en kilogramos por el cuadrado de la altura en metros).

Sobrepeso se define cuando el IMC es mayor de 25, y obesidad cuando es mayor de 30.
Pero es un índice que no refleja la complejidad de la obesidad.

El sobrepeso-obesidad es un fuerte predictor de mortalidad cardiovascular, conlleva un riesgo mayor de muerte prematura por enfermedad cardiovascular, a través del aumento de la presión arterial, del aumento de la glucosa, de la resistencia a la insulina, del aumento de los lípidos, y de la inflamación.
Cuanto mayor el IMC, mayor es la prevalencia de complicaciones relacionadas a la obesidad, que están vinculadas a la alteración por las fuerzas mecánicas, y a la alteración de la respuesta inmune y endócrina.

Se asocia con otras enfermedades crónicas tales como la Diabetes tipo II, hígado graso, falla cardíaca, stroke, enfermedad renal crónica, enfermedad coronaria, apnea obstructiva del sueño, cáncer de esófago, osteoartritis.

Es muy importante reconocer el riesgo, la intervención temprana es una ventana de oportunidad única a través de una derivación y el manejo oportuno para disminuir las consecuencias de esta enfermedad.

Menos del 40% de los obesos tienen el diagnóstico, y menos del 20% de los pacientes diagnosticados reciben tratamiento antiobesidad.
El tratamiento se ha desplazado desde el que estaba centrado en el IMC al que está centrado en las complicaciones. El objetivo es promover el descenso de peso, con el objetivo de alcanzar un peso realista, que prevenga complicaciones en salud, el mantenimiento del mismo en el tiempo y prevenir la reganancia.

Los 3 pilares del tratamiento son: 1) los cambios conductuales y de hábitos, 2) el tratamiento farmacológico y 3) la cirugía.
Dentro de los cambios conductuales se hace hincapié en la necesidad de un plan alimentario saludable, actividad física y educación.
Dentro del tratamiento farmacológico se incluyen varios tipos de fármacos con mecanismos que actúan a nivel del sistema nervioso central y digestivo suprimiendo el apetito y estimulando la saciedad, disminuyendo la absorción de grasa a nivel intestinal.

La cirugía bariátrica se reserva para los pacientes con IMC> 40Kg/m², o IMC>35kg/ m² con comorbilidades, en los que el tratamiento previo ha fracasado.
La pérdida de peso del 5 a 10% del peso corporal puede mejorar los factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial, el perfil lipídico y reduce la progresión de la prediabetes a la diabetes mellitus 2. Dr. José Techera, Consejo Regional Norte – CMU