Si bien la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto global, el escenario y sobre todo las consecuencias en cada región y país no han sido homogéneas, y sin dudas los que han salido mejor parados o mejor dicho, menos golpeados por esta situación han sido los países con espalda financiera, la mayoría europeos, además de Estados Unidos y Canadá, así como determinadas naciones asiáticas, con economías fuertes y desarrolladas.
Ello ha sido así porque de una forma u otra han evitado la caída abrupta del circuito, han dispuesto de dinero y reservas para subsidiar a trabajadores y empresas más golpeadas mientras ha durado la pandemia, lo que no ha ocurrido con naciones menos favorecidas, como Uruguay, que ingresó en la crisis cuando ya en 2019 veníamos hace años con fuerte déficit fiscal –de más del 5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI)– fuerte desempleo y caída de actividad.
Con la pandemia ahora en franco retroceso y de a poco llegando a la nueva normalidad –como se le quiere llamar– se puede pasar raya para determinar cómo le ha ido a cada sector en pandemia, tanto en nuestro país como en todo el mundo, y por cierto que ha habido ganadores y perdedores, con una suerte diversa pero en general con una problemática devastadora en aquellos sectores que dependen de concentraciones de público, eventos y transporte, como es el caso del turismo, por señalar el más notorio.
Pero también hay quienes salieron favorecidos, y en un esquema general podría decirse que los involucrados en las TI (Tecnologías de la Información), que hacen by pass a la presencialidad y la sustituyen, han resultado abanderados en los beneficios.
Un análisis de la consultora PWC, del que da cuenta el suplemento Economía y Mercado del diario El País, da una pauta de como se han comportado los respectivos sectores en este período de más de un año y medio en el que miles de empresas y millones de empleos quedaron por el camino, con un duro golpe a la economía mundial.
Los ganadores, según indica la consultora, se sitúan dentro de la telemedicina, la ciberseguridad dentro del sistema financiero y el de plataforma de pagos, vinculadas a la tecnología de la información. En este período de pandemia, desde el segundo trimestre de 2020 y hasta el primero de este año, los datos indican que han crecido el sector agroindustrial y la construcción, mientras que ha habido caídas moderadas en la industria, y pronunciados descensos en sectores como el comercio, restaurantes y hoteles.
Pero no ha sido todo lineal: en el caso del comercio, han tenido una gran dinámica las ventas online, las plataformas de pagos y emprendimientos facilitadores de pagos, con la salvedad de que en gran medida lo que ha hecho la pandemia es acelerar procesos que se venían dando desde hace tiempo, como ocurre con las transacciones en “plástico” o transferencias y bajo plataformas digitales, sin olvidar la logística a cargo de empresas distribuidoras que han crecido en equipamiento y empleos.
En cuanto a los canales de pago, si bien continúa siendo importante el canal presencial, ha sido notorio el dinamismo de los no presenciales, que comprenden tanto pagos por web como por teléfonos móviles, y el crecimiento se siguió dando durante la pandemia, potenciado por el incremento del comercio electrónico y la mayor confianza en la utilización de dispositivos.
La pandemia aceleró sin dudas el incremento de las transacciones online, y los avances en la logística y plataformas de pago facilitan y contribuyen a la seguridad estas transacciones, lo que explica además que se consolide la tendencia de que bancos y compañías de créditos estén desarrollando inversiones o alianzas para posicionarse en plataformas de pago de billetera digital.
Todo indica que en la nueva realidad los cambios tenderán a consolidarse y que tendrán mejor desempeño las economías que tengan ventajas en las Tecnologías de la Información y servicios conexos.
Pero no se trata solo del mundo inmerso en los cambios por la pandemia, sino que por ejemplo en lo que refiere a nuestro país el comportamiento de determinados sectores tradicionales que en todo tiempo nos han sacado de las crisis ha sido muy bueno en este período, como es el caso del agro, cuyos ciclos biológicos y desarrollo no conocen de pandemias, y ha sido un factor fundamental para más o menos mantener a flote la economía y poder partir de de un piso más alto hacia la reactivación económica.
En este sentido, un análisis de la consultora KPMG indica que gradualmente la reactivación económica ya se está dando fundamentalmente por el lado de la inversión y de las exportaciones. Considera que la agropecuaria y la construcción son claramente los sectores que más han contribuido a la reactivación, de acuerdo a los datos del PBI en el primer trimestre del año, mientras que el tercer sector que se perfila como tractor de crecimiento es el de la industria manufacturera.
El análisis se remite a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que da cuenta del crecimiento del Índice de Volumen Físico que supera en un 24 por ciento el mismo valor a un año antes, y se sitúa en términos similares en lo que va del año al período inmediato prepandemia, lo que habla por lo menos de una recuperación a valores previos, dejando de lado la acentuada caída del 2020, el año más crítico que vivimos en pandemia.
Ello quiere decir que lisa y llanamente, según analiza la consultora, el promedio de la industria manufacturera ha recuperado la pérdida del volumen de producción debido a la incidencia del COVID-19, aunque el comportamiento no ha sido homogéneo e indudablemente hay sectores que siguen atravesando un momento difícil, con caídas en la producción, y la demanda interna todavía no se ha actualizado plenamente, mientras el empleo tarda en recuperarse.
Sin dudas la gran apuesta en un país altamente dependiente como el Uruguay, sigue situándose en la exportación, y por este lado, llegan buenas noticias por lo menos en el contexto en que nos encontramos.
Es que la demanda externa extrarregional está mostrando un repunte significativo, sobre todo por el lado de China y Estados Unidos, a lo que se agrega un alza en los precios internacionales que mejora el perfil de la actividad exportadora, en especial para contribuir a salir de las dificultades coyunturales por la pandemia.
Mientras tanto, la recuperación de los empleos perdidos todavía genera incertidumbre y este es el gran desafío que se presenta en lo inmediato para consolidar la tendencia hacia la reversión de los parámetros negativos.
Pero todo esto para situarnos más o menos en niveles prepandemia, que no eran buenos ni mucho menos, lo que indica la magnitud del desafío que todavía mantiene tendiente el Uruguay, debido a los cambios estructurales y reformas que se necesita para ser más competitivos.