A la vanguardia en energía

Han pasado las décadas y los cambios tecnológicos, los avances en materia de eficiencia energética y la creciente incorporación de energías renovables para un mundo que hasta no hace mucho tiempo pretendía que los recursos naturales eran infinitos, permiten visualizar que no está muy lejos el día en que la dependencia de energéticos que se creían insustituibles sea obsoleta.
Los cambios que se registran de la mano de la tecnología habrían parecido magia en la creencia popular de hace un siglo. En materia de medicina, han quedado atrás las aciagas épocas en que las pestes diezmaban la población y hemos pasado de la búsqueda del confort y superar urgencias y necesidades básicas a un consumismo desenfrenado.
Valgan estas reflexiones para ubicarnos en el tema central que pretendemos compartir. Si bien todo indica que los días del petróleo están contados, todavía no se ha llegado a identificar cual es o será el gran sustituto de esta fuente energética fósil por excelencia. Aunque todo apunta a que se trata de un conjunto de posibles fuentes que evolucionarán desde los motores de explosión al almacenamiento y uso eficiente de la electricidad, por mencionar lo que tenemos conocido.
El punto es la dirección que tomen los avances hacia las fuentes de generación de electricidad y la masificación que mediante la inversión y consecuente abaratamiento pueda darse en esta línea. No puede descartarse a priori el resultado que puedan tener investigaciones paralelas en el uso masivo de impulsores como el hidrógeno y hasta la cuestionada energía nuclear, cuyo potencial contaminante la ha situado en el banquillo de los acusados y puesto en espera diversidad de proyectos.
Recientemente dábamos cuenta de las eventuales consecuencias de la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de abandonar el Acuerdo de París sobre controles para el cambio climático, lo que no es un tema menor desde que se trata del segundo país más contaminante del mundo, solo superado por China.
El retiro obedece al interés del mandatario de potenciar sus acciones proteccionistas en el marco de hacer “America great again” repotenciando sus industrias y servicios mediante medidas proteccionistas, incluyendo algo así como un retorno a las industrias de los años 40 y 50, con creación de empleos dentro del país. Por supuesto, se trata de veleidades y nostalgia con mucho de soberbia para retroceder a tiempos de la autosuficiencia, algo impensable en la actualidad y contrario al desarrollo del intercambio comercial que redunda en calidad de vida, aún con sus incongruencias y desigualdades. Pero mal que pese a Trump, su paso por la Casa Blanca servirá de poco para revertir el escenario que cree lo perjudica, y acaso habrá un período de reacomodamiento en Estados Unidos hasta que la realidad pueda más que la fantasía que pretende “vender” hacia adentro el mandatario populista, que entiende que puede generar sustentabilidad gobernando gracias a eslóganes.
Y pese a todos nuestros defectos y problemas –muchos de los cuales también tienen que ver con medidas populistas– en el campo energético en Uruguay se ha actuado en los últimos años con un sentido realista y pragmático que debemos valorar, desde que ha crecido sustancialmente el uso de energéticos renovables, sobre todo para la generación de electricidad. Sin embargo, pese a los anuncios optimistas, no se ha logrado abaratar la factura eléctrica por los costos que impone el Estado.
En este contexto, es plausible que el gobierno esté promoviendo, todavía tímidamente, medidas que refuerzan esta visión de evolución hacia las alternativas energéticas que por ejemplo hoy desdeña Trump.
La perspectiva de que el recambio de vehículos que utilizan derivados del petróleo a unidades impulsadas a electricidad se acelere en las empresas, para pasar luego al usuario común, ha impulsado al gobierno a considerar la instrumentación de medidas de estímulo, según lo manifestado por la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, al participar en un evento de promoción junto a autoridades de UTE y de fabricantes de vehículos eléctricos.
La ministra participó en el foro “Electromovilidad: una oportunidad para su empresa”, oportunidad en la que autoridades nacionales presentaron instrumentos para incentivar el cambio de manera rentable de vehículos tradicionales a eléctricos. Las propuestas incluyen exoneraciones impositivas y reducción de tasas de importación.
Cosse sostuvo que el objetivo es aprovechar el cambio de la matriz eléctrica y procurar que el transporte eléctrico masivo tenga un lugar en Uruguay. Precisamente los excedentes de energía que se registran en horario nocturno permitirían que la recarga de los vehículos se hiciera en momentos con una energía mucho más barata.
Entre otros aspectos, la creación de incentivos asociados con los beneficios de la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones, podrían hacer que el costo de inversión, que es mayor para una flota eléctrica respecto a una convencional, puedan ser compensados con deducción de impuestos, agregado a la promoción comercial y la instalación de puntos de recarga, entre otros elementos.
Por supuesto, el mundo se mueve por intereses, y no es creíble que el uso de energías alternativas simplemente avance por cambio cultural y conciencia de la población.
El desafío es crear las condiciones para promover la inversión, sobre todo mediante el abaratamiento de esa energía, y manejar adecuadamente la transición tras un período de convivencia de las alternativas, incluyendo los combustibles fósiles.
A nivel mundial, pese al factor Trump, es hora de contribuir a desactivar una masa crítica que se alienta por el aumento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, aumento de temperatura y derretimiento de los polos, al compás de la tala de selvas y el uso de combustibles fósiles. Pero también es momento de insistir en que Uruguay sea un país de vanguardia en tecnologías limpias y competitivas.
En suma, de abrir camino en la era que deje atrás al petróleo y al carbón; a nuestra pequeña escala en el orden mundial, sí, pero grande para nosotros. Y no es una utopía, sino que hay que tener clara la idea y trabajar para llevarla a cabo con los pies sobre la tierra.