Hace más de 16 años se fue a España a probar suerte con el deporte en el que destacaba. Y pasaron 15 para que Álvaro Medina retornara a Paysandú.
Ya con 40 años, con una familia constituida que lo acompañó a este Paysandú en el que sus padres y familiares esperaban con expectativa.
Volvió de la misma manera que fue siempre, aunque con el lógico tonito español al hablar. Y retornó lleno de títulos. Ganó todo lo que jugó en el profesionalismo español, al punto que hoy sigue siendo el gran referente de la pelota de cuero en España, la cuna de la disciplina.
Sentado en la vereda de la casa de sus padres, Medina reconoce que “nunca me hubiera imaginado lo que he vivido. Todo fue mucho mejor”, y recordó que “cuando me fui, le decía a mis padres que iba a estar entre los leones de la pelota, y tenía que saber si yo sería un gato, un tigre o qué. Y he logrado cosas que nunca pensé”. Triunfar en España no es para cualquiera. Es como que un uruguayo la rompiera, y mal, en la NBA. Así fue la experiencia de Medina. “La española es la Liga más importante del mundo, por delante de la francesa. Y triunfar en esa Liga número uno te llena de orgullo”, aseguró.
No dudó en agregar que “es lindo que vayas al frontón que vayas en España te reconozcan. Te despierta una sonrisa interior porque quiere decir que algo bueno he hecho para que eso suceda”.
A esta altura se hace complicado enumerar la enormidad de títulos ganados por el sanducero en España. Pero él asegura que “los más importante son los de España, porque el Europeo dura una semana y los de España cuatro meses”, lo que lleva a la obligación “de tener una regularidad tremenda”.
“Los fines de semana vas a Bilbao, Barcelona, Pamplona, y ningún partido es accesible. Y si caés dos o tres fines de semana, te vas para abajo en la tabla”, agregó.
Medina asegura que eso, la regularidad, ha sido clave. “Ahora llegué a la final de la Copa del Rey ante jugadores que tienen 15 años menos que yo, sin embargo sigo peleando porque perdí por un punto. O sea que a pesar de mis 40 años puedo decir que sigo peleando arriba, y eso me llena de orgullo”. Álvaro llegó al Puertas Bamar de España hace 16 años, y conformó una pareja de ensueño con el cubano Richard González, quien falleció hace algunos años. Y con el paso de las temporadas fueron prácticamente imbatibles.
“Mis amigos de la pelota dicen que con el cubano Richard fuimos, desde 2005 a 2010, una de las mejores parejas de pelota de cuero que pisó España. ¡Y eso no es poco! Logramos todos los títulos, aunque no fue fácil. En una temporada fuimos campeones de España, Europa, la Copa del Rey, el Open de España… Lamentablemente Richard no está, pero lo llevo dentro de mí”, relató.
¿Cuál fue el secreto? Para Medina, el “echarle mucho valor a los partidos”.
Afirmó que “cuando nos juntábamos con Richard siempre fue ganar los partidos echándoles mucho valor. Había momentos en los que nos encontrábamos con una pareja complicada, y poníamos mucho más, y echábamos valor a determinados momentos del partido, y el partido se venía a nuestro lado. A veces con jugar bien no alcanza y hay que poner otras cosas”.
“Eso es algo que sigo manteniendo”, dijo. Por eso no dudó en aclarar tras la reciente final de la Copa del Rey, que perdió por un punto ante la dupla campeona de España, a un periodista que le preguntó cómo soportó con ese nivel el haber jugado el mismo día la semifinal y la final, y haber perdido por un punto, que lleva sangre charrúa”.
“Le dije que solo era español en los papeles, y le expliqué lo que es para nosotros la sangre charrúa. Y lo entendió”, dijo entre risas. “Saqué fuerzas de donde no tenía, ante rivales 15 años menores”.
El Puertas Bamar de Valladolid ha tocado, gracias al sanducero, el cielo con las manos. Ya hace mucho tiempo que no es un club del montón. “Cuando llegamos comenzamos a ganar con Richard, y la bola se corría en España, al punto que cuando íbamos a cualquier ciudad se agotaban las entradas para ver a esa pareja”, reconoció.
Hoy sigue con las mismas ganas, con hambre de gloria pese a haber ganado todo. “Es que veo que todavía no me sacan la ventaja que quizás podía esperar, y quiero seguir para intentar ganar otro título. Lo voy a buscar como sea”, reconoció.
Así como también que “las ganas y las condiciones de cada uno son importantes” para triunfar, pero hay que lidiar y saber manejar “la presión sicológica, porque no es fácil eso de tener que ganar o ganar todo el tiempo. Afecta, porque no somos máquinas, pero luego de tanto tiempo he aprendido a manejarlo. Y yo también quiero ganar”.
Álvaro no dudó en asegurar que “no cambiaría nada de lo que hice”. Aquella aventura le permitió ganar títulos por doquier, ser un referente de la pelota en España. Y, de yapa, le permitió formar una familia. Mejor, imposible.