El turismo que vendrá

Un informe de la Organización Mundial de Turismo (OMT) publicado en la víspera en su sitio oficial (unwto.org) muestra que el 100% de los destinos turísticos del mundo ha impuesto restricciones a raíz de la pandemia de COVID-19. De ellos, el 83% lleva aplicando estas restricciones desde hace cuatro semanas o más y ningún destino las ha levantado.
Como forma de trabajar sobre esta realidad la OMT creó el “Comité Mundial de Crisis para el Turismo” con el propósito de “que los gobiernos no se queden en palabras” y empiecen a tomar medidas decididas para salvaguardar los millones de puestos de trabajo amenazados como resultado de la pandemia.
En la tercera reunión de este Comité, la OMT instó a sus miembros a incrementar la presión sobre los líderes mundiales “para que reconsideren sus políticas fiscales y de empleo relativas al turismo y ayuden a garantizar la supervivencia de las empresas para impulsar los esfuerzos de recuperación a mayor escala”.
En este sentido señala la organización que la preparación de respuestas financieras y económicas “ha sido el principal foco de atención de las Reuniones de Primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial esta semana, mientras que la Comisión Europea ha estado impulsando la cooperación política dentro de la UE”.
El comité, anuncia la OMT, “está trabajando en un plan de recuperación para el sector, que estará centrado en las fronteras abiertas y en una mejor conectividad, a la vez que se trabaja por mejorar la confianza de los consumidores y los inversores”. La OMT anunció además que pronto presentará “un nuevo paquete de asistencia técnica para la recuperación. Estas medidas permitirán a los Estados Miembros mejorar su capacitación y comercializar y promocionar mejor su sector turístico en los difíciles meses que tenemos por delante”.
La OMT puede hacer su parte, los Estados pueden disponer de lo suyo y aportar para que los destinos de preparen de la mejor forma, pero hay otras variables de las que dependerá la recuperación en buena medida, por ejemplo el comportamiento de los turistas a partir de la confianza que sientan para volver a viajar. Otro factor significativo es el económico, porque aunque las personas quisieran volver a viajar, también habrá consecuencias que afrontar después de la detención general de actividades.
Quien profundizó en esto fue Jay Sorensen, analista del sector turístico, citado por la revista Forbes, quien planteó una serie de puntos a considerar hacia la reactivación del Turismo. El primero de estos puntos advierte que “La quiebra de empresas reducirá la capacidad y el inventario”. Entiende que “no todas las aerolíneas, hoteles, agencias y atracciones sobrevivirán, y los que sigan tendrán un desempeño financiero reducido durante varios años”. Esto, lógicamente, implicará un encarecimiento de la actividad turística, al menos durante un tiempo.
“Las aerolíneas desecharán los aviones más antiguos, se tomarán su tiempo para reactivar algunos que están fuera de servicio y postergarán o rechazarán la entrega de unidades nuevas que habían encargado”, especuló. Además, “algunos hoteles cerrarán, otros se recauchutarán para otros usos y otros quedarán vacíos por mucho tiempo”.
En cuanto a los turistas, anticipa un cambio de conducta, que implicará que “viajarán más cerca de sus países en el corto plazo”.
Según Sorensen “los viajes en auto, trenes de pasajeros y vuelos de corta distancia darán los primeros indicios de renovación de la demanda”. Además señala que “las experiencias urbanas densamente pobladas perderán popularidad, especialmente si hay que tomarse un metro. Los turistas asociarán lo rural y el aire libre a una buena salud y las multitudes y espacios públicos a un mayor riesgo”.
Otra de las predicciones de Sorensen parece casi obvia, y es que “la seguridad sanitaria será un factor omnipresente”. Lo llamativo es que a su juicio no lo era aún, ya que afirma que las aerolíneas tendrán la oportunidad de hacer lo que deberían estar haciendo hace años: conquistar a los pasajeros usando la limpieza de instalaciones y aviones como arma competitiva.
En resumidas cuentas, el turismo tendrá que presentar una propuesta diferente, pensada para un público que, aún sin disponer de la misma capacidad de gasto que antes, hará pesar sus demandas en materia sanitaria y las opciones de turismo rural, en pequeñas localidades, y en grupos reducidos, al parecer serán las que irán abriendo el camino.
En estas perspectivas no es descabellado pensar en las coincidencias entre lo que se está planteando como el nuevo perfil del sector y la oferta en que trabaja la región desde el Corredor de los Pájaros Pintados (de hecho, y a modo de ejemplo, el 97% de quienes llegan a los destinos de la región turística lo hacen en su propio vehículo según cifras del último boletín semestral generado por el Observatorio del Corredor).
En las últimas semanas hemos estado viendo cómo el sector procura seguir activo en la región mientras transcurre esta pandemia, apelando a la formación y profesionalización, así como dando a conocer entre los operadores las herramientas y beneficios que han generado las intendencias, el BPS y ANDE, entre otros.
Esto parece ser un aspecto clave para que no se desmantele la oferta, la mucha, poca, buena o regular, pero la que está a disposición cada vez que llega alguien a recorrer y conocer nuestros lugares.
El director de Turismo de Soriano, José Luis Perazza, en una entrevista con EL TELEGRAFO días pasados, planeaba con claridad uno de los mayores riesgos que afronta hoy el corredor y es la posibilidad de perder pequeños emprendimientos familiares o hasta individuales. Su desaparición acarrearía no solamente la pérdida de una unidad económica, sino –y sobre todo– la pérdida de los conocimientos que tiene quien conoce los montes, los ríos, los pájaros, los senderos, los caminos, las historias locales.
Perder a estas personas es resignar un valor que puede ser un diferencial cuando todo se reactive.