Equilibrio de perillas

En su segundo informe “Impacto del COVID-19 en el comercio exterior, las inversiones y la integración en América Latina y el Caribe”, el Banco Interamericano de Desarrollo recoge una encuesta de la Cámara de Industrias del Uruguay realizada entre 122 empresarios manufactureros. Allí a modo de resultados expresa que “El 69% de las firmas ha visto reducir sus ventas durante el mes de marzo”, “Las empresas exportadoras observan un menor impacto relativo que las orientadas al mercado interno”, “Para abril, un 64% de las firmas encuestadas prevé bajas sustantivas en sus ventas, en tanto que un 22% estima caídas leves. Las empresas exportadoras son algo más optimistas que las enfocadas en los mercados internos”. Los números no son alentadores y por ello no sorprende que el artículo agregue un último párrafo en el que indica que “Los industriales solicitan al gobierno garantizar la libre circulación de bienes, particularmente con el resto de la región”.
El 7 de abril, un día antes de conocerse ese informe el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, intervino en una de las conferencias de prensa a través de las cuales el gobierno ha mantenido contacto con la población. Fue la conferencia de prensa de la que la mayor repercusión fue la afirmación de que no habría imposición sobre el capital. Pero en esa rueda de prensa el primer mandatario también dio a conocer cuáles serían los pasos siguientes en esta emergencia, en concreto allí empleó la metáfora de un operario que maneja perillas y habló de mantener un equilibrio entre la perilla de la economía y la perilla sanitaria.
Esta estrategia se hizo mucho más explícita en días posteriores, cuando en una entrevista con El Observador el director general de la Salud, Miguel Asqueta, habló de la estrategia “On/Off”. Afirmó que “este virus va a circular”, con medidas de aislamiento o no, “más tarde o temprano, aunque tomemos cualquier determinación social, sanitaria, económica y demás, el virus va a circular”. Indicó al respecto que el objetivo es “modular el avance de la epidemia” para que “no haya cuellos de botella”.
Estas afirmaciones coincidieron con el final de la licencia especial que el sector de la construcción había acordado entre sus trabajadores y empresarios y con el que inicialmente el gobierno no estuvo de acuerdo, aunque más tarde accedería y lo haría posible. Para que los trabajadores de la construcción regresaran a las obras fue necesario un nuevo acuerdo con representantes de las empresas y con el Sunca, sindicato de los trabajadores de la construcción.
El acuerdo preveía una serie de medidas con el propósito de prevenir eventuales contagios del Covid-19 entre los trabajadores, pero también una suerte de protocolo en caso de detectarse síntomas de la enfermedad entre los obreros: tos, fiebre, resfrío, dolor de garganta, etcétera.
Se previó además una cobertura económica a quienes no alcancen los jornales necesarios para acceder al subsidio por enfermedad. En caso de una certificación médica obligatoria por cuarentena, se abonará $ 16.377 por un período de 14 días. En caso que el médico certifique una enfermedad preexistente (diabéticos insulino-dependientes, portadores de enfermedades o tratamientos que generan inmunodepresión y trabajadoras embarazadas) contarán con una partida de $ 23.822 mensuales, por un máximo de dos meses. Estas serán financiadas por el Fondo Social de la Construcción.
Por supuesto que además el personal deberá trabajar en cuadrillas, en las que se deberá mantener una distancia de por lo menos 1 metro entre los obreros, se deberá usar tapabocas y cada herramienta deberá ser desinfectada. También se organizan rutinas para el lavado de manos y se colocarán dispensadores de alcohol en gel, entre otras medidas.
Tal vez sea este regreso de la Construcción a sus puestos de trabajo el primer ensayo en esta estrategia “On/Off”, o ese primer giro de afloje a la perilla de la economía, yendo hacia la metáfora del presidente.
Asqueta decía que su consejo al ministro de Salud Pública, Daniel Salinas “es que hoy se tenga en mente una modulación. Quizás en algún momento haya que aconsejar algún aflojamiento en algunas medidas (la determinará el ministro y la llevará al presidente). Vemos que hay países que han ido a ese modelo donde el aflojamiento de medidas puede hacer que circule el virus y que haya un aumento en las positividades y un aumento en las internaciones, y de ahí ajusta nuevamente las medidas”. Esta denominación de “Modelo tipo On/Off” surge de matemáticos y estadísticos que parecen estar llevando a nivel mundial la voz cantante en el enfrentamiento contra este virus.
De hecho, empleando proyecciones y estimaciones matemáticas el presidente manejó en esa misma conferencia de prensa los números que tendrían que darse para llegar a una situación complicada en Uruguay.
Lacalle recordó que en el país hay 382 camas de CTI disponibles sobre un total de 622 y recordó que además el gobierno se comprometió a generar 100 nuevas camas de cuidados intensivos.
“Tendría que tener en el entorno de 8.700 contagios para tener la capacidad totalmente colmada en CTI. Estamos lejos”, tranquilizó Lacalle en ese momento.
Sin embargo los estadísticos y matemáticos, los que han estado comparando las “curvas” de la evolución de la enfermedad entre países, parecen omitir que cuando se entra en estas comparaciones en realidad se están comparando cosas distintas, muy distintas. La primera, y enorme, es que esto comenzó en China y luego siguió en Italia, en momentos en que aún estaban en el invierno en el hemisferio Norte.
También han aparecido voces discordantes acerca de la estrategia referida por Asqueta, entre ellos el presidente del Sindicato Médico del Uruguay, Gustavo Grecco, quien sostiene que el virus aún no ha alcanzado los sectores sociales “donde puede provocar más daño”. Grecco, que desde el primer momento ha reclamado por protocolos de acción en común, para que todos los actores tengan claras las líneas de acción, sostuvo que “la oportunidad de implementar eso que delineó el doctor Asqueta nos parece apresurado”.
En declaraciones a El Espectador el dirigente sindical agregó que hay un segundo punto a considerar, que es “cómo empezamos” y en ese sentido recordó un documento entregado al gobierno el 20 de marzo, en el que planteaba que el reintegro a la actividad de los sectores que se definan, “de una manera pensada y paulatinamente, tiene que ser ‘contra testeo’. Tenemos que tener la mayor certeza de su situación respecto al virus, porque todos podemos ser portadores asintomáticos”.
El transcurso de los días traerá noticias sobre cómo resulta este regreso masivo a la actividad de los trabajadores de la construcción y si el país puede seguir aflojando la perilla de la economía, eso sí, sin que el barullo nos haga olvidar la otra perilla. Pero de lo que sí debemos estar seguros es que por más “On/Off” o perillas que se manejen, los casos se multiplicarán, y habrá fallecimientos. Eso es inevitable, tarde o temprano ocurrirá. De lo que se trata es de evitar la saturación del sistema hospitalario, nada más. Porque la otra alternativa sería encerrar el mundo hasta que se cree una vacuna, que podría tardar más de un año en llegar; y eso es imposible de realizar.