Autoservicio de combustibles: la descentralización real

En el interior de nuestro país, la descentralización es un tema sobre el cual se habla mucho, pero se hace muy poco. Tal como si se tratara de la capital de un renovado Virreinato del Río de la Plata, Montevideo concentra no sólo un alto porcentaje de la población de nuestro país, sino también de su actividad económica, social, cultural y política. Las decisiones no solamente se toman en Montevideo, sino que son adoptadas “desde Montevideo”, o sea pensando el país desde los despachos capitalinos sin conocer ni tener en cuenta que es lo que sucede realmente en el Interior, todo ello fruto de un profundo desconocimiento de las necesidades de quienes vivimos “afuera” como suelen decir los montevideanos.

Si bien es verdad que Uruguay cuenta con una ley de descentralización en materia departamental, local y de participación ciudadana (Ley N°19.272 de 18/10/14), en los hechos se trata de una ley pensada “a medida” para los políticos quienes con el pretexto de la tan manida descentralización crearon un tercer nivel de gobierno para seguir repartiéndose cargos, sueldos, viáticos y varios “etcéteras” que componen el día a día de quienes manejan los dineros que son de todos, pero que gastan sólo ellos.

Así las cosas, muchos políticos “rascan donde no pica” y dejan de lado uno de los factores fundamentales para cualquier esquema o proceso de desarrollo local o regional: la oferta de combustible para los vehículos que en muchos casos necesitan recorrer largas distancias sin encontrar donde poder recargar sus tanques. ¿De qué sirven los lindos discursos sobre infraestructura vial y la importancia del turismo como generador de divisas sino existen estaciones que puedan garantizar el suministro de un insumo vital para el transporte? Y no solo el transporte, también –y más importante aún—para la producción.

Sin duda que las estaciones de combustible con autoservicio son una solución más que adecuada para paliar ese déficit que azota las zonas más aisladas del interior profundo, tal como sucede al Este de nuestro departamento o en el eje de la ruta 26 en la cual resulta imposible encontrar ese tipo de establecimientos en los 215 kilómetros que separan Constancia y Tacuarembó. Es importante recordar que el proyecto de este tipo de estaciones (que permite que los conductores puedan autoabastecerse de combustible) fue presentada en el año 2019 por la entonces presidenta de Ancap, Marta Jara, en la Expo Prado, pero han pasado cuatro años y tan sólo se han instalado dos: una en la localidad de Isidro Noblía (departamento de Cerro Largo) y otra en las termas del Arapey (departamento de Salto). De acuerdo con lo informado por la Intendencia de Salto, al inaugurarse la estación salteña, el intendente de ese departamento, Andrés Lima, “agradeció a Ancap y recordó que uno de los primeros proyectos que presentó al ente petrolero cuando asumió la Intendencia fue justamente “lograr una estación de servicio para Salto, en este punto tan importante para el turismo y para la región. Destacamos la buena receptividad y buena disposición que han tenido siempre, y cuatro años después se puede concretar este sueño”. Lamentablemente han pasado cuatro años desde la instalación de la primera estación con autoservicio en el departamento vecino y sólo existen un par de ellas en todo el territorio nacional.

La automatización de determinados servicios es un fenómeno que avanza en todo el mundo y cuyos ejemplos se encuentran al alcance de la mano, tal como sucede con los cajeros automáticos que han facilitado tremendamente los trámites de los clientes de las instituciones financieras que pueden retirar o depositar dinero, efectuar pagos o consultar saldos en varios puntos y en un amplio horario. Pero estas soluciones van mucho más allá: son la base de las llamadas telefónicas electrónicas, diversas aplicaciones y los modernos chatbots, que permiten atender en forma rápida, eficiente y económica a miles de usuarios en forma simultánea que pueden hacer sus consultas desde su celular. Así como algo tan sencillo como las valijas con ruedas han traído mayor libertad, comodidad y ahorro para quienes viajan, el autoservicio en las instituciones bancarias, en los supermercados e incluso en el lavado de vehículos con instalaciones para ello, son fenómenos que llegaron para quedarse. Vivimos en un mundo interconectado en el cual las nuevas generaciones se suman al mundo del trabajo y a la economía con un paradigma diferente de las generaciones anteriores: son nativos digitales y han crecido con un celular en la mano, lo que facilitará su acceso a esos servicios y al mismo tiempo acelerará el proceso. En efecto, de acuerdo con la página web Slyde, el proceso de autoservicio presenta varias ventajas entre las cuales se mencionan las siguientes: agilidad en el servicio (la demora en el servicio es una de las principales quejas de los clientes en diferentes nichos, ya sea el tiempo de espera en una línea telefónica, la cola para el servicio presencial o la demora en responder un correo electrónico), autonomía para el cliente (el cliente tiene la autonomía para resolver sus problemas de la forma que crea conveniente), disponibilidad a cualquier hora del día, todos los días, aumento de satisfacción del cliente y mayor retención de los mismos, etcétera.

Si bien seguramente el gremio que nuclea a los trabajadores de las estaciones de servicio se oponga al autoservicio, lo cierto es que nadie (ni siquiera los sindicalistas) pueden desconocer que en la actualidad no existe ninguna prohibición contractual, legal o reglamentaria que impida que exista esa posibilidad. Aunque no sería de extrañar que el Pit-Cnt se oponga a esta modalidad de suministro de combustibles, de la misma forma que la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys) se opuso en su momento a la instalación de cajeros de autoservicio en los supermercados y otras superficies comerciales.

Pero más allá de las comodidades, lo cierto es que la instalación de estaciones de combustibles bajo la modalidad de autoservicio significa algo más que el inexorable avance del progreso: se trata de una estrategia para impulsar el verdadero desarrollo local y una genuina descentralización que ponga literalmente en las manos de los usuarios las posibilidades de crecer desde la comunidad, mejorando la calidad de vida y el bienestar de sus habitantes. Este es otro de los tantos temas que nuestro país tiene pendiente, porque el único que construye cosas con el pico es el hornero. Sigamos el ejemplo de este animal, símbolo del trabajo y la constancia en nuestra tierra y respaldemos sin diferencias este tipo de iniciativas que constituyen un puntal de la descentralización real, no la de papel.