Reelección merecida

En medio de la locura global causada por el coronavirus, casi el único tema que existe sobre la mesa y gran protagonista de todas las conversaciones, la Organización de Estados Americanos (OEA) reeligió justo ayer al uruguayo, y sanducero, Luis Almagro como su secretario general, por lo que seguirá al frente del organismo por otros cinco años. Almagro venció en la elección a la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa.
Una reelección merecida y necesaria, de alguien que, aun identificándose con la izquierda y de haber sido parte de gobiernos de ese signo, no ha tenido problemas para alzar la voz para denunciar la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. En muchas ocasiones, se ha expresado de manera dura contra ese régimen y también lo ha hecho frente a la situación en Cuba y a su vez en Nicaragua.
Tanto ha sido su ahínco, y su honestidad intelectual, que sus posturas generaron distancia con el expresidente José Mujica y han levantado ampollas en el Frente Amplio, tanto que esta fuerza política lo expulsó en diciembre de 2018. Valiente, se expresó con toda la claridad en ese entonces, a través de su cuenta de Twitter: primero acusó al Frente Amplio de defender la dictadura venezolana y cubana y sus violaciones a los derechos humanos.
Luego publicó un video donde se expresó respecto a la votación que se realizaría en el plenario que determinó su expulsión del Frente Amplio. Aclaró aquellos días que “no tengo cargo de confianza política, no tengo cargo en el FA, no estoy militando por razones obvias, ni estoy afiliado, es decir no tengo ningún vínculo presente con el FA que pueda ser interrumpido”. Puntualizó que “he tenido durante este proceso las mismas garantías que un preso político en Venezuela o en Cuba”.
Almagro es un diplomático de carrera que fue canciller durante el gobierno de Mujica (2010-2015) y arribó a la OEA llevado, en buena medida, por el prestigio regional e internacional que había ganado el mandatario uruguayo. En la elección de ayer en llevada a cabo en la sede en Washington, Almagro recibió el apoyo de 23 de los 34 miembros activos de la OEA (Cuba es parte del ente, pero no participa desde 1962), mientras que 10 países respaldaron a Espinosa y la misión de Dominica se ausentó de la sesión.
La votación, de carácter secreto, se produjo en una Asamblea General extraordinaria de la OEA marcada por la polémica debido a que un grupo de países, entre ellos México y 13 miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), pidieron que se aplazara debido al coronavirus. Espinosa no pudo estar en la sala de la OEA donde se celebró la votación, porque la organización decidió limitar la asistencia por el virus.
Su candidatura había sido respaldada por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, dos de los países caribeños más cercanos al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y había logrado captar buena parte de los votos del Caricom, así como el respaldo de México, gobernado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
De todos modos, Almagro no cosechó esta vez el mismo respaldo que hace cinco años, cuando recibió el voto a favor de 33 de los 34 países en unas elecciones en las que era el único candidato. En ese momento, el uruguayo prometió que no se presentaría a la reelección, pero en diciembre de 2018 anunció que optaría a un mandato de otros cinco años con el apoyo de Colombia y Estados Unidos.
El papel de Estados Unidos, muy activo en contra de gobiernos como los de Maduro, ha sido clave para captar los votos y lograr la reelección de Almagro. Además, la Casa Blanca instó públicamente al embajador de Perú en Estados Unidos, Hugo de Zela, a retirar su candidatura a la Secretaría General al considerar que estaba “dividiendo” al bloque hemisférico, ya que ambos competían por el respaldo de un grupo similar de países. De Zela anunció este lunes que abandonaba la campaña, lo que ha permitido a Almagro aumentar su ventaja sobre Espinosa.
Sea como fuera –el juego político nunca falta–, la continuidad de Almagro al frente de la OEA es un mensaje positivo para las Américas. Se necesitan personalidades que no pacten con la mediocridad y el desprecio hacia los derechos humanos como lo hacen Cuba, en primer lugar y desde hace más de cinco décadas, Venezuela y Nicaragua.
También, cuando pase el temblor del coronavirus, será relevante contar con dirigentes políticos bien asentados y con buen respaldo, a sabiendas que nada será igual luego de esta pandemia que tiene en vilo no solo a la salud de la población mundial, sino también a su economía y sus consecuencias.
Por fortuna, Almagro venció en los comicios en la OEA a la representante de la recalcitrante izquierda que aún campea a sus anchas en nuestra región. Para afrontar cualquier tipo de crisis, siempre es mejor hacerlo sin las recetas, de escaso éxito en toda la historia, de ese signo político y filosófico.