Solicitada: “No me resigno a que sea parte del pasado, luchemos por hacerlo presente”

Sin ánimo de caer en discursos nostálgicos, hoy quiero traer a este texto una palabra que creo es la génesis de todas las buenas relaciones interpersonales y es la palabra respeto, mirada en todas sus aristas, bajo todas las formas imaginables.
Respeto que, como sabemos, se debe enseñar en la familia y también en los centros educativos. Me pregunto si pasaron tantos años de aquellas épocas cuando entraba la directora de la escuela al salón y nos debíamos poner de pie. Solo con ese gesto, ¡cuánto decíamos!
Y también el trato hacia la autoridad escolar marcaba respeto, ya que se los trataba de usted, excepto que la misma persona autorizara el tuteo.
Qué decir de los símbolos patrios; se los saludaba en los actos protocolares en absoluto y total silencio, casi como un acto de veneración, ellos son un pedacito de patria, así nos lo enseñaban, así lo vivíamos.

El respeto al uniforme, el ir con los moños azules bien formados y con las túnicas blancas, sino “que iba a decir la maestra”.
¿Cuándo se iba a tolerar que un padre agrediera de palabra o de puño a un maestro? Era absolutamente impensable. No se le levantaba la voz. ¿Y si nos mandaban a la dirección? Nos temblaban las piernas de sólo pensar que nuestros padres se irían a enterar y ya sabíamos las consecuencias, nada buenas por cierto.
El sistema educativo necesita reforzar la enseñanza en valores. Los niños hoy son los futuros adultos del mañana y son portadores de mensajes también en sus hogares. A la institución se la respeta, a la maestra se la respeta, al policía se lo respeta, a la ciudad se la respeta, al País se le debe respeto, así la lista es interminable.

Esta conciencia colectiva en el cambio de paradigma en la educación, debe comenzar en etapas tempranas, educando en las llamadas “habilidades blandas”, entiéndase por tales la empatía, la inteligencia emocional, el saber trabajar en equipo, en el pensamiento creativo, teniendo todo este esquema, el eje centrado en el “reconocimiento del otro”, en saber respetar. ¿El sistema educativo en la actualidad está educando en el fracaso? Hay que tener herramientas emocionales para saber fracasar y poder reponerse. Ser conscientes de nuestras emociones y responsabilizarnos de ellas es fundamental para nuestro bienestar emocional. No es en vano que en nuestro país existe la tasa más alta de suicidios en América Latina. En el año 2020, hubo 718 personas que se quitaron la vida. Es alarmante para una población como la nuestra. El verdadero shock llega, cuando ese número tiene nombre y apellido. Lo vimos en el deporte, tres futbolistas se quitaron la vida en muy poco tiempo, hablamos de Santiago “Morro” García, Williams Martínez y Emiliano Cabrera. Mas allá de las particularidades de cada caso, la principal causa, dicho por psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales dedicados a atender pacientes que han intentado eliminarse, la principal causa ha sido la soledad. Se sintieron solos, no pudieron afrontar lo que les pasaba e intentaron autoeliminarse. Del suicidio debe hablarse, es un debe que tenemos como País.

El mundo y las generaciones cambian a través de los discursos, de los hechos. Así se ha logrado a través de los años el respeto a la diversidad sexual, a poner en valor a las mujeres con movimientos como el feminismo (entiéndase no el radical) con el cuidado al medio ambiente y tantas luchas que ha librado la humanidad y lo seguirá haciendo.
En el estado actual nos debemos una lucha y es en poner en valor al RESPETO. Nos lo debemos como sociedad. No se puede tolerar cualquier cosa bajo la bandera de la “libertad de expresión”. No se debe tolerar cualquier conducta que provoque difamación e injurias escudado en el anonimato que da un perfil falso en una red social.

Y eso lo tenemos que condenar colectivamente, porque mañana, puede nuestro nombre u honor estar en juego.
Todos los días estamos a tiempo de cambiar, seamos una sociedad más respetuosa, más tolerante con los fracasos, más empática, es una pequeña oportunidad desde nuestro lugar, de cambiar el mundo. Esc. Sabrina Buono, edil del Partido Nacional.