
Quiso ser arquero, como Julio Iglesias. Después cantante… también como Julio Iglesias, aunque imitó en algún espectáculo de matiné a Leonardo Favio, que en verdad fue un director de cine, un gran cineasta argentino… y peronista.
Julio Iglesias acabó su breve carrera futbolística en uno de los equipos filiales del Real Madrid en el año 1962, como consecuencia de un accidente. Se recibió de abogado en la Complutense. Años después, 1968, se presenta en el Festival Internacional de la Canción de Benidorm y lo gana.
De allí en más, sabemos que el mundo de las leyes se perdió un abogado, pero la canción ganó un intérprete, que ha vendido discos en España, en Pekín, y en tantos otros sitios. Vendió unos 300 millones de álbumes.
En cambio, Javier Gerardo Milei dice que entre 1987 a 1989 fue arquero de Chacarita Juniors, en inferiores. Más tarde, según su propio relato, fue el cantante de una banda de nombre Everest, que hacía covers de los Rolling Stones.
Salvo en las aspiraciones, su vida no se parece en nada a la de Julio Iglesias.
Excentricidad o amoralidad
Milei aspira a ser un “fenómeno natural”, dicen que ha dicho alguna vez. Lamentablemente, basta con verle, para contrastar su aspiración con la producida realidad. Al pelo revuelto de Rod Stewart hay que agregarle unas dudosas patillas a lo Menem (primera campaña nacional). Casualmente, el de La Rioja también jugaba a sorprender por su apariencia. Pero Carlos Saúl era un hombre de su tiempo, un espadachín de la palabra y la mesura, un convencido de que las peores cosas también se podrían decir con serenidad y una sonrisa breve, apenas mostrando su blanca dentadura, sin actitudes extemporáneas.
Con su peinado cuidadosamente entreverado, desprolijamente prolijo, suele acompañar sus dichos con movimientos tensos, como que intentara darle con esos conmociones la contundencia que su enunciación no tiene.
Por ejemplo, el 4 de noviembre de 2021, en A24 se publicaron unas declaraciones de Milei sobre el aborto y el rechazo que éste le producía. El argumento es algo singular: “hay un conflicto de propiedad”. Este es su hilo argumental: “lo fundamento desde tres lugares: ideológico, biológico y matemático”. Y complementa: “Estoy de acuerdo con el aborto cuando la madre corre peligro de vida. El bebé es otra persona”. Y sigue: “Si alguien viene a robar a tu casa, recurrí a la fuerza si tu vida corre peligro. Ahí es cuando corre riesgo la propiedad. Es igual que si una madre corre peligro; ahí estoy de acuerdo porque hay un conflicto de propiedad, que sería el cuerpo de la madre”.
Extraña pirueta para concluir que la cuestión ética radica en la propiedad del cuerpo de la madre, y no en la libertad responsable de la mujer acerca de si seguir adelante con el embarazo o si apela a su derecho a interrumpirlo.
En otra ocasión, el mismo Milei había declarado que “la única forma en que avalo el derecho al aborto es con riesgo de vida de la madre porque hay un conflicto de propiedad”. ¿Propiedad de quién? ¿De él que se opone? ¿O un derecho de la mujer? Human Rights Watch (HRW) asume que los derechos reproductivos son derechos humanos, y el derecho a acceder al aborto está contemplado. Por ello, los Estados deben, están obligados, a brindar a las embarazadas acceso al aborto seguro y legal como parte de sus obligaciones principales de derechos humanos. Y ello porque se entiende, desde HRW, que las decisiones sobre aborto corresponden exclusivamente a la persona embarazada, “sin injerencia ni restricciones irrazonables por parte del Estado o de terceros”. Uruguay tiene ya una historia de acceso al aborto seguro y legal, evitando riesgos para las vidas de las embarazadas.
Por último, el Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Salud entiende que las leyes penales que castigan e impiden el aborto son “barreras inaceptables que impiden a las mujeres ejercer su derecho a la salud y, por consiguiente, deben eliminarse”.
Libres, ¿de qué?
Quienes han indagado en la vida de Friedrich von Hayek hacen énfasis en el hecho de que fue la lectura de la obra “Socialismo” de Ludwing von Mises (1922) lo que cambió su mirada del mundo y se decantó por el liberalismo. En sentido estricto, leyó sobre socialismo en textos de alguien que no sentía proximidad con esos principios. En pocas palabras, Mises argumentaba que el socialismo no sería eficiente ya que carecía de un mecanismo de precios que hiciera que la distribución de los recursos fuera adecuada, tal como entendía ocurría con capitalismo. También Mises enunció que el intervencionismo estatal resultaba totalmente contraproducente. En línea con ello, propuso el laissez-faire como único remedio. Para algunos, sinónimo de libertad; y para otros claudicación. En uno y otro caso, siempre en beneficio del más fuerte. Milei en Mises.
¿El fin del BCRA?
Uno de los últimos enunciados de su plataforma es la eliminación del Banco Central de la República Argentina. A su entender, allí está la madre del borrego: es la principal causa de la inflación debido a que es el BCRA el organismo responsable de emitir dinero. Con ello resolvería el problema: el peso argentino “conviviría” en un sistema libre con diferentes divisas, y ello derivaría, en el corto plazo, en una dolarización. Ciertamente, la parte B del plan es mágica: tras un acuerdo con los Estados Unidos éste, o sea, el tío Sam, compartiría con Argentina el señoreaje, es decir, daría gratuitamente una parte del beneficio derivado del monopolio en la emisión de dólares. Dicho de otro modo, que cuando la Reserva Federal emita dólares enviaría gratuita y desinteresadamente billetes a Buenos Aires. Lamentablemente, nada dice acerca de su idea de cuál sería la contrapartida frente a tamaña generosidad. La otra vía no tiene nada de mágica: hacerlo a lo Ecuador, adoptando el dólar como medio de pago legal para todas sus transacciones. El resultado, según estadísticas oficiales ecuatorianas, el 27% de la población bajo la línea de pobreza y el 10,8% de pobreza extrema (menos de 50,32 dólares al mes per cápita).
La idea parece tomada de Fredrich Von Hayek, quien en su teoría del ciclo económico, consideraba al gobierno, y a los bancos centrales más específicamente, como los principales responsables de esos ciclos. Una síntesis sería: son los bancos centrales los que, por medio de políticas monetarias expansivas, causan el aumento de malas inversiones y la infraproducción de bienes de consumo, además de inflación. Estas políticas provocarán la necesidad de un ajuste, que deriva en depresiones.
Sin embargo, Milei nada dice de los demás fundamentos del BCRA, por ejemplo, todo lo vinculado a la regulación bancaria y financiera, al mercado de capitales, etc.
Por lo que falta…
Las cosas con Milei son simples, sin explicación. Y los dos ejemplos resumidos son elocuentes: el problema del aborto, para Milei, es un problema de propiedad… y deja flotando, sin más, ¿la propiedad de qué cosa? ¿Del cuerpo de la mujer, de la voluntad o no de procrear, o del nuevo ser? Reducir un derecho humano a este léxico deja al desnudo la flaqueza humana del análisis.
El otro ejemplo, el de la inflación y las políticas monetarias, y la eliminación de este problema a partir de la disolución del Banco Central, enmudece al mundo académico y profesional. La complejidad y sofisticación del problema eliminados por arte de magia. Ni Harry Houdini ni David Copperfield podrían haberlo imaginado.