La Cámara Antipiratería del Uruguay logró reunir a expertos en la lucha contra el delito de falsificación

Foto Ilustrativa

Las creaciones de la mente deben tener quienes las cuiden. Quienes las protejan de sus imitadores, contra los falsificadores, y los que buscan sacar réditos de producciones ajenas. Y para esto nació la Cámara Antipiratería del Uruguay, una figura que trabaja activamente para defender la propiedad intelectual. Esta institución, que cuenta con el respaldo del Ministerio de Educación y Cultura y forma parte de la Red de Propiedad Intelectual (RED PI) del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), se concretó de la mano de la unión de varios estudios jurídicos especializados en propiedad intelectual y con la intención de hacerle frente al delito de falsificación.

“Empezamos a hablar de la necesidad de un organismo sin fines de lucro que pudiera reunir intereses, que no fueran los particulares de los estudios, y de esa manera ayudar tanto a los diferentes jugadores que están dentro del combate a la piratería como Aduanas, la Policía, la Intendencia, así como también a mejorar el procedimiento para todo aquel interesado como un titular de una marca registrada en Uruguay”, explicó a EL TELEGRAFO Mauro Marín, presidente de la Cámara Antipiratería. Este abogado y socio del estudio Cikato especificó que para que exista un delito de piratería tiene que haber una marca registrada en Uruguay concedida por la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial del MIEM. Es decir, “si hay una famosa marca del exterior que acá se está vendiendo mucho (falsificada), no hay delito de falsificación si esa marca no está registrada en Uruguay por más que sea muy conocida en otro país”.

Otras de las tareas de la Cámara ha sido la de asistir al consumidor acerca de los artículos pirateados o falsificados, función que actuó “muy bien” en un primer momento y que ahora no resulta tan determinante porque se está “bastante informado de los productos piratas”. De cualquier modo, “siguen encontrándose cosas insólitas”, continuó Marín. “Como la venta de productos en free shop que son falsos. Ahora tenemos un caso súper interesante de una empresa muy importante que en su tienda está vendiendo algo trucho. No sé si es con conocimiento o desconocimiento del dueño de la tienda pero la cuestión es que uno a veces sigue encontrando productos falsos al mismo precio del original”, aseveró.

En estas situaciones, el titular de la Cámara Antipiratería –en el cargo desde hace cinco años– cree que, cuando el “principal negocio de la empresa no va por la venta de ese tipo de productos”, la lógica indica que esos artículos “se le cuelan”. Porque, “¿qué le ganás?”, se preguntó. “Cien dólares por tres lentes locos, no tiene mucho sentido”. El delito aquí proviene del proveedor del comerciante, que sí sabe que se encuentra ante algo “trucho”.

¿Y qué pasa con la ingente cantidad de camisetas de fútbol no originales que pululan en las calles y ferias de todo el país? Están todas a la vista y en permanente expansión. Algunas visiblemente falsas, pero otras se asemejan mucho a las originales. “El tema es así: la piratería es un delito que se persigue a instancia del ofendido, lo que significa que es el titular de la marca el que tiene que estar interesado en presentar la denuncia”, subrayó Marín, como sucede con el asunto de las casacas de fútbol. “Si el titular de la marca no está interesado, el juez no puede actuar de oficio. Entonces vos podés ver un local lleno de calzado trucho pero el titular de la marca dice: ‘mirá, Uruguay a mí no me interesa; son pocos pares para lo que yo manejo en otros países, me estás hablando de 100 pares en un local cuando yo en China incauto mil, por lo que no amerita meterme en un juicio penal en Uruguay y prefiero no hacer nada’”.

La piratería, en varios casos, desborda por todos lados y las firmas deciden hacer la vista gorda. Porque no les reporta beneficios perseguirla. El presidente de la Cámara Antipiratería contó que una marca internacional de juguetes, “una multinacional enorme”, presta muy poca atención a la aparición de juguetes falsificados porque asegura que es incontrolable. Se le irían todos los beneficios de las empresas en la persecución de lo falsificado, por lo que apuestan a que el consumidor sepa diferenciar a la hora de comprar.

Sistema sólido

Marín, por otra parte, quiso destacar que Uruguay cuenta con un sistema “muy fuerte” a nivel internacional en el combate a la piratería, porque lo hace también con mercadería que se direcciona hacia otros países. “La podemos parar acá; tenemos un régimen de zona franca muy grande en el puerto que hace que muchas de las mercaderías crucen por ahí. Es bueno resaltar a Uruguay como un país clave en el Cono Sur para poder combatir la piratería en otros países. Esto no puede desaparecer, es algo que tenemos que seguir manteniendo, y que los jueces y fiscales tienen que seguir sosteniendo, que nosotros somos fuertes en eso. Así enaltecemos al país en ese combate, como punto de fortaleza que no debería perderse”, reflexionó.

A este socio del estudio Cikato lo que más le preocupa es la “mutación” de la piratería en cuanto a la “calidad” y “materias primas” utilizadas para los procedimientos de producción de los artículos falsificados, que “cada vez se parecen más a los originales”. Por tanto, es bueno tener “mucho cuidado” con aquellas cosas que atentan contra la salud como los remedios o productos electrónicos, así sean auriculares o celulares que explotan o se recalientan. “A la hora de encargar un producto que querés comprar, es bueno saber dónde te dan garantías. Eso es lo más preocupante hoy; no podemos controlar todo, resulta imposible”.

Marín también apunta a la falta de “celeridad” en los procedimientos, en especial de parte de la Policía, como otro los puntos “preocupantes” para la Cámara Antipiratería del Uruguay. Sí existe conformidad con Aduanas, cuyo organismo incluyó una nueva unidad que “realmente actúa muy bien” y “se capacitan todo el tiempo” respecto de la piratería.