Nadie salió a despedirlo

Largamente hemos referido en EL TELEGRAFO al Corredor Pájaros Pintados, al impacto que tuvo en el territorio, a las inversiones que se concretaron, a los instrumentos que se generaron, también a los problemas con algunas lanchas que se compraron durante el desarrollo del proyecto y las derivaciones que seguimos viendo. Pero hay un aspecto del que llamativamente no hay el mínimo rastro, a un año ya de que el Corredor dejase de existir formalmente. Se trata de una de las patas más importantes que tiene que tener una iniciativa de la envergadura que tuvo, o se proponía tener el corredor, y es nada más ni nada menos que el rol que deberían desempeñar los operadores turísticos privados, que en definitiva son quienes se deberían haber beneficiado con el impulso que la implementación de este proyecto le diera al turismo en esta región.

Desde el inicio el Corredor previó no solamente espacios de participación, donde los operadores, bajo la figura de Adheridos no solamente tuvieron voz para expresarse sobre los distintos pasos que se dieron, sino que también había un ámbito, como la asamblea de adheridos, donde también se podía proponer cambios. Claro, todo esto en el papel, porque después estas buenas intenciones había que llevarlas al terreno de la realidad, a ver si efectivamente esto ocurría, si efectivamente los adheridos se apropiaban de la herramienta con un grado de compromiso tal como para que, una vez terminado el empuje de los dólares gordos del amparo del BID y de los pesos gordos de los viáticos y los salarios de los técnicos y funcionarios contratados para ejecutarlo, el proyecto seguía en pie.

No hace falta ni contar qué sucedió después que el gobierno decidiera que no formaba parte de sus planes mantener el suministro de oxígeno al Corredor. Hoy los únicos vestigios que quedan son los logotipos que se pueden ver, de norte a sur de la costa oriental del río Uruguay. Es decir, nadie ni siquiera solicitó el uso de la marca Corredor Pájaros Pintados para seguirla usando comercialmente. ¿Cómo puede ser que si el Corredor era tan beneficioso, si la marca estaba tan impuesta en el imaginario y los operadores estaban tan integrados y participativos, en la práctica nadie haya reivindicado su continuidad?

Del mismo modo ocurrió con una las lanchas que llegaron a navegar, la que se había destinado a Nuevo Berlín. Hubo un comunicado de la Liga de Turismo y el diputado Constante Mendiondo hizo un planteo discutiendo la decisión, pero, el resto de los adheridos al Corredor Pájaros Pintados no movió un dedo para cuestionar una decisión que fue el gesto que mostró que no había vuelta atrás, por lo simbólico y por cómo se ejecutó: de un día para otro vino el Ministerio y sin consultar a nadie la cargó en un camión y se la llevó al otro extremo del país. Sin construcciones colectivas, resoluciones de asamblea ni nada. Ahí se concretó en los hechos la muerte del proyecto elogiado por el BID y reconocido en publicaciones internacionales por su ideal de sustentabilidad. Cosas que pasan, como cantaba Larralde.

No obstante cabe hacer un repaso de algunas cosas que quedaron después de muerto el Corredor, de las que sería bueno que se informe su suerte, porque en definitiva se realizó en ellas una inversión para nada despreciable, de la que se debería dar cuenta. Claro que también pueden servir para impulsar nuevas políticas en materia turística en la región.
De acuerdo al contrato entre el Ministerio de Turismo y el BID, había tres componentes para la ejecución del proyecto Desarrollo de Corredores Turísticos. El primero la “Creación y consolidación de equipamiento turístico en el Corredor del Río Uruguay. Incluye inversiones relacionadas con la puesta en valor de atractivos turísticos públicos, que posibiliten el desarrollo del turismo náutico, cultural y ecoturismo”; el Componente 2 era el “Apoyo al emprendimiento y a la inversión turística privada en el Corredor del Río Uruguay. Se apoya técnica y financieramente a emprendedores locales para la creación y consolidación de nueva oferta turística, a través de un Fondo Concursable, que es ejecutado con el apoyo de ANDE. El Fondo otorga un aporte no reembolsable de hasta el 70% del costo total del proyecto, por un monto máximo de U$S 25.000”.

Este segundo componente incluía “acciones de captación de nuevos operadores e inversores nacionales e internacionales, a través de la elaboración y difusión de un catálogo de oportunidades de inversión en el CPP y un banco de proyectos bajo modalidades de asociación público-privada”. El catálogo fue elaborado por una consultora, que entregó a la conducción política del Corredor (Ministerio de Turismo), el documento titulado “Doce oportunidades de proyectos turísticos en el Corredor de los Pájaros Pintados”. Es decir, el estudio se realizó y hubo un resultado. Y seguramente tuvo un alto costo. Sería bueno saber si se hizo algo más que pagarle a los consultores por su trabajo, es decir, si esto no está hoy durmiendo en el cajón de algún escritorio del Ministerio.

El Componente 3 refería al “Fortalecimiento de gobernanza turística subnacional en el corredor”, e incluía el desarrollo de un observatorio turístico, con cuatro nodos de gestión territorial descentralizada. El observatorio estuvo generando coloridos informes sobre el movimiento turístico en la región, pero hace ya un buen tiempo que no los genera y pareciera un instrumento que, tal vez cambiándole el nombre, podría ser de utilidad para la gestión.