¡Salud, Paysandú! Sin negativismos

Sin dudas, al haber ingresado en su 54º edición, la Semana de la Cerveza de Paysandú ha pasado a engrosar la lista de festividades que se han incorporado firmemente a la tradición popular a partir de ideas que en su momento se lanzaron quijotescamente, con mucho entusiasmo y asumiendo el desafío de que el emprendimiento pudiera germinar para dar lugar al árbol, o perderse, como tantas veces, en suelo estéril.
Felizmente, con el paso de los años, y desde 1966, este festival que se pone en marcha año a año durante la Semana de Turismo o Semana Santa, ha pasado a ser uno de los eventos más multitudinarios y tradicionales del país, y se ha incorporado como uno de los atractivos que son “marca” Paysandú, como el postre Chajá, por mencionar una creación local más añeja pero estrechamente vinculada a la carta de presentación de Paysandú, entre muchos otros logros que los sanduceros hemos conquistado y difundido durante décadas.
Ha pasado más de medio siglo desde que el funcionario de Norteña Jorge Gavary lanzara la idea recogida por la por entonces fábrica de cerveza local y la Intendencia Municipal, para abordar la organización de la primera Semana, como una convocatoria modesta, de neto tinte y proyección local, pero que ha ido remontando y pasado de un motivo de encuentro entre sanduceros a un evento de proyección turística de magnitud y que no es solo de beneficio para quienes se encuentran en el predio con sus ofertas o actúan en sus escenarios, sino una fuente de generación de turismo hacia Paysandú y de “vender” el departamento en la región.
Debemos recordar que en aquel entonces todo giraba en torno a la antigua Cervecería y Maltería Paysandú, embotelladora de la cerveza “Norteña” (actualmente de la multinacional AmBev), pero más allá de ser proveedora del leit motiv de la convocatoria, felizmente la fiesta ha tenido mucho más que ofrecer y crecido hasta constituirse en centro de diversión y esparcimiento para diversos públicos entre los visitantes que llegan desde toda la región.
Pero sobre todo, los sanduceros debemos tener y mantener como premisa que no se trata de un tema que involucra solo a quienes lo organizan, ni al gobierno departamental de turno, sino que la Semana de la Cerveza es una fiesta de los sanduceros hacia adentro y hacia afuera, y que como marca registrada implica que es de todos los sanduceros, además de que su éxito es también el de todos, de una forma o de otra.
Y esta reflexión tiene que ver con el negativismo que percibimos muchas veces entre algunos vecinos, incluyendo actores políticos, respecto al desarrollo de la fiesta; de sus atractivos, de los espectáculos que se presentan, de sus costos y de cuál es el saldo que realmente queda para Paysandú luego de una semana en la que se multiplican los esfuerzos para que todo salga lo mejor posible.
Como lo hemos manifestado desde siempre, lo que la Semana de la Cerveza representa para Paysandú trasciende los resultados puramente económicos y estamos ante una inversión que refiere a valores intangibles en cuanto a beneficios para un sinnúmero de actividades y el propio ciudadano común, porque lo que dejan los visitantes y los propios sanduceros a través del movimiento que rodea a la fiesta implica la llegada y reciclado de recursos que se traducen en ventas de bienes y servicios, así como también del potencial turístico de la ciudad y el departamento.
En este sentido es bueno traer a colación los efectos colaterales o agregados, como muchas veces se señala, de lo que se haga o deje de hacer, que trascienden el impacto directo, al punto de hacer que de una u otra forma nadie quede al margen del éxito o el fracaso. Es que Semana de la Cerveza, pese a no ser de naturaleza industrial o productiva, es una fuente de recursos que deja también beneficios incalculables en Paysandú, en hotelería, en venta de bienes y servicios varios, gastronomía, recreación, souvenirs, comercios y también una infraestructura de apoyo nada despreciable que hace que se recicle riqueza que de otra forma sería de circulación ajena al departamento. También mueve pequeños talleres, carpinteros, herreros, etcétera, que trabajan tanto para infraestructura dentro del predio ferial como en emprendimientos que se encaran fuera del predio, o refacciones en comercios que se realizan específicamente pensando en este evento.
Lo que quiere decir que la Semana de la Cerveza es mucho más que gente que viene de afuera, los espectáculos y la venta de artesanías, bebidas y alimentos –el “chorizo” como despectivamente llaman algunos–, sino que es un bien preciado de los sanduceros que debemos preservar y potenciar, dejando al margen negativismos y sin celos ni rivalidades políticas y de otra índole.
Porque en ello nos va mucho de lo que es la imagen de Paysandú y porque además –pese a críticas sistemáticas de estos diversos orígenes–, en el plano comparativo nacional y regional salimos muy bien parados, aunque ese mismo negativismo ciegue a quienes en sus cuestionamientos sistemáticos no valoran lo mucho que se hace y siempre se ha hecho –durante administraciones de todos los partidos políticos–, lo que ha crecido la ciudad y el departamento, donde hay mucho por hacer, por supuesto, pero en el entendido de que solo podremos superarnos si nos unimos por encima de diferencias y en aras del objetivo común del interés general.
Por todo eso, hay que mirar para adelante con optimismo, para transmitir al turista esa imagen que nos beneficia a todos, y para disfrutar entre todos de la gran fiesta de los sanduceros. ¡Salud, Paysandú!