El desafío de la madera en la vivienda

Con un país en el que el área forestada ha ido en incesante incremento desde la puesta en marcha de la Ley de Desarrollo Forestal, sobre fines de la década de 1980, pero con una exportación que es esencialmente solo de pasta de celulosa y madera aserrada, aparece como un contrasentido que este material no sea objeto de una mayor incorporación de valor agregado, y que a su vez no se esté utilizando extensamente como insumo para la fabricación de viviendas, tanto de interés social como de mayor precio, como se hace en gran parte del mundo.
Es en este contexto que debe evaluarse la iniciativa del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT) en el sentido de promover la construcción de casas de madera de interés social con una experiencia piloto que se procurará repicar lo largo y ancho del país.

“La construcción de casas de madera reduce los costos por metro cuadrado y el tiempo de obra, sin perder la calidad”, afirmó la ministra del ramo, Irene Moreira, al señalar que el programa Mevir (Movimiento Pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural) liderará la experiencia piloto mediante la construcción de nueve casas en Rivera, obras que finalizarán antes de fin de año, en el marco de una iniciativa que se replicará en otros departamentos, incluido Montevideo.
Moreira afirmó que el programa Entre Todos del MVOT priorizará la construcción en madera en este período y resaltó la importancia de esta modalidad porque capta el dióxido de carbono y crea fuentes laborales, además de otorgarle valor agregado a una industria que está en pleno desarrollo en la zona Norte. Este proyecto democratiza la construcción porque posibilita que pequeñas y medianas empresas interactúen con el Estado, agregó.

Para iniciar este plan piloto de nueve casas, la intendencia donó un terreno en el barrio Progreso de la ciudad de Rivera, y seleccionará a las familias que habitarán el lugar, las que aportarán horas de ayuda mutua, en tanto las obras serán concretadas tras la coordinación entre los ministerios de Vivienda; Industria, Ambiente; Mevir, la Agencia Nacional de Vivienda (ANV); las empresas Ñandé, Lumin, Urufor, y Laviere, para un proyecto que se prevé finalice antes de fin de año.
Pero sobre todo, que la madera constituye una solución rápida para paliar el déficit de vivienda en el país, favorable en términos ambientales, eficiente desde el punto de vista energético y con condiciones térmicas que proporcionan comodidad y calidad.
Paralelamente, el Ministerio de Ambiente realizará también un estudio del impacto ambiental y de habitabilidad del programa, mientras que el Ministerio de Industria, trabaja con sus técnicos en el diseño de las viviendas para que sean eficientes, y entregará calefactores de alto rendimiento.
Para el presidente de Mevir, Juan Pablo Delgado, esta iniciativa apuesta a la innovación, tanto de nuevos materiales como de tecnologías, y a la coordinación entre los sectores público y privado, a fin de construir comunidad, trabajar en equipo y compartir recursos.

El trabajo de esa institución se realizará a partir de un convenio de cooperación que comprende la realización de un plan piloto que evalúe la productividad de las viviendas de madera, proyecto que impulsa el gobierno nacional en la última Rendición de Cuentas, recordó.
Pero hay cierta experiencia en el campo de la vivienda de madera en nuestro país, que se ha hecho mediante la incorporación de avances tecnológicos y experiencias basadas en sistemas que han ganado aceptación a nivel mundial. Existen ofertas que incluyen módulos prefabricados y proyectos construidos in situ e integrados a su entorno, con el uso de la madera, que se presenta como un recurso apto para resolver la gran multiplicidad de requerimientos asociados a la construcción de una vivienda. Como estructura, cerramiento o mobiliario, combinándose con hormigón, piedra, ladrillo o metal, la madera ofrece una infinidad de aplicaciones que permiten la materialización de diversas búsquedas asociadas al lenguaje y la expresividad exterior de los proyectos, como así también la cualificación de los espacios y la generación de atmósferas interiores.

Sin embargo, todavía es muy limitada la extensión del uso de este material en la vivienda, en lo que incide también un aspecto cultural que viene desde el fondo de la historia, en el sentido de que contrariamente a lo que ocurre en otros países, como el norte europeo o Estados Unidos y Canadá, por citar ejemplos notorios, existe convencimiento de que nuestro clima genera deterioro en la construcción y requiere un mantenimiento constante para garantizar su duración y solidez.
Sin embargo, los avances tecnológicos han contribuido a reducir sustancialmente la brecha respecto a los materiales tradicionales, a los que se agregan ventajas comparativas sustanciales para la madera tanto en calidez del ambiente como en aislación térmica y facilidades de reparación.

Lo cierto es que este material es muy empleado en otras partes del mundo para construir, pero en Uruguay su uso para edificar no se ha masificado, pese al crecimiento tan importante que ha tenido la forestación.
La experiencia piloto de Rivera forma parte de la intención del gobierno de darle un impulso a la construcción en madera, con el objetivo de bajar el costo de construcción por metro cuadrado y avanzar en la solución del déficit habitacional que el país arrastra hace años.
Para eso ha acelerado los trámites que hay que realizar para poder utilizar esta tecnología en la construcción y, además, prepara un sistema de apoyo financiero a los proyectos de edificación en madera, mediante un fideicomiso.

El presidente de la Agencia Nacional de Vivienda (ANV), arquitecto Klaus Mill von Metzen, aludiendo al tema, ha señalado al programa radial En Perspectiva, que “una de las ventajas es que es un material con un bajo coeficiente de transmitancia térmica. Eso genera que si tú tocas la superficie de la madera, en invierno no te da frío y en verano no te da calor, porque no es transmisible como otros materiales de la construcción”, en tanto “la madera es el único material de construcción que no se fabrica, viene de la naturaleza, lo tomamos tal cual está y lo adaptamos a nuestros condiciones”, a la vez que evaluó que “la construcción de Wood Framing es 25% más barata respecto al sistema de construcción tradicional. Una construcción en CLT o madera laminada cruzada no es más barata que un sistema de entramado si lo comparamos con una vivienda unifamiliar, porque intervienen procesos industriales que son más caros, pero cuando vamos a escala y comenzamos a escalar la cantidad de soluciones habitacionales, empezamos a tener, frente al sistema constructivo tradicional, un ahorro de entre 20% y 25% de precio por metro cuadrado. Este ahorro no solo es un factor económico sino que tenemos un tercio de tiempo de construcción frente al tradicional”.

El desafío, sin dudas, proviene de aterrizar estos datos técnicos desde su abstracción y tratar de llevarlos al terreno práctico, con financiación para abordar emprendimientos a escala suficiente para su masificación y quebrar, por lo menos gradualmente, la reticencia al uso de la madera como material estructural en la vivienda, para lo que debe apoyarse la iniciativa con la investigación tecnológica en los tratamientos para la intemperie, que hasta ahora ha sido el talón de Aquiles en todo lo que se ha procurado hacer para romper con la inercia cultural en el tema.