La mujer rural

El pasado jueves se celebró, el Día Mundial de la Mujer Rural, una jornada establecida por la ONU que comenzó a celebrarse cada 15 de octubre desde 2008. Apunta al reconocimiento del papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza en ese ámbito, tan caro para nuestros intereses nacionales. Como en cualquier estamento de la vida, el rol de la mujer en el campo resulta clave. Pero, lamentablemente, hay fines por cumplir y por los que trabajar para acortar distancias y brechas. Y más en esta era digital.
En un reciente estudio denominado “Desigualdad digital de género en América Latina y Caribe”, promovido por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y la colaboración de expertos de la Universidad de Oxford, se asegura que las mujeres con un bajo nivel educativo que viven en áreas rurales de América Latina y Caribe constituyen el grupo menos “conectado” a través del teléfono celular, por lo que abordar la brecha digital y mejorar su acceso a los dispositivos puede promover su empoderamiento “económico y político”.
El informe pone el acento en el análisis de este tipo de datos en un momento “en el que la conectividad y la alfabetización digitales se consideran bienes públicos de importancia fundamental, especialmente para los más pobres y marginados”.
De acuerdo a los datos estudiados –a partir de la Encuesta Mundial de Gallup y la composición de género de los usuarios de Facebook–, en los 23 países latinoamericanos analizados existe una brecha digital de género en la propiedad de teléfonos móviles, con un aparente empeoramiento en los últimos cinco años.
“Específicamente, las mujeres con un bajo nivel educativo que viven en áreas rurales constituyen el grupo menos conectado, lo que se destaca como un área importante para intervenir mediante políticas. Por lo tanto, abordar estas desigualdades es una oportunidad para mejorar el acceso de las mujeres rurales a este recurso y promover su empoderamiento económico y político”, afirma el reporte.
Entre sus conclusiones, también apuntan que es “menos probable que las mujeres posean un teléfono móvil que sus homólogos masculinos, incluso después de tener en cuenta una serie de características sociodemográficas”.
El informe detecta “heterogeneidades”, ya que en varios países de la región –como Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Surinam, Uruguay y Paraguay–, las mujeres rurales tienen más probabilidades de ser usuarias de Facebook que los hombres, respecto a otras zonas como México y la región centroamericana.
Del mismo modo, los autores animan a estudiar las brechas de género en el acceso digital dentro de cada país, ya que permitiría “una comprensión más profunda de estas desigualdades, así como de la relación entre las desigualdades de género con y sin acceso a Internet”.
En ese sentido, –debido que el “acceso de las mujeres rurales a este tipo de recursos y a otros como tierra, semillas, tecnologías, mercados, etcétera, es menor que el de los hombres”, plantean al IICA que “mapee el nivel de acceso de las mujeres a la telefonía móvil” al estar “adaptando su oferta de cooperación técnica a modalidades virtuales”.
Pero no solo de tecnología se encuentran relegadas las mujeres rurales de América Latina. También sufren, quizá de forma más anónima, las consecuencias de la pandemia del coronavirus. Y, justamente, el lema de este Día de la Mujer Rural lleva el lema: “Construir la resiliencia de las mujeres rurales a raíz del COVID-19”.
Las mujeres y las niñas están en desventaja en esta pandemia, un problema que se agrava más aún en las zonas rurales. Las mujeres rurales ya enfrentaban, y se enfrentan, a batallas previas específicas en su vida diaria a pesar de sus roles clave en la agricultura, el suministro alimentario y la nutrición. La ONU quiere poner énfasis sobre estos puntos.
“Ahora, desde el COVID-19 y las necesidades de salud únicas en áreas remotas, les es menos probable tener acceso a servicios de salud de calidad, medicamentos esenciales y vacunas. Las normas sociales restrictivas y los estereotipos de género también pueden limitar la capacidad de las mujeres rurales para acceder a los servicios de salud”, asegura el organismo internacional.
“Además, muchas de ellas sufren de aislamiento, la difusión de información errónea y la falta de acceso a tecnologías críticas para mejorar su vida laboral y personal. A pesar de todo ello, han estado al pie del cañón en la pandemia, incluso con un trabajo de cuidados del hogar no remunerado que ha ido en aumento”, añade.
Como en otras áreas, existen diferencias con los hombres. Menos del 20% de los propietarios de tierras en todo el mundo son mujeres. En las zonas rurales, la brecha salarial de género llega al 40%. Y reducir la brecha en las tasas de participación de la fuerza laboral entre hombres y mujeres en un 25% para el año 2025 podría aumentar el PBI mundial en un 3,9%, subraya la ONU. Nada menos