Paysandú con historia

Paysandú cuenta con una gran historia a lo largo y ancho de su territorio. Su capital es conocida como la Heroica y también ha sido destacada en algún momento por su desarrollo industrial. Pero también Paysandú es considerada la Capital del Artiguismo, porque estos suelos fueron elegidos por el Jefe de los Orientales para gobernar la Liga Federal. Muchas veces ocurre que los propios habitantes de un lugar desconocemos sobre hechos históricos de trascendencia que han ocurrido en nuestras latitudes. Paysandú fue el epicentro de importantes episodios artiguistas, a continuación se mencionan cuatro rincones por los cuales el prócer dejó su huella.
1) Campamento de Purificación
Proveniente de Arerunguá, Artigas gobernó la Provincia Oriental desde lo que hoy es la ciudad de Paysandú. En julio de 1815 estableció la capital en Villa de Purificación (sobre el río Uruguay) en el paraje denominado El Hervidero, ubicado sobre la desembocadura del arroyo homónimo. También allí se ubicó el Cuartel General. Este espacio fue declarado Patrimonio Histórico por el Poder Ejecutivo en mayo del 2003. A diferencia de lo que creen muchas personas, el Campamento de Purificación no estaba ubicado donde se encuentra la Meseta de Artigas, sino a unos 7 kilómetros de dicho monumento. Purificación es sin dudas la huella artiguista más importante en lo que a la historia del prócer respecta por tierras sanduceras.
2) Obelisco
En la intersección de las avenidas Salto y Entre Ríos, con sus 25 metros de altura se levanta este monumento a la orilla del río Uruguay. Fue inaugurado el 7 de abril de 1961, en el marco de los 150 años del desembarco de Artigas, quien en 1811 (enviado por Buenos Aires) llegó a estas costas, cruzando el río proveniente del Arroyo de la China –hoy Concepción del Uruguay– para liderar la Revolución Oriental. El monumento está rodeado por las banderas de la Liga Federal.
3) Tapera de Melchora Cuenca
Melchora Cuenca era descendiente de guaraníes y fue lancera artiguista. Cuando el primer Éxodo del pueblo oriental se estableció en el Ayuí, el gobierno paraguayo mandó carretas con provisiones y uno de los carreros era Cuenca, a quien acompañaba su hija, muy joven y decidida. Allí establecieron relación con José Gervasio Artigas. En 1820 después de la derrota de Tacuarembó, en la costa del arroyo Mandisoví (Entre Ríos) es donde se ven por última vez con José Gervasio Artigas. Melchora se refugia en la casona del Queguay, donde crió a sus hijos (Santiago y María) que fueron fruto de la relación con Artigas.
De esta tapera, hoy solo se mantienen algunas ruinas; hasta aproximadamente el año 1960 conservó su distribución, pero la mayoría de sus piedras, por desconocimiento, fueron utilizadas para la construcción de alcantarillas en la cercana prolongación de la ruta 4.
4) Iglesia vieja (actual oficina de Turismo)
En pleno centro de la ciudad de Paysandú, se encontraba la primera Iglesia en cuya parte trasera estaba el camposanto. En un rancho de barro lindero a la misma, Dámaso Larrañaga entrevistó a José Artigas en 1815, registro que puede leerse en su diario de viaje “De Montevideo a Paysandú”. Sus escritos dan cuenta de la humildad y el carisma del gran Jefe de los Orientales. Larrañaga describe a Paysandú como “un pueblo de indios, con 25 vecinos” y señala que “aunque es un pueblo tan infeliz, tiene el honor de ser interinamente la Capital de los Orientales… por hallarse en ella su Jefe y toda la plana mayor con los Diputados de los demás pueblos”.
Sobre el encuentro con Artigas resalta lo siguiente: “A las cuatro de la tarde llegó el General, el Sr. D. José Artigas, acompañado de un ayudante y una pequeña escolta. Nos recibió sin la menor etiqueta… En nada parecía un general: su traje era de paisano y chaqueta azul sin vivos ni vueltas. Zapato y media blanca de algodón; sombrero redondo con gorro blanco, y un capote de bayetón eran todas sus galas y aun todo esto pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco, de muy buenas facciones con la nariz algo aguileña; pelo negro y con pocas canas”.
“Su conversación tiene atractivo, habla quedo y pausado… Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos, y así no hay quien le iguale en el arte de manejarlos. Todos lo rodean y todos le siguen con amor…”
Juan Andrés Pardo