Herramientas necesarias en los tiempos que corren

En la tarde de ayer el Banco Central del Uruguay (BCU) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) firmaron un convenio con el objetivo de introducir en forma progresiva la educación económica y financiera en el marco curricular nacional.

La entidad reguladora del mercado financiero uruguayo lleva ya algunos años, más de una década, con la preocupación de que los uruguayos accedan a un conocimiento básico que les permita manejarse con solvencia en un mundo en el que el manejo de los instrumentos financieros no solamente está al alcance de la mano, sino que además son la opción por defecto desde la instrumentación de la Ley de Inclusión Financiera (N.º 19.210) –que en su etapa de proyecto se conoció como “de bancarización”– por la que los sueldos de los trabajadores pasaron a pagarse a través de instituciones financieras. Desde allí todos los uruguayos que estuvieran empleados en la economía formal y todos los empleadores debieron vincularse por intermedio de un banco o similar. Independientemente del conocimiento que tuviese o no de cómo funcionan estos instrumentos.

Claro, usar una tarjeta de débito es bastante intuitivo, funciona de manera muy parecida al dinero en efectivo: a medida que se usa el disponible va bajando y si se gasta demasiado se termina y punto. Bueno, en este “y punto” es donde empiezan los problemas.

El cobro del salario a través de una institución financiera acercó a las personas a otros instrumentos de una complejidad mayor que la de una tarjeta de débito asociada a una cuenta sueldo, y de allí la importancia de estas acciones que lleva adelante el BCU. Usar, por ejemplo, una tarjeta de crédito ya no es tan intuitivo como una de débito, es decir, tiene cierta lógica, pero también tiene algunos detalles a los que estar atentos, ya que algunas omisiones pueden dar lugar a problemas que pueden comprometer severamente la “salud financiera” de una persona o de una familia.

El programa del Banco Central se denomina BCU Educa y consiste en desarrollar acciones de promoción de la educación económica y financiera de la población. La institución parte de la premisa de que tiene una responsabilidad social diferente a la de las instituciones financieras que persiguen fines comerciales, en tanto su rol está vinculado con el desarrollo social del país, tanto como el financiero.

Algunas de las primeras acciones que se desarrollaron en el territorio, sobre todo con la población escolar, tuvieron que ver con conceptos básicos de administración y sobre las características de seguridad de los billetes. En el trabajo con los jóvenes se buscó introducir los conceptos de economía y finanzas en la cotidianidad de los adolescentes, incorporando aspectos más complejos, pero presentados de forma didáctica y lúdica. También se buscó incorporar actividades dirigidas especialmente a los profesionales de la enseñanza a través de una Guía Didáctica titulada “Nociones de Economía y Finanzas” en la que se plantearon dinámicas para la inducción de temas económicos en el aula. También se generaron otros contenidos audiovisuales que están aun disponibles en la página de la entidad, como el corto documental “La Historia del Dinero en el Uruguay” que refiere al rol de la moneda en la economía y la historia de nuestro país o el videojuego “Econo$” que introduce a los niños en dinámicas de finanzas y habilidades de planificación de recursos, desarrollado junto al Plan Ceibal. Asimismo se activó un “Portal de Atención al Usuario del Sistema Financiero”, para dar respuestas a diversas preguntas que los uruguayos pueden realizarse en materia financiera y describir los principales conceptos que un usuario debe tener en cuenta a la hora de escoger y evaluar servicios financieros. Se desarrolló asimismo un curso titulado “Economía para Periodistas” junto al Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, con la intención de contribuir “con una mayor especialización técnica de los intermediarios entre el Banco y la ciudadanía” a través de este curso de 44 horas presenciales.

Además, junto al Instituto de Promoción Económica del Uruguay (IPRU), el Banco Central desarrolló el Programa “Juntos aprendemos habilidades para la vida”, que consistió en talleres didácticos para niños en situación de vulnerabilidad, en los que se hacía énfasis en la planificación de recursos.

Esta idea de introducir la educación financiera en la currícula normal de primaria, secundaria y UTU tiene la loable intención de hacer llegar a la mayor cantidad posible de uruguayos estos conocimientos y herramientas. Sin embargo no se puede dejar de hacer notar que, en las condiciones actuales, para que este nuevo contenido entre en los programas algo debe salir, porque el tiempo de aula no es “de goma”, como se dice popularmente, y ahí es donde se complica la idea. Porque tan importante como este conocimiento son los que ya se imparten y deberían ser parcialmente reemplazados para “hacerle lugar”. Y ni hablar de otros que pudiera entenderse que hacen falta, como el manejo de las emociones, un problema que mal resuelto puede resultar en trágicos desenlaces. Y ni que decir de la educación vial, de la que tanto se ha hablado y que se traduce en los problemas que terminamos viendo en los tristes episodios que terminan con vidas perdidas en las rutas y en las calles. Y qué decir de la ciberseguridad, en un mundo en el que las relaciones están cada vez más medidas por la tecnología.

Cabe preguntarse si es el sistema educativo quien debe hacerse cargo de dar las respuestas a estos que son, al final problemas sociales, y especialmente si los docentes con los que contamos están en condiciones de afrontar todas estas nuevas responsabilidades que se les demandan. Y todo porque ya asumimos que las familias no lo están.