Fenómenos y sucesos actuales como el precio elevado y la escasez de combustibles fósiles, guerras y decisiones políticas vinculadas al cambio climático como el Acuerdo de París, aceleran la búsqueda de los países por energías sustentables y de menor impacto ambiental. En este sentido, ambiciosas metas de descarbonización para 2050, establecidas a nivel mundial implican la necesidad de cambios acelerados y significativos, tanto respecto a las fuentes de energía utilizadas como al uso de materias primas consumidas en los diferentes procesos industriales que mueven las economías del planeta.
Siendo una de las vías la descarbonización de la matriz energética del mundo en el futuro próximo, los analistas internacionales esperan que en los años venideros la demanda de hidrógeno verde aumente de manera acelerada a nivel global, abriéndose “ventanas de oportunidad” para aquellos países capaces de abastecer esta demanda de forma competitiva.
En este escenario, nuestro país ha preparado una ruta de desarrollo que comprende algunas décadas hacia el futuro, pensando no solo en el mercado interno sino también en la exportación. “Uruguay, por la calidad de sus recursos naturales, las características de su matriz energética, las capacidades generadas en el proceso de transición de la matriz eléctrica, la logística desarrollada y la confiabilidad del país para recibir inversiones, se perfila con un gran potencial en la economía del H2 verde”, señala la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo “Hidrógeno verde y potencial para Uruguay: insumos para la elaboración de la Hoja de Ruta de Hidrógeno Verde de Uruguay”, de diciembre de 2022.
“En un escenario de descarbonización global a 2050 y en aquellos sectores de mayor dificultad para bajar emisiones, las energías renovables (solar y eólica), que atraviesan un proceso de reducción de costos, y el agua nos permiten producir insumos energéticos verdes o con mínimo impacto ambiental. Es por esto que la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Japón (entre otros) seleccionaron al hidrógeno como uno de los principales vectores que permitirán descarbonizar aquellos sectores de la economía con mayor dificultad para abatir su huella climática. El hidrógeno posibilita la electrificación del transporte terrestre de larga distancia y carga, pero además su aplicación mediante procesos químicos conocidos permite la producción de combustibles verdes como el metanol de origen renovable, el amoníaco, el kerosene verde y el diésel sintético.
Estos combustibles y químicos verdes son los que permiten descarbonizar el transporte marítimo y aéreo, los fertilizantes y la producción de acero y de cemento, entre otros”, explicó el ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini al presentar el documento de la referida Hoja de Ruta, que se encuentra en consulta hasta el 15 de agosto.
Nuestro país cuenta con recursos energéticos renovables de calidad, en abundancia y altamente complementarios, que le permitirían producir H2 verde y sus derivados a costos competitivos internacionalmente, lo que podría llegar a tener impactos económicos y sociales importantes a nivel nacional.
En este sentido, se identifican ventajas comparativas para la producción de combustibles sintéticos derivados del hidrógeno verde (metanol y combustible de aviación) debido a la disponibilidad de dióxido de carbono proveniente de fuentes industriales que procesan biomasa sostenible. Y ahí hay una veta de oportunidad importante ya que todo hace prever que en las próximas décadas aumentará la demanda de combustible de aviación sintético y de metanol para el transporte marítimo debido a necesidades de descarbonización.
¿De cuánto dinero estamos hablando? Según la Hoja de Ruta redactada por el gobierno, el hidrógeno verde y sus derivados representan una oportunidad de facturación para Uruguay de 2.100 millones de dólares anuales a 2040, impulsada por los mercados de exportación de combustibles sintéticos e hidrógeno, así como por el uso de hidrógeno para la descarbonización profunda de su economía (en los sectores transporte, pulpa y papel, transporte marítimo y agricultura). El documento del BID antes mencionado corrobora esto y estima que el mercado potencial de exportaciones ascendería aproximadamente a los 1.300 millones de dólares anuales al 2040 impulsado principalmente por el jet-fuel sintético (58%), el H2 verde (26%) y los combustibles marítimos sintéticos, fundamentalmente metanol (14%).
Esto requeriría una producción de hidrógeno verde cercana al millón de toneladas año y la instalación de 10 GW de potencia de electrolizadores –y 20 GW de potencia de energías renovables–, niveles de inversión en el entorno de los 19.000 millones de dólares y la generación de alrededor de 34.000 puestos de trabajo directo al 2040 en Uruguay en construcción de plantas, operación y mantenimiento, logística y educación técnica.
En este sentido, Paganini estimó que Uruguay se enfrenta a “una oportunidad única de ampliar la frontera de producción energética y exportadora del país”. “La primera transición energética nos ha demostrado el potencial de producción de renovables y ha reforzado nuestra credibilidad como país destinatario de inversiones de gran porte. Buscamos pasar del sol y del viento al hidrógeno, lo que nos permitirá producir combustibles sintéticos exportables, así como otros derivados, y de ahí fertilizantes verdes que podrán impulsar una producción sostenible, derramando a otros sectores de la economía, tanto a nivel industrial como agropecuario”, añadió el ministro.
A la interna, en una primera fase se impulsará la exportación de combustibles sintéticos y fertilizantes verdes, que permitirán traccionar el mercado doméstico apuntando al transporte pesado de larga distancia.
Ahora bien, además de grandes oportunidades, esta segunda transformación energética plantea una serie de desafíos que, en gran medida, determinarán las posibilidades de concreción y que por eso mismo, deben comenzar a apuntalarse desde ahora. En primer lugar se requieren políticas de largo plazo, con independencia del color de gobierno de turno. También será necesario generar incentivos para la inversión y reglamentaciones, proyectar estratégicamente y crear infraestructura para producir, almacenar y transportar hidrógeno verde y sus derivados –lo que incluye resolver el traslado de la producción a grandes distancias con fines de exportación– formar personal calificado para crear una masa crítica y laboral que pueda desempeñarse en las condiciones que posibiliten las referidas exportaciones. Planificar el futuro no es sencillo pero, en cambio, es totalmente necesario.
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