En otro planeta

Si se es capaz de defender a un ministro del Interior (Eduardo Bonomi) por tanto tiempo por más que la inseguridad campee a sus anchas y que incluso mienta sobre una muerte en una cárcel, entre otras desavenencias, es posible respaldar a alguien que diga que la educación en el país goza de buena salud, y que va en el rumbo correcto.
La ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz –una política muy cercana al presidente Tabaré Vázquez–, así lo cree y lo afirma. Para ella “se está por el buen camino” y la “política educativa viene dando buenos resultados”. Muñoz, quien compareció ayer ante la Comisión de Educación del Senado, reconoció que solo cuatro de cada diez estudiantes terminan la educación obligatoria, pero justificó que ese “es un problema de toda la sociedad” y no consecuencia del rumbo de las políticas educativas.
La cortedad en la visión de la ministra es la misma de las autoridades de la educación, que en su encierro siguen diagnosticando positivamente a la educación cuando hacer rato se sabe que estamos mal, o muy mal, y no se hace nada serio por revertir la situación. Y como sucede con los países donde no se atiende la educación, marchamos a una regresión de la que luego será muy difícil salir.
No hay que ser ningún leguleyo para entender que la educación viene barranca abajo. Y que afirmar lo contrario es vivir en otro planeta, sencillamente. Hay muchos análisis en la vuelta sobre el estado de la educación; uno de ellos, el “Libro Abierto: Propuestas para apoyar el acuerdo educativo” de la plataforma educativa Eduy21, que hace hincapié en que los desafíos que el país enfrenta en educación son del sistema educativo en su conjunto. Que sería un error encarar y “aislar” el cambio en la educación media bajo el argumento que es donde se registran los mayores problemas y abstrayéndose, en gran medida, de los condicionamientos desde la educación primaria y sus implicancias.
“No obstante lo cual, es en la educación media con tasas de egreso del 30% y el 60% respectivamente en la educación media básica (ciclo básico) y media superior (bachillerato, Mirador Educativo, Ineed, 2017), donde se coloca preferentemente la discusión sobre la viabilidad del Uruguay como una sociedad de oportunidades que aspire a un desarrollo justo, inclusivo y sostenible”, comentó Renato Opertti de Eduy21 en una columna de opinión publicada en El Observador.
“En el contexto regional, Uruguay exhibe un importante rezago en materia de finalización de ciclos de educación media”, afirmó el último informe del estado de la educación realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed).
Justamente, la citación de Muñoz a la Comisión de Educación del Senado –y convocada por el senador Pablo Mieres–, se produjo para que explicara las sucesivas renuncias en el Ineed. En seis años de trabajos de esta institución, se han marchado dos directores ejecutivos además de directores y técnicos. Todos han dicho que las renuncias se presentaron debido a “presiones” de la directiva y la posible “pérdida de autonomía”. Y claro está: cuando las autoridades no escuchan lo que quieren oír, hay que matar al mensajero. La falta de autocrítica ha sido una característica de los actuales gobernantes.
“No dejemos que (la información) quede confinada en manos de quienes parecen a menudo asumir el rol de tutores paternalistas de un pueblo que –según parecen creer– no debería ser informado y alertado acerca de problemas y los avances que enfrenta el desarrollo educativo del país”, dijo el último director renunciante del Ineed, Mariano Palamidessi.
Ahora que se viene un año electoral, el gobierno querrá hacernos saber que la educación funciona de maravillas y que el país sigue teniendo una educación tan buena como la de otrora. Pero los resultados están a la vista: ausentismo de alumnos y profesores, mal desempeño en las pruebas PISA, pésimos resultados en las evaluaciones del propio Ineed, unos planes educativos desactualizados, deserción por doquier, aumento de los ni ni, infraestructura educativa en muchos casos muy deteriorada. La tecnología avanza, el mundo sigue adelante, en cambio, en Uruguay seguimos teniendo mentalidad del siglo pasado, o del otro. No hay plata para levantar el liceo de Dolores, afectado por el famoso tornado, pero sí para gastar el doble de lo previsto en el hermoso Antel Arena.
El asunto del dinero en la educación ha sido otro de los puntos por los cuales se ha generado controversia.
Está perfecto contar con un presupuesto importante para la educación y los reclamos de aumento tienen su lógica. Pero sin pedir nada como contrapartida no surte ningún efecto, como ha quedado demostrado en estos últimos años.
Para lograr cambios sostenibles se deben hacer reformas. Desde el retorno a la democracia los sucesivos gobiernos han realizado esfuerzos para lograr mejoras educativas. Algunos con más suerte que otros. En la actualidad, no se reacciona ante un deterioro pronunciado y se planifica una reforma a corto y largo plazo para no quedar desfasados del mundo. No, ministra Muñoz. La educación no está bien y un flaco favor le hace al país con este tipo de declaraciones.