Parecía un día agitado, de esos en los que las calles se llenan de gente por una combinación de ofertas en el centro, festividades inminentes y un clima que invita a salir. Sin embargo, la razón del movimiento era mucho más trascendental: se celebraban las elecciones nacionales. A pesar de una campaña que transcurrió sin grandes picos de tensión ni episodios polémicos, la ciudadanía acudió en masa a los circuitos de votación, reafirmando su compromiso con el proceso democrático.
Desde las primeras horas de la mañana, el dinamismo era evidente en cada rincón de la ciudad. Los autos transitaban incesantes, muchos de ellos luciendo banderas partidarias que ondeaban desde las ventanas.
En las veredas, grupos de personas avanzaban hacia sus puntos de votación, mientras se formaban largas filas frente a los circuitos de sufragio. Aunque ocasionalmente se escuchaba el sonido de alguna bocina o el eco de arengas políticas espontáneas, el ambiente era de calma y respeto. El clima también parecía haberse alineado con la jornada: un sol generoso y temperaturas agradables acompañaban el día, añadiendo una nota positiva al evento cívico.
LA CALMA DE LOS VETERANOS
Un escenario destacado de la jornada se vivía en el Liceo 5, un circuito tradicionalmente asociado con los votantes de mayor edad. Era un desfile de generaciones entrelazadas: abuelos asistidos por hijos y nietos acudían al centro educativo para ejercer su derecho. Uno de esos casos fue el de Carlos, un hombre de 89 años que llegó al liceo del brazo de su hijo Marcelo y su nieto Diego. A su lado, Margarita, de 99 años, irradiaba orgullo al repetir el ritual del sufragio, envolviendo su voto en el sobre con manos temblorosas pero decididas.
El ambiente era cálido no solo por el clima, sino también por las interacciones espontáneas. En medio de la espera, un hombre de unos 50 años, que hacía fila para votar, se cruzó con una señora mayor que estaba sentada en uno de los bancos, meditando su decisión. “No sé a quién votar”, le confesó ella. Él le sugirió votar a determinado partido. La respuesta de la mujer no se hizo esperar: “Antes que eso, voto en blanco o no voto”. Fue un diálogo breve, pero cargado de significado, que reflejaba las pasiones y resistencias que la política sigue despertando, incluso en los momentos más serenos.
LOS NUEVOS VOTANTES
Mientras tanto, en las oficinas de Catastro, la escena era completamente diferente. Aquí se reunían muchos jóvenes que votaban por primera vez, algunos todavía nerviosos al estrenar su credencial de la Corte Electoral. A las dos de la tarde, 244 de los 372 ciudadanos habilitados ya habían depositado su voto en la urna, lo que daba cuenta de un alto nivel de participación.
Una de las delegadas del circuito compartió entre risas las anécdotas del día: “Estamos dando clases de cómo abrir los sobres”, dijo mientras mostraba uno que usaban como modelo. Las dudas eran frecuentes entre los jóvenes votantes: varios preguntaron qué debían colocar en el sobre y cuál era la manera correcta de cerrarlo. “Pero lo hacen con entusiasmo”, añadió la delegada, subrayando la importancia de estas primeras experiencias cívicas.
CONFUSIONES GEOGRÁFICAS
Más al norte de la ciudad, en el barrio I32, en la intersección de Zorrilla de San Martín y Purificación, el circuito del salón comunal fue escenario de algunas confusiones. Numerosos votantes creyeron haber llegado al barrio Covianut, ubicado justo al lado, aunque en ese lugar no se votaba.
Los delegados explicaban con paciencia que debían dirigirse a la escuela 57, contigua al salón comunal. “Llevamos al menos veinte personas desviadas y recién son las diez de la mañana”, comentó uno de los delegados.
LA TRANQUILIDAD EN LOS CIRCUITOS RURALES
El buen tiempo parecía acentuarse en las zonas periféricas. Un ejemplo fue el Paysandú Golf Club, donde se instalaron dos circuitos con casi 300 habilitados en cada uno. A medida que se acercaba el mediodía, las mesas ya registraban la mitad de los votos esperados, reflejando una participación constante y fluida. Los delegados coincidían en que la jornada se desarrollaba con absoluta normalidad, sin ningún tipo de incidente que empañara el proceso.
En pueblo Porvenir, reinaba una calma que contrastaba con las expectativas. Los siete circuitos distribuidos en diferentes puntos –dos en el Municipio, uno en el centro cultural y cuatro en la escuela 14– operaban sin contratiempos. A las 13 horas, la mitad de los habilitados ya había votado en el centro cultural.
Uno de los delegados recordaba con alivio las dificultades de las elecciones internas de junio: “Esta vez la Corte nos mandó todo a tiempo”, aseguró con satisfacción, en contraste a algunos inconvenientes que tuvieron en las elecciones internas de junio pasado. En ese contexto, también se dieron varios casos de votos observados de trabajadores rurales, como una decena de votantes que llegaron desde localidades alejadas como El Eucalipto y Puntas de Buricayupí para cumplir con su deber cívico.
UNA CAMPAÑA SIN SOBRESALTOS
La tranquilidad en las mesas de Porvenir reflejaba el tono general de la jornada electoral. Sin dramas, con buena disposición por parte del público y un flujo ordenado de votantes, la votación avanzaba sin incidentes. Esta calma no solo marcó el día de las elecciones, sino que también fue la tónica de toda la campaña electoral, que transcurrió sin las tensiones ni enfrentamientos abiertos que caracterizaron otros períodos electorales.
La jornada concluía con un balance positivo en todos los circuitos: un movimiento constante pero ordenado, votantes de todas las edades ejerciendo su derecho en paz, y una organización que, esta vez, no dejó margen para las quejas. El sol, presente durante todo el día, parecía haber acompañado la decisión ciudadana de vivir la democracia con entusiasmo y serenidad.