La supervivencia del turismo

La Organización Mundial de Turismo estimó que el impacto en números negativos de la crisis por la pandemia COVID-19, ya era en mayo tres veces superior al que ocasionó la crisis económica global del año 2009. Si bien los datos muestran que el movimiento está empezando a reactivarse, lejos está de hacerlo en las condiciones ideales. Se trata más que nada de una reacción para evitar que se profundicen los problemas en la economía, antes que un movimiento que se produzca porque la situación haya mejorado. Mientras, la crisis sigue su evolución y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la cosa va para largo.
En una declaración emitida tras la reunión del pasado 31 de julio, difundida esta semana, el Comité de Emergencias sobre la COVID-19, “puso de relieve la duración prolongada prevista de la pandemia, tras señalar la importancia de mantener iniciativas de respuesta sostenidas en el ámbito comunitario, nacional, regional y mundial”.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, dijo que una pandemia de estas características ocurre una vez cada cien años, pero sus efectos se dejarán sentir durante décadas. En este momento “muchos países que creían haber dejado atrás lo peor, se enfrentan ahora a nuevos brotes. Algunos que se vieron menos afectados en las primeras semanas, experimentan ahora cifras crecientes de casos y víctimas mortales. Y algunos de los países que tuvieron brotes de gran envergadura han conseguido controlarlos”, sostuvo, en su llamado a no bajar la guardia.
Así y todo los números del Turismo, el sector a escala global más afectado por la crisis sanitaria, empieza a ver brotes de esperanza.
De acuerdo a los datos que ha arrojado el seguimiento que está realizando la Organización Mundial del Turismo (OMT), el organismo especializado de las Naciones Unidas para el turismo, la actividad va en ascenso.
Según su último análisis el 40% de los destinos del mundo han flexibilizado ya las restricciones que impusieron al turismo internacional como respuesta a la COVID-19. Estos datos, registrados el 19 de julio, muestran una suba sustancial en comparación con los del 15 de junio, cuando eran solo el 22% de los destinos quienes habían flexibilizado las restricciones, o los del 15 de mayo, cuando eran únicamente un 3%.
Esto es una luz al final del túnel. Hay turismo después de la pandemia, o por lo menos en simultáneo con ella. Se confirma la tendencia a una adaptación lenta pero continua y un reinicio responsable del turismo internacional.
De los 87 destinos que han flexibilizado hasta ahora las restricciones de viaje, solo cuatro han levantado por completo todas las restricciones, mientras que 83 las han aligerado pero manteniendo algunas medidas, como el cierre parcial de fronteras en vigor. Esta última edición del informe de la OMT sobre las restricciones de viaje muestra además que 115 destinos (el 53% de los destinos del mundo) siguen manteniendo sus fronteras completamente cerradas al turismo.
Claro que estos números a escala global cambian sustancialmente cuando la lupa se posa sobre América Latina, en estos momentos la región del mundo más comprometida por la enfermedad, y ni hablar sobre nuestro vecino Brasil que aparece al tope de todas las listas, tanto de contagiados como de fallecidos, y a Argentina que tiene todavía una actividad muy restringida.
Esto, por supuesto, impide al sector turístico uruguayo disponer de sus principales clientes y la mejor posibilidad aparece a través del aeropuerto de Carrasco. Nuestro país es en estos momentos de los pocos de latinoamérica que tiene las puertas de Europa abiertas, y es una posibilidad que sería interesante aprovechar.
De hecho el subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio, anunció en las últimas horas que se está trabajando sobre la posibilidad de generar intercambios turísticos “entre puntos sanos”. Esto sería que el turista sube al avión en Carrasco y se traslada, sin escalas, hasta su destino, que sí o sí será un punto donde se garantice la bioseguridad para los uruguayos que viajen, así como, mediante los controles del caso, se deberá garantizar la sanidad del resto de los uruguayos, al recibir visitantes extranjeros procedentes de otro “punto sano”.
Esto se sumaría al turismo interno, que como sabemos no solamente se ha reactivado sino que se está fomentando desde el Ministerio. Sin embargo su impacto es el que es, y con las restricciones que obedecen a los protocolos, se torna insuficiente.
Desde la Cámara de Turismo se evaluó como muy dispar el movimiento en las recientes vacaciones de julio. El promedio de ocupación de turistas “fue muy dispar”, algunos destinos alcanzaron el fin de semana el 75% pero el promedio en Colonia fue de 14% y en las termas del 25%.
“Hasta que no abran las fronteras el turismo no se va a reactivar” dijo el presidente de la Cámara, Juan Martínez, que de paso pidió más medidas para incentivar el movimiento interno.