Doble cumpleaños de Cíclopes

El cumpleaños del espacio y de la banda convocó un numeroso público, de todas las edades.

El tramo de calle Charrúas comprendido entre 19 de Abril y Montevideo se vio colmado de arte y música con la celebración de los 7 años de Casa Cultural Cíclopes. Durante ese tiempo, “Cíclopes” –como se conoce popularmente al espacio– ha tenido sus puertas abiertas para todas las expresiones artísticas y culturales, principalmente de Paysandú pero también de la región, e incluso recibiendo propuestas de países lejanos. Por allí han pasado recitales, obras teatrales, presentaciones de libros, películas, talleres, ferias, exposiciones, entre muchas otras actividades, en un ambiente siempre cálido y acogedor. Su principal referente es Ana Rocha, poeta y gestora cultural vocacional.

Para celebrar el cumpleaños se organizó una feria de arte y música, en la cual ofrecieron sus productos 16 stands de emprendedores locales. La oferta era muy variada, e incluía cosméticos de elaboración artesanal, hilorama, inciensos, gemas, plantas, insumos orgánicos y minerales para huertas y jardines, trabajos en serigrafía, prendas de vestir, salsas, licores, productos de gastronomía y confitería, y un puesto de cerveza artesanal. Un numeroso público, integrado por personas de todas las edades, incluyendo niños, recorrió los puestos durante las horas que duró la propuesta, y poco después de las 19 disfrutó del espectáculo musical que ofreció la banda Nándor Nácar, que también cumplía años. De hecho, nació junto a Cíclopes.

Repaso histórico de una propuesta musical

“Es muy difícil explicar en palabras lo que es Cíclopes. Le decimos ‘casa cultural’, pero en realidad, para nosotros, es nuestra casa. Es un lugar donde podemos venir a encontrarnos”, explicó poco después de iniciada la presentación el cantante y guitarrista Agustín Cáceres, fundador de Nándor Nácar junto al violoncelista y bajista Flavio Giordano. La banda, recordó, comenzó su trayectoria en la primer velada artística que se organizó en Cíclopes, el 6 de marzo de 2015. Al acercarse el aniversario, relató, “Anita Rocha, la dueña de esta casa –cuyas puertas abrió para toda la sociedad sanducera, para todos los músicos, los artistas, para toda la comunidad– tuvo una idea. Nos dijo que para festejar le gustaría cortar la calle, hacer una feria, y que Nándor Nácar tocara con todas las formaciones que tuvo en estos 7 años. Nos pareció una idea genial”.

Desde su formación la banda ha transitado por una constante evolución, que la llevó de ser un dúo de guitarra y violoncello a convertirse en la poderosa banda de rock que es hoy. En la presentación, dividida en dos partes, los músicos recrearon cada una de las etapas de ese crecimiento. La primera parte, en formato acústico, contó con la participación de quienes integraron la banda en los primeros años: el percusionista Juan Andrés Vázquez, la cantante Matilde Muñoz, el percusionista Eduardo Corti, e incluso la propia Ana Rocha, con quien han ofrecido recitales de poesía musicalizada. Tras un intervalo, en la segunda parte volvieron a escena con su formación actual, que incluye a Cáceres, Giordano, Gabriela Cano (voz, flauta traversa, saxofón) y Marcos Berón (batería).

La presentación permitió apreciar el crecimiento artístico de la propuesta, desde las sencillas canciones propias de sus inicios –en ocasiones basadas en textos de Ana Rocha–, y la experimentación en torno a temas de Aníbal Sampayo, hasta los elaborados arreglos y la solvencia musical que muestran hoy. El sonido, aportado por la Unidad de Gestión de Eventos y Escenarios de la Intendencia de Paysandú, permitió disfrutar de la música en óptimas condiciones técnicas. El clima era de fiesta, el público aplaudía con entusiasmo, la gente se encontraba, se saludaba, se reconocía. Cerca del escenario, sentada en el cordón de la vereda, encontramos a Ana Rocha. Le preguntamos como definiría este momento. “Pura emoción, realmente”, responde. “Lo que más estoy sintiendo es eso: emoción, y una energía muy poderosa de compartir, de comunidad. Una tremenda alegría. Ver a los niños jugando, mientras la banda toca, es algo muy hermoso. Es, como decía el poeta Neruda, darnos un baño de humanidad”.