
Dentro de pocos días, se lanzará a través de las plataformas de Internet el álbum inédito “Suelta la voz”, del sanducero Sergio Franco. Grabado en Buenos Aires en 1989, el material permitirá conocer parte del legado de este extraordinario artista, recordado por muchos como un músico genial.
Nacido en Paysandú el 14 de febrero de 1968, era el primogénito de María Karlowicz (Dana) y de Eduardo Franco, el recordado cantante y compositor de Los Iracundos. Músico desde muy niño, Sergio integró orquestas y bandas y participó en diversas experiencias musicales, tanto en Paysandú como en otras partes del mundo. Pese a ser un músico de condiciones excepcionales, además hijo de un ídolo de la canción, siempre interactuó de igual a igual con todos aquellos con quienes compartió proyectos musicales. Por gestos como ese, quienes lo conocieron lo recuerdan como un gran ser humano, que pronto se ganaba el aprecio de quienes trabajaban junto a él.
Su instrumento principal era el bajo, pero también tocaba con soltura la guitarra y los teclados, y además era un gran cantante. En 2005 había formado una banda basada en el estilo de Los Iracundos, donde interpretaba las canciones del famoso grupo sanducero y algunas propias. Con esa formación hizo giras por varios países de América hasta su fallecimiento, ocurrido el 21 de diciembre de 2012. Sin embargo, tenía otra faceta como compositor, en una línea de pop y rock, con melodías y armonías muy elaboradas, influenciadas por el jazz y la fusión. Solía grabar estas canciones en casetes, que compartía con amigos y personas cercanas. Las 9 incluidas en “Suelta la voz” fueron grabadas en el mítico estudio Ion, de Buenos Aires, junto al músico sanducero César “Pato” Viola, con quien Franco trabajó durante mucho tiempo en formato de dúo, y que además tiene participación como compositor en dos de ellas.
LA RECUPERACIÓN DE LAS CINTAS
“Esto se grabó al año de haber fallecido Eduardo”, explica Dana, la madre del músico. “Recuerdo que toda la familia quedó muy afectada, y Sergio, también, estaba muy complicado. Él ya tenía los temas hechos y me los mostraba, grabados en casetes. Entonces le dije: ‘Bueno, yo te voy a regalar la grabación de los temas que tú quieras. Si ustedes están dispuestos, les pagaré la grabación’”. Franco y Viola viajaron a grabar a Buenos Aires acompañados por Juan Carlos “Bebe” Velázquez, el baterista de Los Iracundos, fallecido el año pasado. Una vez completada la grabación, Velázquez se ofreció a llevarla consigo en los viajes del grupo al exterior, para mostrarla, en busca de alguien que se interesara en la publicación del álbum. Esto llevó a que las cintas analógicas que contenían los audios se extraviaran, causando una gran preocupación tanto a Dana como al propio Sergio.
Finalmente, pasados muchos años, poco después del fallecimiento de su esposa, Velázquez se comunicó con Dana para decirle que, revisando en su casa, había encontrado las cintas, y que fuera a buscarlas. “Yo no podía creerlo”, recuerda Dana, recordando la intensa emoción tanto de ella como de sus hijas, Giselle y Julia, al recuperar la grabación, “después de tanto que habíamos luchado para encontrarla”.
El siguiente paso fue transformarla a formato digital. Primero se contó con el apoyo de Ana Prada, que las llevó a Buenos Aires, “pero allá ya no existen las máquinas para eso”. Tras varias idas y venidas el trabajo pudo hacer hacerse en Montevideo, con el apoyo del sanducero Fernando “Paco” Pintos, bajista de La Triple Nelson. “Paco fue el gran gestor para que se pudiera hacer.
Fue quien consiguió a una persona para digitalizarlas”, destaca Dana. Con el paso del tiempo, la humedad había afectado las cintas y hubo que restaurarlas con un tratamiento de calor, ya que se temía que al despegarlas se deterioraran. Una vez solucionado ese tema se trabajó en la masterización digital, para lo cual Pintos requirió el apoyo de otro sanducero, Rodrigo Ortiz. El trabajo se completó con Óscar Scotellaro, que diseñó la portada del álbum, y Matías Hernández, a cargo de la publicación en las plataformas.
UNA OBRA FUNDAMENTAL
“Suelta la voz” es una obra fundamental de la música de Paysandú que estaba perdida, dice “Paco” Pintos, que había conocido el álbum en la época en que fue grabado, a través de algunas copias en casete que circularon en el ámbito de los músicos. El músico destacó especialmente “la influencia que tuvo en nosotros, en nuestra generación. En su momento, era la cosa más moderna y linda a lo que uno se podía acercar, y además, hecha en Paysandú. Estaba al nivel de la música que sonaba en las radios, en cualquier lugar del mundo. Me parece importante que la gente lo conozca. Sobre todo los músicos, pero también la gente común, porque las canciones son para todo el mundo y están para ser disfrutadas. Además, son grandes canciones. Es una obra de arte increíble, básicamente”.
Detrás del lanzamiento del álbum no hay ningún interés comercial, afirma Dana. “Lo que me importa es que se conozca. Sergio fue un innovador en aquella época, y lo importante es haber recuperado ese material, que se vuelva a escuchar, que se vea cómo era aquella época. Paysandú es para mí una cuna de grandes músicos. Habrá algunos muy buenos, otros más o menos, otros geniales, pero es como una cuna.
Y es bueno rescatar este material, que es de otra época pero que, sin embargo, muestra que tampoco entonces estábamos tan lejos. Había valores impresionantes. Por eso digo que con esta edición no tenemos ningún fin comercial. Simplemente queremos que se conozca, que perdure en el tiempo y que esté ahí, colgado en las plataformas, para quien quiera escucharlo y ver lo que era”.