El eterno retorno de Carlos Gardel

En la 7ª Feria del Libro de Paysandú, el investigador Milton Santana presentó su libro “Carlos Gardel. El más uruguayo de todos”. Como el título lo indica, la obra se centra en el célebre cantor de tangos cuya figura, a más de 87 años de su muerte, continúa no solamente generando nuevas investigaciones sino también acaloradas disputas, especialmente en cuando a su origen. Para muchos es irrefutable que nació en Tacuarembó y que era hijo no reconocido del coronel Carlos Escayola. Para otros, en cambio, era francés, hijo ilegítimo de Berta Gardés. Frente a esa polémica, el libro apela a los expertos y reúne nuevas pruebas y lecturas “que demuestran que el rey del tango nació y vivió como un oriental”, según se lee en la contratapa.

Milton Santana es docente de canto, director de coros, investigador y gestor cultural, y lleva mucho tiempo trabajando en torno a Gardel. Su libro, producto de unos 4 años de investigación, surgió a partir de una hipótesis de trabajo: el famoso tango “Volver”, de Gardel y Le Pera, fue creado pensando en Tacuarembó. La obra aporta datos y deducciones que justifican y fundamentan la hipótesis, como también nuevos testimonios a partir de investigaciones recientes. “Lo interesante es que quienes dan sus aportes son personas que de pronto no se conocen entre sí, de distintos puntos del país, que coinciden y refuerzan esta hipótesis”, expresó Santana.

En un capítulo aparece el relato de la bisnieta de la partera que atendió el nacimiento de Carlos Gardel, en Tacuarembó. En otra parte se detalla la investigación del comisario González Vázquez Gabor, “perito criminólogo, jefe de la Policía Técnica de Montevideo”, quien analizó las huellas en un prontuario de Gardel de 1904 “y determinó que corresponden a un adulto de por lo menos 20 años, o más. Quiere decir que estaríamos situando su nacimiento en 1884”.

El libro también reconstruye la gira artística cumplida por Gardel en 1933, “la última que hizo”, y en la cual “Paysandú es una ciudad clave, por esas declaraciones que dio a EL TELEGRAFO (afirmando que era uruguayo), que son fundamentales”. La reconstrucción de la gira cubre “algunos huecos que había”, sobre todo en torno al pasaje del artista por San José y Santa Lucía. En el capítulo final se plantea que la película “El Día que me quieras” –en cuyo final Gardel canta “Volver”– es autobiográfica. Otros segmentos apuntan “a desmantelar, por decirlo de alguna manera, la farsa de la teoría francesa. Tenemos que tener algo muy claro: en vida de Gardel, nadie dudaba de su nacionalidad oriental. El tema es que, muerto Gardel, para el apoderado se terminaba la gallina de los huevos de oro. Entonces inventó todo eso del Gardel francés, para que Berta Gardés pudiera heredar. Pero es un tema netamente económico, para lograr cobrar las regalías de los discos y películas. No hay un tema de nacionalismos acá”.

Un tema de derechos humanos

Otras partes del libro demuestran que se adulteraron documentos para ocultar la verdad. “Las actas del levantamiento de los cadáveres de los forenses en Medellín, por ejemplo, fueron adulteradas para eliminar la nacionalidad uruguaya de Gardel. Los certificados de defunción también, y el juicio sucesorio en Montevideo, que tiene gravísimos errores…” Toda esta documentación permite afirmar “que Gardel no es francés, es uruguayo. Podemos decir con total seguridad que nació en Uruguay y se nacionalizó argentino. Por lo tanto, es rioplatense, y su patria artística es Argentina. Sobre eso no hay dudas”. Hay diversos aspectos que motivan a Santana “a terminar con esta cuestión” sobre el auténtico origen de Gardel. En primer lugar, “que las nuevas generaciones conozcan realmente quien es Gardel, una persona que después de 87 años de su muerte sigue vigente. El lado humano de Gardel es muy importante”. Pero hay también otro tema: “La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 6º, dice que todos los seres humanos tienen derecho a una identidad jurídica reconocida universalmente. Gardel la tiene, pero no es reconocida universalmente. Usted y yo tenemos una cédula que mundialmente reconoce que somos nacidos en tal lugar, que somos fulano de tal. En el caso de Gardel, no. Esa es una pugna que estamos buscando resolver, para que se lo reconozca universalmente. Es un tema de derechos humanos también”.