Pensarnos como ciudad universitaria

En los últimos años la Universidad de la República protagonizó un desarrollo descentralizador que tuvo como consecuencia la ampliación y diversificación de la oferta de estudios y la radicación de equipos de investigación y docentes en el Interior.
Si bien muchas carreras aún se imparten únicamente en Montevideo, hay otras que se han comenzado a ofrecer en forma exclusiva en los centros universitarios regionales del Interior, mientras que otras tienen trayectos en distintas sedes ubicadas en diferentes ciudades del país.
Según información de la UdelaR, actualmente el 16 % de sus estudiantes cursa en el interior del país mientras que hace 15 años, la cantidad de estudiantes que se formaba en el interior representaba el 4 % del total de su alumnado, lo que significa que unos 20.000 estudiantes hoy se desempeñan allí mientras que antes lo hacían 3.000 alumnos, según manifestó recientemente el presidente de la Comisión Coordinadora del Interior (CCI), Rodney Colina.
El país invirtió en radicar docentes y facilitar la modalidad de profesores que viajen a trabajar en las distintas sedes y el Interior se convirtió en “un hito” de desarrollo de enseñanza terciaria a nivel nacional.
En lo que concierne a nuestra región, el Litoral Norte, en los últimos años se han registrado importantes transformaciones a nivel de la educación terciaria de la región, que significan un avance sustantivo en comparación con la situación de décadas anteriores.
En este sentido, al fortalecimiento de la Universidad de la República y las carreras terciarias de la Administración Nacional de Enseñanza Pública (ANEP), como los CERP e Institutos de Formación Docente, se han sumado nuevos actores educativos con ampliación de ofertas vinculadas a potencialidades del territorio, como las carreras de la Universidad Tecnológica (UTEC), además de la presencia de las universidades privadas ORT y Católica en Salto y Payandú y las carreras terciarias y bachilleratos tecnológicos del Consejo Técnico Profesional (UTU).
En lo que respecta a la Universidad de la República, su fortalecimiento regional con la creación del Centro Universitario Regional (Cenur) Litoral Norte – cuyas principales sedes están en Salto y Paysandú pero posee casas universitarias también en Artigas y Río Negro que han comenzado a dinamizar la vida académica de dichos departamentos- ha tenido como consecuencia que muchos estudiantes de la región pueden estudiar en sus propias ciudades. Pero además, las localidades donde hay sedes universitarias se han transformado en polos de atracción para departamentos cercanos, con la consecuente dinamización económica y educativa como ciudades receptoras.
El crecimiento que ha tenido la Sede Paysandú del Cenur Litoral Norte ha sido importante no sólo en número de estudiantes que cursan formación de grado sino también con nuevas ofertas de carreras, consolidación de grupos de investigación, incorporaciones edilicias y nuevos servicios. En este sentido, es importante señalar que el Cenur Litoral Norte cuenta actualmente con 10 mil estudiantes, 750 docentes, 150 funcionarios y 50 ofertas de enseñanza en diferentes áreas del conocimiento.
En el mundo actual el desarrollo va de la mano, en gran medida, de la posibilidad de acceso al conocimiento y Paysandú -que posee una economía diversificada- está requieriendo y requirirá en el futuro del desarrollo de sectores intensivos en conocimiento en sintonía con el desarrollo productivo y de servicios del Departamento.
Al igual que otros departamentos de la región se ha estado trabajando en una agenda estratégica que incluye a la educación y el conocimiento, aspecto incluido en el recientemente realizado III Foro Ciudades, producto de la iniciativa denominada “El Paysandú que queremos”, que se propone “propiciar instancias de diálogo participativo para la definición de políticas públicas que permitan establecer estrategias para el desarrollo del departamento”.
En este sentido, diferentes diagnósticos coinciden en que Paysandú se visualiza a sí misma como una ciudad “en transición” debido a un cambio de modelo de desarrollo tras el agotamiento de su pasado industrial, aunque parecería que aún no resulta claro si queremos ser una ciudad turística o una ciudad universitaria, o ambas cosas.
Como ciudad universitaria se requerirían nuevos servicios vinculados a las actividades de los estudiantes a nivel curricular o extracurricular. Un avance importante en este sentido es la reciente inauguración del Complejo Educativo Paysandú en la exterminal de ómnibus –propuesta que fuera lanzada desde este diario en marzo de 2014– y de un comedor universitario que satisface un largo reclamo de los estudiantes universitarios a nivel local.
La incoporación de estos servicios ha demandado un importante trabajo y coordinación interinstitucional -y son bienvenidos- pero falta más si realmente queremos ser una ciudad universitaria. Es necesario crecer en infraestructura, en planes de alojamiento o construcción de residencias, sistematización de la oferta particular que existe en ese rubro, en el fortalecimiento de las bibliotecas universitarias en recursos humanos y materiales y, también la consideración del estudiante universitario como destinatario específico de la oferta cultural y educativa complementaria, así como en otros aspectos que apunten a su desarrollo y calidad de vida.
Pareciera que a pesar que ya existen padres e hijos universitarios egresados de la sede universitaria de Paysandú aún cuesta vernos a nosotros mismos como una ciudad universitaria.
Mientras la UdelaR trabaja en un plan presupuestal para el próximo quinquenio en el que serán necesarias nuevas inversiones para radicar docentes e investigadores que permitan consolidar carreras existentes y crear nuevas, y mientras a nivel regional se ha comenzado a discutir en un nuevo Programa Regional de Enseñanza Terciaria, Paysandú debería incorporar fuertemente a su agenda estratégica de desarrollo su perfil como ciudad universitaria.
Esto implica pensar en una estrategia y posicionamiento y en hacer visible ante la población las ventajas de tal emprendimiento que, evidentemente, requiere de la profundización de las sinergias público privadas que se han venido desarrollando así como de definiciones que sobrepasan el ámbito académico y de política universitaria e involucran además a una serie de actores sociales, económicos y políticos que no pueden estar ausentes. El fortalecimiento de la Universidad en esta ciudad es real, tangible y sin antecedentes. A corto o mediano plazo requerirá de definiciones locales, las cuales además son necesarias para el desarrollo de oportunidades para a sociedad en general más allá de los actores universitarios propiamente dichos. El proceso está en marcha y no excluye, sino más bien complementa, otras opciones que podrían potenciar la actividad departamental.