Un lobo con piel de cordero

En el vecino país siempre las cosas van más aceleradas y quizás más alocadas respecto a lo que sucede por estos pagos. Por allá, la impronta suele ser más sobreactuada con una mezcla de exhibicionismo y patetismo, como parte de un show sin fin en el que los actores son todos, los ciudadanos, los gobernantes, los políticos. Por ahí se explica, en parte, el arrastre que aún mantiene la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, indagada por presunta corrupción en una decena de causas judiciales.
En concreto, el próximo 21 de mayo comenzará el primer juicio oral en su contra. Tanto ella, como su difunto marido y también expresidente Néstor Kirchner, se han enriquecido ilícitamente durante los períodos en que gobernaron su país, años en los que se dedicaron a beneficiar a sus allegados y en dividir profundamente –incluso más de lo que estaba– a la sociedad argentina.
La opción por un nuevo mandato de Cristina Fernández, por lo tanto, no debería ser una opción racional en las próximas elecciones –que tendrán lugar en octubre de 2019–, aunque ella no haya manifestado su deseo de postularse. Por el momento. Pero, como se dijo, en Argentina las cosas corren por otras coordenadas y su figura ha crecido en las últimas semanas en las encuestas de opinión: algunos sondeos indican que podría ganarle al presidente Mauricio Macri –de pálida imagen y gestión– en segunda vuelta. Esta tendencia está bajo la influencia de la crisis económica de esta nación, con una inflación de 54,7% anual en marzo y una contracción del PBI de 2,5% en 2018.
De cualquier modo, Cristina no pierde oportunidad para mostrarse como tal, como una candidata a la presidencia y a la vez como la salvadora de los argentinos, adoptando ahora una versión más azucarada y light en comparación a los meses anteriores y su pasado como presidenta. No cabe duda que se trata de una estrategia, una manera de parecerse de una persona peligrosa de la que pueden salir pocas cosas buenas de sus propuestas e ideas. Un lobo con piel de cordero es lo que se vislumbra estos días de su figura.
El periodista argentino Jorge Lanata comentó en Todo Noticias respecto a la expresidenta: “Estamos frente la máscara de una nueva Cristina”. Una opinión oportuna sobre alguien que maneja muy bien el arte de engañar y de parecer lo que no es. De presentarse como una perenne víctima y de hablar en tono de superada, como quien la tiene clara y en un arrebato de generosidad, comparte su presunta sabiduría.
Y así, acompañada por una supuesta moderación en su discurso, asistió el jueves a la Feria del Libro de Buenos Aires para la presentación de su libro “Sinceramente”, aclamada por sus seguidores con banderas y cánticos –con toda la parafernalia peronista–, y bajo la expectativa sobre si se postulará a las elecciones de octubre venidero. Algo sobre lo que no hizo referencia.
Esta fue la primera aparición de la exmandataria en muchos meses en un acto público fuera del parlamento donde se desempeña como senadora desde 2017, y la coloca en el centro de la escena política y electoral. Como a ella más le gusta. En el evento literario, Cristina explicó que escribió el libro animada por su exjefe de gabinete Alberto Fernández, quien se mostraba “muy angustiado” por lo que se decía de ella y de su marido Néstor Kirchner. Con 300.000 ejemplares vendidos en 20 días, según la editorial Penguin Random House, un récord para el mercado argentino, el libro es una mezcla de memorias familiares y políticas, cargado de duras críticas al actual gobierno de Macri. También dedica una parte importante a defenderse de las acusaciones de corrupción en su contra.
En su speech, Cristina no mencionó ni una sola vez a las elecciones presidenciales aunque recalcó que para Argentina “son momentos muy difíciles” y sostuvo que su libro, “lejos de plantear enfrentamientos o peleas, es una interpelación a todos, a las dirigencias no solo políticas, sino sindicales, sociales, culturales”.
“Me parece que mucha gente decide sobre información que no es correcta, tampoco tienen la culpa de no tenerla. Estamos en un momento muy especial del país y la historia en el que es necesario aportar a este tipo de debates y discusiones. Creo sinceramente que es el aporte que puedo dar para construir algo diferente”, señaló Cristina Fernández en su discurso. Además, planteó hacer “un contrato social de todos los argentinos, con metas verificables, cuantificables, exigibles. Un contrato social de ciudadanía responsable”.
Como se ve, fueron palabras edulcoradas y con pretendida buena intención, que viniendo de cualquier otro político podrían ser puestas en consideración y tomadas en serio. Pero saliendo de la boca de Cristina resulta poco creíble. Ella misma hablando de contratos sociales de todos los argentinos y refiriéndose a construir algo diferente, cuando se dedicó a destruir a su país y dejar una pesada herencia a quien la sucediera en el poder –en este caso, Macri–, más allá de los errores del actual mandatario.
El lobo con piel de cordero, para atraer quizá a ese votante de centro, no ya al fanático peronista que le da igual quien se coloque como candidato. Muchos analistas coinciden en que si Cristina se candidatea, Macri tiene más opciones de ser reelecto. Sería mejor no arriesgar y que la expresidenta termine procesada como correspondería.