Diez años y mucho por hacer

En la última década han sido importantes los avances en materia de consolidación de las áreas protegidas del país, no sólo a través de la incorporación de nuevas en diversos lugares del territorio nacional sino también con el establecimiento de vínculos con las comunidades locales y el trabajo de puesta en marcha de planes de gestión.
El Sistema, que acaba de cumplir 10 años se ha venido fortaleciendo como una herramienta significativa para la conservación de los ambientes naturales. De acuerdo a datos oficiales, un total de 280.000 hectáreas de superficies terrestres y marinas están bajo la tutela del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), lo cual representa un porcentaje del 1% aproximadamente del territorio nacional.
No es poco si se piensa que en esa superficie está representado aproximadamente el 70% de los paisajes naturales de Uruguay, los cuales se hallan bajo distintas formas de protección de la biodiversidad, aportando así a la conservación de ecosistemas y especies prioritarias para la conservación amenazadas (superando en este caso el 30% del total).
Además, estas áreas ofrecen múltiples posibilidades de disfrute y recreación en conexión con la naturaleza durante todo el año. Por esta época las de la costa atlántica suelen tener mayor relevancia pero hay otras, como las de nuestra región, que convocan a visitantes ávidos de actividades vinculadas al turismo de naturaleza, el deporte y la recreación.
Tal es el caso del Área Protegida de Esteros de Farrapos e islas del río Uruguay, o aquí en Paysandú, el Área Protegida de Montes del Queguay. Esta última, ubicada en la confluencia de los ríos Queguay Grande y Queguay Chico, se destaca por su diversidad de ambientes y por ser el área boscosa más importante del Uruguay. Posee también valores culturales, históricos y arqueológicos ya que allí vivieron los últimos charrúas que existieron en el país.
Se trata de un Área Protegida con Recursos Manejados, ingresada al SNAP en 2014, en la que son habituales usos controlados como circuitos turísticos guiados y actividades deportivas como la recientemente realizada Regata del Queguay, una actividad ya tradicional que reúne numerosos participantes.
Mencionamos específicamente el caso del Área Protegida de Montes del Queguay no solo por estar en nuestro departamento sino porque en su concreción influyó notoriamente la participación de la población local. No es fácil que la población de un lugar se involucre fuertemente en causas vinculadas a temas como la ecología y la diversidad biológica cuando el tema en cuestión no involucra directamente una amenaza o peligro contra el bienestar humano. Sin embargo, la población local se ha involucrado fuertemente en la conservación y gestión de esta área protegida.
Vecinos y varias instituciones de la zona impulsaron su ingreso al SNAP, tras la recomendación de la academia puesto que fue la Facultad de Ciencias, que estuvo con sus docentes y estudiantes trabajando en la zona, la que recomendó dicho ingreso.
Aquellos esfuerzos iniciales dieron sus frutos y eso permitió el desarrollo incipiente de otro tipo de propuestas en la zona, vinculadas fundamentalmente al turismo de naturaleza en complementación con el termal. Se trata pues de un buen ejemplo de la iniciativa y el interés local en beneficio de la preservación de la biodiversidad y el patrimonio natural y la optimización de las acciones humanas en un entorno que contribuya a un desarrollo sostenible.
Actualmente las áreas que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas son el Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos (Treinta y Tres), el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay (Río Negro), el Parque Nacional Cabo Polonio, el Paisaje Protegido Laguna de Rocha, el Parque Nacional San Miguel y el Área de Manejo de Hábitat o Especies Cerro Verde e Islas de La Coronilla (las cuatro en Rocha) y el Área de Manejo de Hábitat o Especies Laguna Garzón (Maldonado y Rocha).
También están el Paisaje Protegido Valle del Lunarejo (Rivera), el Paisaje Protegido Localidad Rupestre de Chamangá y Monumento Natural Grutas del Palacio (estas dos en Flores), el Área Protegida con Recursos Manejados Montes del Queguay (Paysandú), el Área de Manejo de Hábitat o Especies Rincón de Franquía (Artigas), el Área Protegida con Recursos Manejados Humedales de Santa Lucía (Canelones, Montevideo, San José) y el Área de Manejo de Hábitat o Especies Esteros y Algarrobales del Río Uruguay. Las próximas áreas que ingresarán al sistema son Paso Centurión y Sierra de los Ríos, en Cerro Largo, y más adelante la isla de Flores, frente a Montevideo.
Desde hace muy pocos años estas áreas han comenzado a contar con guardaparques, profesión que fue formalizada también en el marco de un proceso reciente y actualmente cuentan con nuevas potestades pudiendo actuar como “policía en el territorio” en lo que respecta a aspectos ambientales. En este sentido, cabe recordar que el Cuerpo Nacional de Guardaparques comenzó a funcionar en 2016 y cuenta con 48 funcionarios en la actualidad.
Otro avance importante y una de las principales herramientas de gestión definidas por el Sistema, para alcanzar los objetivos trazados a nivel de territorio, es la elaboración de planes de manejo para las distintas áreas. Se trata de un instrumento que requiere un proceso de elaboración conjunta, así como un esfuerzo de llegar a acuerdos y alinear los intereses dentro de las áreas, para definir las acciones a seguir en cada una de ellas.
En este momento solo 10 de las 14 áreas protegidas tienen un Plan de Manejo que establezca claramente qué se puede y qué no se puede hacer en cada una de ellas, por lo que avanzar en este sentido se vuelve sumamente necesario no solo para la mejora de la gestión sino para clarificar situaciones a todas las partes involucradas y, fundamentalmente, dotar a los guardaparques de instrumentos efectivos para el trabajo diario y sus contingencias. Ni qué decir que los planes de manejo se vuelven imprescindibles a la hora de generar oportunidades para las comunidades locales en lo que respecta a la recreación, el turismo, educación, la investigación científica y el desarrollo de actividades productivas compatibles con la conservación.