Cercos de piedra y otras yerbas

Días pasados alguien me “retrucó”, diciendo que había datos erróneos en mi nota, en la que hablaba de los cercos de piedra y los negros que participaron en su construcción. Esa persona va rumbeando, y le agradezco por su aporte. Pero debo aclarar que los datos trasmitidos son creíbles, porque se basan en una investigación seria, hecha por Guillermo Bertullo, algunos grupos de jóvenes, y el investigador Ricardo Sienra Cock, con datos obtenidos in situ y en la Biblioteca Nacional.
Las investigaciones corroboran los dichos de Ricardo Sienra Cock, en su escrito: “Antiguos corrales y cercos de piedra, un patrimonio rural del Uruguay”.
Es verdad que los cercos y las mangas de piedra fueron construidos por vascos, pero también por italianos. Vascos e italianos trajeron la técnica de la piedra seca, pero la mano de obra barata fueron negros, indios guaraníes y –sí, eso está en duda– charrúas o guaraníes. Porque estas construcciones se hicieron en la época que siguió a la Guerra Grande, la mitad del siglo, cuando la esclavitud en este país ya estaba abolida, pero sí había negros, sí los había en los departamentos de Río Negro y Paysandú, en las estancias y en los pueblos. Algunos eran libertos, pero se quedaron a trabajar con sus antiguos “dueños”, como peones, pero en la realidad seguían siendo esclavos, y tratados como si no fueran humanos, aunque no todos los dueños de estancias eran esclavistas. Además, en Brasil, la esclavitud se abolió recién a fin de siglo, y muchos esclavos vinieron al Uruguay, algunos huyendo y otros, traídos por sus patrones.
En muchos lugares de los departamentos nombrados aún viven descendientes de aquellos negros, como se puede comprobar. Me dice Bertullo que en la zona de Paso Leopoldo existió un Rincón de Negros, y otro en Guichón. También los había aquí en la ciudad de Paysandú, la historia de la última Defensa cuenta que hubo un batallón de negros, así como otro de indios, que lucharon en aquella infausta contienda. En los pueblos de Paso de la Cruz, Sarandí de Navarro, Paso de los Mellizos, viven descendientes de esclavos traídos por los brasileños.
Me cuenta también que en esos tiempos, segunda mitad del siglo XIX, hubo una disposición policial que no permitía que troperos negros pasaran al norte del Río Negro, porque los brasileños podían capturarlos. Y que hubo no esclavistas que se encontraban en las pulperías, y se ponían de acuerdo para proteger a los negros, cuando era necesario.
En la novela, muy interesante por cierto, “Matilda, la esclava del Rincón de los Negros”, Bertullo nos proporciona datos sobre algunos descendientes de esclavos. Dice el escritor Miguel Ángel Guichón: “yo siendo muy niño, conocí a un negro muy popular por aquellos años 1958… se llamaba Rumario Silveira, de oficio guasquero y tropero. Fue tal la admiración que tuve por Rumario, que escribí algo sobre él”.
“Rumario había llegado a Guichón en una de esas arriadas de tropa que salían de la estancia El Rincón del Queguay, con rumbo al frigorífico de Fray Bentos. Le decían Pataco, y era muy compinche de María Martínez, negra y partera”.
Otro dato muy interesante. Don Francisco Gómez Da Costa, barón de Arroyo Grande, había invertido en campos en el Departamento de Paysandú (que abarcaba también el de ahora Río Negro). “Don Francisco había elegido traer desde Brasil a unos grupos de negros, junto con una comparsa de vascos, para que enseñen la técnica de la piedra seca, y estos africanos serían la mano de obra en la construcción de cercos linderos, corrales y mangas.
Fue el vasco Antolín Algalarronda quien se encargaba de buscar el lugar apropiado para sacar las piedras con barretas de hierro, que luego eran transportadas en carretas con bueyes.
No existían aún los alambrados, recién en la época de Latorre, 1875 en adelante, los ingleses los trajeron, junto con el ferrocarril y otras razas de ganado.
Con el trabajo, los negros se ganaron su libertad. Don Francisco les dio una parcela lejos de la estancia, cerca del Paso Leopoldo, para que instalaran sus ranchos. Más adelante los haría medianeros en la cría de ovejas.
Creo que toda esta información es muy útil para conocer un poco más sobre nuestra historia y la necesidad de cuidar nuestro patrimonio, que es muy rico.

La tía Nilda