Bajante dejó ver peligrosos bancos de pedregullo de dragado en Casa Blanca

Así se veían el pasado viernes 15 de mayo los bancos de piedra molida que dejó la draga Kaerius de la empresa belga Jan de Nul a los lados del canal de Casa Blanca. El río estaba en la cota -20 centímetros.

Durante décadas las fuerzas vivas de Paysandú reclamaron a través de la Comisión Intersectorial Pro Puerto de Ultramar de Paysandú (Cipup) la apertura del canal de Casa Blanca frente a esa localidad, de forma de posibilitar la navegación de cabotaje hasta Paysandú y, eventualmente, Salto y Concordia.
El reclamo respondía a que ese canal es el natural del río, y que por lo tanto no necesita casi mantenimiento una vez lograda la profundidad deseada. Por lo tanto, presenta ventajas respecto al canal Almirón, que ya se había dragado en 2011 a un costo de más de varios millones de dólares.
Fue así que en enero de 2017 la empresa belga Jan del Nul comenzó la apertura de los suelos duros del canal de Casa Blanca con la draga perforadora Kaerius. A diferencia de los trabajos anteriores en el canal Almirón, realizados con dragas de la Dirección Nacional de Hidrografía y que se demoraron casi cuatro años, la Kaerius terminó en poco más de un mes. Pero ese no es el único contraste. En Almirón se utilizaron largos tubos flotantes que llevaban los sedimentos del lecho del río hasta la costa, donde eran depositados. En cambio, en Casa Blanca la roca molida de los fondos duros fue dejada en paralelo a la canal en el mismo cauce del río, formando grandes montículos que, cuando está bajo, afloran a la superficie.
Esos montículos son obstáculos muy peligrosos para la navegación deportiva, tanto de veleros como embarcaciones a motor, porque con el río en niveles normales quedan ocultos bajo el agua a pocos centímetros de profundidad. Estos obstáculos no están señalizados –sólo el canal cuenta con balizamiento– y pueden destruir la pata de un motor fuera de borda, quebrar la quilla de un velero o perforar el casco de cualquier embarcación cuyos tripulantes, confiados en la profundidad de la zona circundante, naveguen por allí desconociendo su presencia y tengan la mala fortuna de chocar contra uno de los montículos de piedras.
Si bien representa una mejora en la navegación de carga hasta el puerto de Paysandú, los trabajos mal encarados tienen un fuerte impacto en el río y también en la actividad náutica deportiva, que paradójicamente se pretende potenciar como área de desarrollo turístico en el litoral.