Uruguay también tiene su historia en la Fórmula Uno

Listos para largar el GP de Argentina de 1956.

Quizás en su momento fue Gonzalo Rodríguez el que podría haberlo logrado aunque trágicamente lo encontró la muerte. Más acá la esperanza podría estar en Santiago Urrutia. La Fórmula Uno parece un sitio inalcanzable para los pilotos uruguayos, pero hay que señalar que no siempre fue así.
Y seguramente que si alguien asegura que Uruguay contó con nada menos que cuatro pilotos en la máxima categoría del automovilismo mundial, compitiendo en Grandres Premios, dirá que es mentira.
Pero es verdad: Alberto Uría, Oscar González, Eitel Cantoni y Asdrúbal Fontes fueron cuatro uruguayos que salieron al ruedo de la Fórmula Uno para codearse con la crema de la crema del automovilismo mundial, hace ya muchos años.
El contador y periodista Gustavo Martín reflotó los datos en su blog, futbolynumeros, para que las nuevas generaciones seguramente se sorprendan al conocer que Uría y González fueron sextos en el Gran Premio de Argentina en 1956, que Cantoni estuvo en tres Grandes Premios a lo largo de la temporada 1952, o que Fontes no pudo largar el GP de Francia de 1959.
Está claro: era otro mundo. Y en todo sentido. Hasta podría decirse, comparando la Fórmula Uno de aquel entonces a la actual, se trata de otro deporte muy diferente, con marcadísimas diferencias no solo tecnológicas.

El pionero

Eitel Cantoni fue quien abrió el camino de los uruguayos en la Fórmula Uno. Dueño de la escudería Bandeirantes, había comprado dos Maserati con la intención de competir y codearse con los mejores.
Así, en 1952 se fue a Europa con el objetivo de estar en la carrera que se llevaría a cabo en el circuito francés de Rouen, pero no logró clasificar. Igual, sin desesperar, tuvo su gran oportunidad nada menos que el circuito de Silverstone, el 19 de julio de ese año: clasificó en el lugar 27º entre un total de 32 participantes. La realidad es que no pudo completar la primera vuelta porque el auto tuvo inconvenientes con los frenos.
El segundo Gran Premio para Cantoni fue en el circuito de Nürburgring, en Alemania, donde alcanzó a clasificar en el puesto 26º, pero nuevamente los inconvenientes en el auto, en este caso en la transmisión, lo dejaron dar muy pocas vueltas al circuito, en este caso cuatro.
Está claro que era todo hacer camino al andar. En la siguiente fecha de la temporada no pudo clasificar en el circuito holandés de Zandvoort, pero en la última carrera del año tuvo su premio.
Nada menos que en Monza, el uruguayo clasificó en el puesto 23º entre 24 autos, y finalizó la carrera en el lugar 11º, a cinco vueltas del ganador de la carrera y campeón de la temporada, Alberto Ascari.

De a dos: el sexto lugar

A mediados de la década del ‘50 Alberto Uría, un hacendado de José Pedro Varela, Lavalleja, se metió entre ceja y ceja competir en un Maserati en la Fórmula 1, luego de que cosechara buenos tiempos en las pruebas de velocidad que se realizaban en el por entonces circuito de Santiago Vázquez y en la rambla de Montevideo.
Lo ideal era mostrarse cerca, así que cruzó el charco para competir en el Gran Premio de Argentina de 1955, en el que largó 21º pero debió abandonar en la 22ª vuelta por problemas en la presión de combustible del auto.
Pero se quedó con la sangre en el ojo, así que decidió repetir la experiencia al año siguiente. Esta vez estuvo acompañado por Oscar González, y Uría decidió correr en una Maserati, pero también llevar una Ferrari para luego participar de una prueba de los 1.000 kilómetros. González fue amigo personal de los pilotos argentinos Juan Manuel Fangio y Froilán González.
El mundial de la Fórmula Uno en aquel año comenzó justamente en Buenos Aires, el 22 de enero. Uría y González pilotearon un Maserati A6GCM potenciado con un motor de 2,5 litros y seis cilindros, al igual que el resto de los autos participantes, y con neumáticos Pirelli.
Uría largó 13º, aunque sin demasiadas pretensiones entre los 13 autos que formaban parte de la prueba. El dueño de casa, Juan Manuel Fangio con su Ferrari, largaría en pole. Fangio llegaba de ser tres veces campeón del mundo, 1951, 1954 y 1955.
La carrera, primera fecha de las ocho de la temporada (siete de Fórmula Uno e Indianápolis 500), se cerró tras cumplirse el máximo de tres horas de duración. La Ferrari de Fangio y Luigi Musso completó 98 vueltas para recorrer un total de 383,411 kilómetros, a una velocidad media de 127,748 kilómetros por hora.
El otro que completó 98 vueltas fue el escolta, el francés Jean Behra, a bordo de un Maserati. El Maserati privado de Mike Hawthorn fue tercero, a dos vueltas, y la dupla conformada por Gerino Gerini y Chico Landi terminó cuarta, a seis vueltas de los ganadores, mientras que el belga Olivier Gendebien, con Ferrari, finalizó quinto, a seis vueltas.
Y después, sextos, se mostraron los uruguayos. Uría y González terminaron en esa ubicación, sin dudas todo un logro más allá de que los ganadores les sacaron 12 vueltas. Cada uno de los pilotos celestes corrió 44 vueltas en esa carrera.
Hay que recordar que en aquella época puntuaban los cinco primeros, más el punto para la vuelta rápida, y que para el campeonato de pilotos solo se contabilizaban los cinco mejores resultados obtenidos por cada competidor.
En caso de que varios pilotos, por circunstancias de la carrera, compitieran con un mismo vehículo, los puntos se dividían equitativamente entre los pilotos. Y si uno conducía dos o más autos que lograran puntos, solo recibía los compartidos correspondientes al bólido mejor clasificado.
Está claro que aquella en el Autódromo Juan y Oscar Gálvez fue la mejor actuación de pilotos uruguayos en la Fórmula Uno.

El último antecedente

Asdrúbal Fontes, oriundo de Pan de Azúcar, fue el último uruguayo que se coló en la máxima categoría del automovilismo mundial. En este caso el piloto celeste manejó un Maserati de la Scudería Centro Sud, pero sin suerte: si bien aceleró en el circuito francés de Remis, no pudo clasificar para el Gran Premio galo. La participación de Fontes se dio el 5 de julio de 1959, siendo la última de un piloto uruguayo en la Fórmula Uno.