Ruta posible hacia el cambio educativo

Hace unos cuatro meses la asociación EdUy21 lanzó públicamente el denominado proceso de elaboración de la “Hoja de ruta para el cambio educativo”, que contempla en primer lugar reuniones de los grupos de trabajo en el marco de ese proceso, que espera para fin de año generar una propuesta educativa íntegra, sobre todo el sistema, “para plantear una serie de cambios en la perspectiva de la década 2020-2030”, de acuerdo con las reflexiones de sus integrantes.
La propuesta de trabajo cuenta con el respaldo de figuras de todos los partidos, en el entendido de que es un ámbito adecuado para recibir aportes y alcanzar bases de acuerdo en la perspectiva de promover una profunda reforma educativa que sea prescindente del gobierno de turno, de la visión ideológica e intereses propios de los gremios de la enseñanza y en suma, responda al interés general, como instrumento fundamental para el desarrollo del país.
El “libro blanco” que resume el trabajo del grupo tendrá cinco capítulos. En primer lugar, una discusión en profundidad sobre “el para qué y por qué de la educación; qué tipo de educación queremos o necesitamos para la sociedad que queremos construir, para la ciudadanía que queremos forjar y para la persona que queremos que se desarrolle”. En el segundo capítulo, una propuesta sobre a qué tipo de sistema educativo se debe apuntar, cómo fortalecer el liderazgo político de la política educativa, repensar la relación del Codicen (Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de la Educación Pública) y el Ministerio de Educación y Cultura; fortalecer la intervención del Parlamento en las propuestas fundamentales de la educación; conformar consejos educativos que tengan mucha capacidad técnica profesional de ejercer la política y repensar a su vez la relación entre el Codicen y los consejos desconcentrados” y, por último, dar a los centros educativos “autonomía, libertad y la responsabilidad de la rendición de cuentas para que tengan mayor capacidad de incidir en la educación, administrar los recursos y definir la propuesta educativa”.
El tercer capítulo tendrá que ver con las metas a alcanzar, como la universalización de la educación inicial desde el nacimiento hasta los seis años, en el marco de una política social de infancia; la universalización de la educación básica entre los cuatro y 15 años –edad en la que, actualmente, se considera está el principal cuello de botella del sistema educativo– y la conformación de una propuesta curricular unitaria para este tramo etario. Asimismo, unificar la educación secundaria y técnica en un tronco de educación de jóvenes, para quienes tienen entre 15 y 18 años.
En cuarto lugar, el libro blanco incluirá un capítulo con propuestas y estrategias concretas para cumplir con los objetivos marcados, como es el caso de la incorporación de temas transversales en la currícula desde la educación inicial, la educación inclusiva, la educación para la ciudadanía, la educación para el desarrollo sostenible, la incorporación del lenguaje de programación y la perspectiva de género.
Otra de las propuestas es el marco curricular común, que abarque desde la educación inicial hasta la educación de jóvenes, y la creación de un sistema nacional de evaluación y desarrollo curricular. Asimismo la idea que prima es la dignificación de la formación y la carrera docente, pasando de un sistema de evaluación docente basado en la antigüedad a uno basado en criterios de excelencia, y enfatizando cuáles son las competencias de un buen educador.
El quinto y último capítulo buscará definir qué instrumentos y recursos se necesitan para alcanzar las metas. Esto implicaría un anteproyecto de ley de educación (para plasmar los cambios que se propongan sobre el gobierno de la educación), un anteproyecto de presupuesto quinquenal (2021-2025), un anteproyecto de estatuto docente, nuevas regulaciones de funcionamiento de los centros educativos, de las inspecciones, y la reconfiguración del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), para que no sea solo una agencia de evaluación curricular sino una fuente de recursos de desarrollo curricular.
Ante estos objetivos, sobre los que por cierto prácticamente ningún ciudadano podría tener discrepancias significativas, no puede perderse de vista la realidad sobre la que estamos parados, que conlleva un statu quo en el sector que ha sido precisamente el detonante de que se buscara propiciar respuestas mediante estudios multidisciplinarios y desde todo el espectro político en el instituto EdUy21.
Y quien bien puede señalar la magnitud de estas dificultades es el profesor Fernando Filgueira, exsubsecretario de Educación y Cultura de la presente Administración del presidente Tabaré Vázquez, quien debió renunciar a este cargo por falta de respaldo político –incluyendo a la propia ministra de Educación y Cultura, Dra. María Julia Muñoz– cuando el mandatario había designado a Filgueira, junto a otros colaboradores especialistas en el tema, para hacer realidad su promesa de “cambiar el ADN de la educación”.
Pues la salida de Filgueira y sus colaboradores del elenco de gobierno asegura que no solo no habrá cambio de ADN sino ni siquiera un corte de uñas, porque hay intereses contrapropuestos a los del interés general, que son los de los gremios de la enseñanza, a los que la ley de educación de la primera administración Vázquez le concedió mayor poder en la conducción.
Filgueira precisamente reconoció que el cambio educativo solo puede darse “si se cambia la estructura del sistema, no se puede fortalecer con la estructura actual”, en entrevista en la que analizó la problemática educativa en una entrevista en Telemundo con el periodista Emiliano Cotelo.
Luego de que el sindicato de docentes Fenapes lograra que la elección de horas fuera acorde a sus plazos, EdUy21 emitió un comunicado respaldando a Secundaria, que Filgueira firmó. Explicó que “nos pareció importante apoyar las iniciativas que las autoridades de la educación hace tiempo vienen realizando para ir hacia un sistema más racional, eficiente e igualitario en la selección de horas. Tiene que haber una vocación de políticas públicas de decir que un modelo no es correcto y que hay alternativas mejores”, explicó.
Esta es solo una muestra, aunque valedera, de que sistemáticamente las autoridades pierden la pulseada con los gremios.
El punto es que estamos ante una necesidad cada vez más imperiosa de una base sólida en educación especialmente para darle oportunidades a los segmentos más vulnerables de la población, que son los que más sufren las consecuencias de esta degradación, de los problemas de calidad educativa, y es de esperar que las conclusiones de EdUy21 sean consideradas como una base de trabajo con consenso político, para realmente hacer lugar a los cambios que impliquen una puesta al día en un sistema educativo que hace agua por todos lados y que no resiste más parches.