Ante la llegada de una nueva zafra de reproductores ovinos, “resulta interesante hacer algunas consideraciones acerca de sistemas de producción, razas y objetivos de selección”, manifestó a EL TELEGRAFO el ingeniero agrónomo José Francisco Ramos, técnico del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL).
En Uruguay, a grandes rasgos, “se pueden identificar tres sistemas de producción ovina, en general localizados en determinadas zonas y en particular con diferentes posibilidades, desde el punto de vista agroecológico, de mejoras en el ambiente”, precisó el técnico sanducero.
En un extremo, explicó que “están los sistemas más extensivos, donde el producto principal es la lana fina, la mayoría de ellos con venta de borregos tras la esquila de los dos primeros vellones y una composición del stock donde existen categorías solteras y donde las ovejas de cría representan una proporción del total tal que aseguren la reposición”.
Estos sistemas predominan en las zonas de mayor concentración ovina del país, “representando aproximadamente el 60 a 70 % de la majada nacional”, aclaró el profesional. “Producen lana de alto valor donde la reducción del diámetro puede interpretarse más como una oportunidad que como una urgencia para acceder a precios aún mayores, junto con la mejora de características tales como el rendimiento al lavado y el peso de vellón además de incursionar en la certificación de los procesos productivos”.
Más allá de las estrategias para valorizar el producto lana, Ramos sostiene que “puede afirmarse que el principal desafío para estos sistemas es mejorar la productividad, a través de la mejora de los resultados reproductivos fundamentalmente por aumentos en la sobrevivencia de corderos, de mejoras en la recría de hembras y de la superación de problemas sanitarios estructurales. No puede desconocerse que incluso en sistemas productores de lana fina y super fina, el aporte de la carne ovina es muy importante (40 a 50 % del producto bruto ovino)”.
En el otro, se ubican sistemas con un énfasis más carnicero, con razas especializadas en producción de carne, biotipos maternos y también las razas tradicionales laneras, pero manejadas de forma intensiva. “En estos sistemas la mejora ambiental es un ingrediente importante del sistema, y las principales características que determinan el ingreso son prolificidad, velocidad de crecimiento y peso de venta de los corderos”, afirmó el técnico del SUL. Los valores actuales y perspectivas de mercado de la carne ovina “destacan la necesidad de mejorar parámetros productivos tales como tasa reproductiva y velocidad de crecimiento, mejorar la comercialización y disminuir el riesgo, si se aspira a viabilizar el rubro. Estos sistemas son los que han experimentado mayor crecimiento en cuanto a número de productores, dispuestos a iniciarse en el rubro e incorporar tecnología en zonas no tradicionales, involucrando una proporción menor de la majada nacional”.
Además, José Francisco Ramos indica que existen sistemas de ciclo completo, con utilización de diversas razas, en su mayoría “doble propósito”, con venta de corderos pesados con un año de edad y con una composición del stock más criadora. “En estos sistemas, desde una perspectiva cultural y económica, la contribución de la lana es aún importante y es de interés para los productores valorizar esa fuente de ingreso. En el contexto actual, urge reducir el diámetro promedio de los lotes de lana para acceder a mejores precios y agilizar la comercialización”.
Y manifestó que desde el punto de vista genético, “las alternativas son selección dentro de una raza o cruzamientos. Las preguntas a responder y que pueden orientar la decisión son: ¿cuál es el punto de partida?, ¿a qué diámetro se quiere llegar? y ¿a qué velocidad?”
Explica que la mejora del ingreso por concepto lana “puede ser parcialmente equiparada con mejoras en el desempeño reproductivo y peso de venta de los corderos, alcanzando mejores resultados por concepto de carne ovina”. Y apuntó que las diferencias en facilidad relativa de encarar cada uno de estos caminos “(aumentar los ingresos por lana y/o mejorar la señalada y peso de venta de los corderos) no debe desconocerse”.
Sistema de producción
A la hora de analizar un sistema de producción ovina, “la elección del recurso genético (elección de la raza, cría en forma pura o cruzamiento) concita particular atención”, dice el técnico. “Las decisiones acerca de la raza o variedad a criar pueden ser consecuencia de un análisis crítico de los genotipos disponibles y su adecuación al sistema de producción, o basarse en una preferencia no totalmente justificada del punto de vista científico y económico”.
Indicó que en el mundo existen más de 400 razas. “Idealmente, la elección de la raza o variedad debería basarse en experimentos bien diseñados y conducidos de comparación y cruzamientos entre razas, y de estimaciones de parámetros fenotípicos y genéticos. La falta de esta información con frecuencia lleva a tener que apelar a la experiencia de producción y al sentido común”.
El primer paso en el diseño e implementación de un plan de mejora genética “es la descripción del sistema de producción y comercialización. Hay que tener en cuenta el ambiente (en un sentido amplio) en que se insertarán los animales. Esto implica analizar la naturaleza del ambiente de producción (tipos de suelos, tipo de campo, tamaño de la empresa), desafíos, alimentación (proporción de campo natural y pasturas sembradas, suplementación), importancia relativa de lana y carne ovina, edad y sexo de los animales comercializados, mercados y ambiente social”.
La elección del recurso genético (elección de la raza, cría en forma pura o cruzamiento) “debe estar supeditada a una esmerada descripción del sistema de producción y comercialización. No todos los procesos fisiológicos y por ende productivos (cría, producción de lana, invernada) presentan los mismos requerimientos energéticos y nutricionales”, precisó.
En ese sentido, en un sistema de producción que permita una buena alimentación de la majada de cría y su progenie, e incluya particular atención durante la parición, “usar una raza que no se destaque en crecimiento y reproducción no parece lo más sensato. Tampoco, usar una raza que se destaque en crecimiento y reproducción en un ambiente que implique condiciones de alimentación sub-óptimas y poca o ninguna atención a la majada durante la parición”.
Manifiesta Ramos que “una buena caracterización del sistema de producción permitirá identificar aquellos rasgos que explican en mayor medida los ingresos y los costos, y que por tanto deberían incluirse en el objetivo de selección”.
Más allá de lo estrictamente técnico, sostuvo que “no se puede desconocer el rol de los gustos y las preferencias, las expectativas, el comportamiento frente al riesgo y el hecho de que existen estrategias y motivaciones que van más allá del objetivo de maximizar el ingreso. Algunos de los conceptos presentados en este artículo permiten proceder con orden y lógica a la hora de analizar los distintos sistemas de producción ovina del país, examinar los criterios para la elección de los recursos genéticos a utilizar y definir los objetivos de selección”, finaliza diciendo. → Leer más