Lo que dejó la renuncia de Placeres

Confundir y querer mezclar una decisión que allana el camino de un fiscal para investigar sobre la presunción de un delito con un “acto de grandeza”, como la renuncia a una banca de diputados y el rechazo al cobro del subsidio, y encima mirar para un costado en la búsqueda de culpable de otros tiempos, no tiene desperdicio.
El discurso de Daniel Placeres es de antología. Renunció, luego que el fiscal Luis Pacheco pidiera su procesamiento por conflicto de intereses, ante su participación parlamentaria en una ley que benefició a Envidrio y donde trabajan familiares directos.
Ahora dice que nunca estuvo “cómodo” entre las “paredes” del Parlamento, sino en la militancia social. Sin embargo, su participación parlamentaria comenzó en 2005, como edil en la Junta Departamental de Montevideo. Y su militancia política mucho más atrás en el tiempo, pero la investigación de la fiscalía se basa en su desempeño como legislador vinculado a un emprendimiento sobre el cual votaba leyes y préstamos para que continuara en funcionamiento. A punto tal que, cuando el Fondes ya no aprobó préstamos a través de los nuevos directivos, la plata vino igual pero del Inefop.
Aunque el legislador, muy cercano a Mujica, apunte contra la “montaña de escoria” que le tiraron los diputados nacionalistas Jaime Trobo, Rodrigo Goñi y Gonzalo Mujica (por ese entonces por fuera del Frente Amplio), parece evidente que la cúpula frenteamplista lo obligó a renunciar ante los tiempos que corren y apremian. Si no fuese un año electoral, seguramente hubiesen sostenido a este ahijado de Mujica a capa y espada, como lo hicieron con Sendic. Hasta que no pudieron más y presentaron su renuncia como “el bullying más fantástico de todos los tiempos”. Y –faltaba más– cargaron contra dos periodistas que presentaron una investigación sobre el exvicepresidente.
En su discurso, Placeres se mostró convencido de su actuación ética y moral. “No quiero que el Frente Amplio ni el MPP sean objetivo de quienes quieren demoler la industria de este país”, concluyó. En realidad, la industria en este país adolece de sobre costos en la producción, con altas tarifas públicas que presionan al aparato privado que, en definitiva, es el que banca las discrecionalidades en el uso de los dineros públicos. Fundamentalmente, cuando esos recursos se destinan a empresas que no son rentables, pero igual votan créditos irrecuperables para mantener prendida la “velita al socialismo”.
Pero “se olvida” el ahora exlegislador que el Fondes no está gestionado por la oposición. Sin embargo, cuando asumió Tabaré Vázquez transformó el instrumento e introdujo cambios legales para evitar estas aprobaciones eternas de dinero sin devoluciones. El presidente del Instituto Nacional del Cooperativismo, Gustavo Bernini, ya sabía antes de asumir que a Envidrio no le podían habilitar nuevos fondos. Y Bernini, también luchador social (fue dirigente sindical), también legislador (fue diputado del Partido Socialista), pero bancario de formación sabía muy bien que los fondos se nutren con plata que se devuelve. En esa ecuación lógica para gestionar bien a la plata ajena, reconoció, hace dos años, que el Fondes arregló las garantías de las máquinas con la empresa para asegurarse un respaldo, en caso que la iniciativa no salga adelante. “Esto es para tratar de tener blindado lo que se prestó”, dijo Bernini en su momento.
Porque los topes, de acuerdo a la nueva ley, están fijos en unos U$S 400.000 y no en millones de dólares que preveía la empresa para volver a funcionar (unos U$S 6,2 millones). El chorro, que era inimaginable que se cortara en la nefasta administración Mujica, se terminó en otro gobierno de su propio partido y no en la oposición comandada por la “escoria”.
Pero volviendo a la puesta en escena que tuvo lugar en el palacio de las leyes, Placeres se retiró en medio de una ovación de legisladores frenteamplistas y trabajadores de la empresa, que obligó a suspender la sesión por unos minutos.
En realidad, la fiscalía solicitó el desafuero para investigar supuestas irregularidades a instancias de una institucionalidad vigente y fortalecida con tantos años de democracia. Porque en este país, felizmente, no existen intocables y eso es lo que nos define como una república de iguales.
Su partido no votó una investigadora al respecto, así como no votó otras investigadoras en temas diversos y a eso se lo permiten las mayorías parlamentarias. Si en realidad no había actos ilícitos ni reñidos con la ética, entonces se hubiese allanado el camino a la justicia.
Estas conductas contribuyen, claramente, a lo que denunció en la parte final de su discurso: “Quisiera que mi renuncia sea un llamado de atención acerca del estado en que se encuentra nuestro sistema político: recuperar la calidad y sus prácticas de debate, de sus acuerdos y disensos, recuperar la empatía que deben tener con los que tienen otra cosa y nada más que la esperanza. Es la única garantía que tenemos para que las causas justas tengan una oportunidad sobre esta tierra”.
Porque no debatir y abusar de sus mayorías para protegerse es una forma de volver hemipléjico al sistema político. Porque la empatía no se descubre con programas de asistencialismo, a horcajadas de impuestos aplicados a la clase trabajadora y “porque se llegó a un límite que no conviene sobrepasar”, como bien lo definió el ministro de Economía, Danilo Astori. No hay que esperar a que “los demás partidos hagan lo mismo”, porque cuando se presentaron como el paradigma de la transparencia y honestidad establecieron “su” propia vara. Y el día que aparecieron los primeros procesados, que fueron sostenidos hasta que se volvieron inaguantables, patearon para el lado del “rédito político”.