Mala hierba nunca muere

La paz de Colombia sufrió su más duro golpe el jueves con el anuncio del que fuera jefe negociador de la guerrilla de las FARC, Luciano Marín, alias “Iván Márquez”. En un video de 32 minutos de duración, declara que retorna a las armas como cabeza de un grupo de disidentes en respuesta a la “traición del Estado” al acuerdo de La Habana, el proceso que derivó en la deposición de la lucha por parte de las FARC y el ingreso de sus miembros a la política colombiana.
“Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (lugar de nacimiento de las FARC) bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”, dice Iván Márquez, quien había sido el líder de las negociaciones con el gobierno en la capital cubana.
La movida tira a la basura una idea que vivió más de 1.000 días –desde la firma de la paz, el 24 de noviembre de 2016–, en la que los ciudadanos de Colombia se esperanzaron con terminar con la calamidad guerrillera y comunista llamada FARC, la que generó una guerra civil y arrasó un país. La nueva situación es todo un ejemplo que mala hierva no muere, como reza el dicho, y que se hace patente que resulta muy difícil darle cabida a energúmenos que no saben de derechos humanos y menos de democracia.
Los colombianos despertaron el jueves con esta noticia, que resultó ser una sorpresa para muchos; no obstante, teniendo en cuenta el paradero desconocido de Márquez y de sus palabras que tildaban de “error” el haber dejado las armas, se temía por la vuelta a la guerra.
“La aprensión se justifica si se tiene en cuenta que entre los disidentes están también Seuxis Paucias Hernández, alias ‘Jesús Santrich’, Hernán Darío Velásquez, alias ‘El Paisa’, y Henry Castellanos, alias ‘Romaña’, nombres ampliamente conocidos en la guerrilla que pueden atraer de nuevo a las armas a antiguos rebeldes descontentos con la implementación del acuerdo de paz”, señala un buen análisis de la agencia EFE respecto al conflicto colombianos y las últimas novedades.
Desde que salió a luz el pacto de La Habana, quedó una disidencia estimada en 1.800 miembros, desperdigados en pequeños grupos, mayormente, en la selva colombiana. Pero con el anuncio de Márquez ese número bien puede incrementarse. Cuando se firmó la paz, algo más de 7.000 guerrilleros dejaron las armas, a los que se suma un número similar de milicianos (colaboradores en las zonas urbanas) y combatientes que estaban presos.
Uno de los grandes errores –con el diario del lunes, claro está– del gobierno de Colombia y de todos los negociadores, fue haber confiado en Iván Márquez, uno de los principales ideólogos de las FARC. Él mismo encabezó la delegación de las FARC durante los meses que duró la negociación del histórico acuerdo con el gobierno en 2016 y cuya gestión le valió al entonces presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el Premio Nobel de la Paz. En los años de 1980 ya había estado en acercamientos entre las FARC y el gobierno, y aunque llegó a participar en política, luego retomó las armas. Se le conoce por sus habilidades diplomáticas y fue uno de los principales voceros internacionales de las FARC, destaca un reporte de la BBC.
También estuvo a cargo de operaciones de secuestro, extorsión y asesinato, de acuerdo a un perfil publicado por el portal Insight Crime. Luego de la firma del acuerdo de paz, Márquez fue parte de una comisión para vigilar el cumplimiento del pacto; las autoridades de Estados Unidos lo relacionaron con actividades de narcotráfico de las FARC. Y en abril de 2018 Márquez se marchó a la clandestinidad y en enero de 2019 publicó un comunicado en el que decía que había sido un “grave error haber entregado las armas a un Estado tramposo”.
El regreso a las armas fue condenado por todo Colombia, desde el presidente Iván Duque, que los llamó “banda de narcoterroristas que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”, hasta por sus antiguos camaradas de las FARC.
“Proclamar la lucha armada en la Colombia de hoy constituye una equivocación delirante”, manifestó el presidente del partido FARC, Rodrigo Londoño, una señal de que el país, o al menos una parte, no quiere volver al pasado de sangre y muerte.
Por más que los exmiembros de la FARC que se avinieron al sistema de partidos que arropa la democracia, el anuncio de Márquez y compañía no deja de ser gravísimo que atenta no solo contra la paz y seguridad de Colombia, sino de la región en el contexto de una América Latina siempre convulsa.
Los colombianos necesitan el apoyo para terminar de una buena vez con esta lacra conocida como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para acabar para siempre con esta violencia que tanto mal nos ha hecho a los pueblos latinoamericanos. Va siendo hora.