La siniestralidad vial: un problema de “nosotros”

En los siniestros de tránsito en Uruguay, es mayor el porcentaje de personas jóvenes que fallecen. De hecho, es la primera causa de muerte de esta población en el país y la estadística es clara durante las fiestas tradicionales, fines de semana o Noche de la Nostalgia.
Y ya no importa quién o quiénes tuvieron la culpa, pero un choque frontal la mayoría de las veces ocurre por negligencia o descuido. Es decir, nadie sube al volante pensando que hoy morirá, pero seguramente prepare un cóctel explosivo ante de subir a un vehículo si previamente consumió alcohol, sicofármacos o cualquier otra sustancia.

Las infracciones no están en los planes de nadie pero ocurren, en los momentos de euforia en vacaciones o de estrés en el trabajo, y las reglamentaciones vigentes –que son conocidas por todos– son las formas más seguras de cuidarse a sí mismos y a los demás.
Entonces, la pregunta es: ¿Qué hay que hacer ante muertes evitables? En primer lugar comprender que no ocurren por “accidente”, sino por acciones humanas.

La estadística se ha vuelto a complicar en el mundo pospandemia y el 2021 ya había finalizado con un incremento del 11 por ciento de las muertes, así como de los lesionados. Y, del total de siniestrados, la constante se mantiene con los motociclistas a la cabeza de la lista.

La Unasev tiene publicados los datos correspondientes al primer semestre de 2022 y un aumento con respecto al año anterior del 16,4% del total de siniestros con lesionados. No obstante, analizados en el largo plazo, la cantidad total se ubica por debajo del promedio en el período contabilizado entre 2013 y el año pasado.

El informe registró en esos seis meses un total de 210 personas fallecidas, que resulta menor al año previo a la pandemia. En general, la mayor cantidad de muertos se registran en las rutas nacionales que en las ciudades y caminos departamentales.

Los números son un reflejo de la realidad, pero las conductas frente al volante dicen bastante más que los números fríos. Por ejemplo, desestimar el uso de cinturón de seguridad, utilizar el celular al momento de conducir, exceder los límites de seguridad, manejar bajo los efectos de cualquier sustancia, principalmente el alcohol, no respetar las señales de tránsito, no mantener distancia entre vehículos, tomar mate e intentar sostener el volante o conducir durante altercados o discusiones, son algunas de las razones que empujan a la siniestralidad vial.

El Ministerio de Transporte asegura que el 40 por ciento de los conductores no suelen usar el cinturón de seguridad e incluso el 75 por ciento de los fallecidos podrían haber sobrevivido si lo hubieran utilizado.

Los sistemas de retención infantil también son elementos necesarios para evitar que sus cuerpos livianos sean arrojados fuera del vehículo, tras un impacto. También el ministerio estima que el 90 por ciento de los niños que fallecieron no iban sujetados al asiento.
Claramente una de las infracciones más repetidas es el uso del celular y, así como ocurre en otras situaciones de la vida, se suele prestar más atención al llamado del teléfono que al tránsito. Un descuido de un segundo, marcará la diferencia en la propia vida del conductor o en otros. Su uso está prohibido, pero se han encontrado varias formas de evadir la reglamentación y los vidrios polarizados resguardan esta conducta indebida.

Y, si bien la estadística tiene una década, ya en 2013 se analizaba que el 32 por ciento de los conductores admitió manejar en estado de ebriedad. En Uruguay, existe la tolerancia cero de alcohol en sangre, pero durante 2021 se había instalado en el Parlamento la polémica que promovía el incremento de su nivel a 0,3 que, al menos hasta ahora, no ha prosperado.

En cualquier caso, nadie tiene prohibida la diversión, Pero antes deberá resolver en su grupo quien será el conductor asignado o pagar un taxi.

En forma paralela, se advierte que el exceso de velocidad es una de las principales causas de los siniestros. Las colisiones son el resultado de no respetar el espacio propio ni el de los demás conductores o peatones, entonces deberá hacerse responsable de los daños materiales o personales que provoque su conducta. Cualquier estilo de vida puede ser aceptable, siempre y cuando no provoque dolor y muerte en las demás personas. Porque eso, también, se llama convivencia y responsabilidad.

La conciencia no se despierta sola y todo el tiempo debe educarse. En ocasiones, se toma conciencia a partir de un hecho grave producido a propios o ajenos. Pero no hace falta llegar a ese momento que no registra ninguna estadística cuando el saldo es una incapacidad transitoria o irreversible que modifique la vida de una familia.

La ley de tránsito en Uruguay toma en cuenta todos los aspectos al momento de conducir, sin embargo, no es posible ubicar a un inspector de tránsito en cada vehículo. Es cosa de cada uno, de su único lugar de conductor o peatón.
No obstante, llamar la atención sobre algunas de estas cuestiones en la vía pública genera roces entre las personas. Y eso no debería pasar.

Es mucho mejor reconocer el error que reaccionar con un insulto. Sin embargo, ocurre cada vez más a menudo. Porque las fallas humanas que constantemente buscamos en los otros, también ocurren en nosotros.