Inyecciones que prometen acabar con la obesidad y arrasan en el mercado negro

El medicamento para la diabetes tipo 2 se ha viralizado como la “droga de Hollywood” después de que varias actrices e influencers lo usaran para perder peso rápidamente.
Lo llaman la “droga de Hollywood” y es el más conocido de una clase de fármacos, los agonistas del receptor GLP-1, que podrían acabar con la obesidad en el mundo. El Ozempic es un fármaco inyectable semanal que ha demostrado en ensayos clínicos “propiciar una pérdida de peso de alrededor del 15%”. La medicina saltó de los recetarios a las redes sociales después de que se rumoreara que Kim Kardashian la había usado para enfundarse en el vestido de Marilyn Monroe en la gala MET de 2022. Entonces se desató la fiebre. Las mismas revistas que criticaban los cuerpos de las famosas empezaron a especular sobre quién (y cómo) había adelgazado sospechosamente rápido. Las redes sociales extendieron la obsesión por el medicamento. El #Ozempic arroja en TikTok videos con más de 674 millones de visualizaciones. “Es verdad que en el gimnasio se habla de ello”, confirma Teresa (nombre ficticio), entrenadora personal en un exclusivo centro deportivo de Madrid. “Hay una clienta que lo utiliza y sé de un entrenador en el centro que acompaña sus rutinas con pinchazos”, explica. Desde los tiempos del Bótox y la Viagra, ningún medicamento había despertado tanto interés.
Punto de inflexión
La obesidad afecta a millones de personas y es la puerta de entrada a más de 200 enfermedades y problemas cardiovasculares. El uso de los agonistas del receptor GLP-1 podría suponer un punto de inflexión en la batalla contra el exceso de grasa que llevamos librando (y perdiendo) desde hace décadas. Pero la promesa de conseguir adelgazar sin esfuerzo, con un pinchazo a la semana, no solo interesa a personas con problemas de salud.
María (nombre ficticio) tiene sobrepeso, pero no lo suficiente para que le receten Ozempic, que consiguió por métodos que prefiere no revelar. “El primer día fue un horror, me pinché demasiado y me descompuse, con náuseas y fatal”, explica en un intercambio de audios. Pero luego la cosa mejoró. Ella había hecho dietas antes, había adelgazado a base de fuerza de voluntad. Ensaladas, sudor y lágrimas. Pero esta vez fue diferente: “Perdí las ganas de comer, y sobre todo de comer porquerías”. María no acompañó las inyecciones de un cambio en sus rutinas. Su cuerpo le pedía “menos comida y más sana”, pero no siguió una dieta ni hizo deporte. Aun así, perdió cinco kilos. A los dos meses dejó de pincharse y los recuperó.
“Si utilizamos estos medicamentos sin modificar nuestro estilo de vida, no hacemos absolutamente nada”, explica Juan Jose Gorgojo, jefe del servicio de nutrición del Hospital Universitario Fundación Alcorcón de España. Gorgojo es extremadamente crítico con las personas que usan estos medicamentos con fines estéticos. “El culto al cuerpo hace que se pierda la perspectiva. Estos medicamentos que salvan vidas, me parece una aberración emplearlos de una manera tan frívola”, sentencia.