Marejada retornó a los escenarios en formato de voces y guitarras

Juan López, Agustín Cáceres, y uno de los duendes que decoraban la sala.

Un recital llevado a cabo en el Espacio Cultural Gobbi marcó el retorno a los escenarios de Marejada, el proyecto musical encabezado por los músicos Juan López y Agustín Cáceres. Un público principalmente compuesto por seguidores de la banda se congregó para disfrutar de la propuesta, que retoma la labor iniciada en 2015 y que se mantuvo activa durante aproximadamente cuatro años, con presentaciones en diversos espacios de Paysandú y otros puntos del país.

En sus inicios, Marejada se presentaba en formato acústico, evolucionando posteriormente hacia un sonido más potente y roquero, llegando a contar con hasta siete músicos en el escenario. Tras un período de ausencia de los escenarios regresa en formato de dúo acústico, con las voces y las guitarras desprovistas de cualquier artificio, a excepción de algunos sutiles efectos proporcionados por el sonidista. En este caso, sin embargo, lo que podría considerarse una limitación se transforma en una fortaleza, ya que tanto las canciones como las interpretaciones resisten la prueba. López es un cantante con una voz potente y expresiva, y un letrista y compositor capaz de crear estructuras interesantes a partir de elementos simples. Por su parte, Cáceres es un guitarrista altamente creativo, de exquisito buen gusto, un compositor refinado y también un competente vocalista. Las letras, profundas y poéticas, en ocasiones crípticas pero nunca obvias, transportan al oyente por paisajes de melancolía y reflexión. Algunas de sus canciones más llamativas son “El viento no siempre”, “Cicatrices”, “Cíclopes” (dedicada al espacio cultural de ese nombre) y “Cuando cayó el campeón”, de López; la poderosa “Nada”, de Cáceres; y dos aportaciones de un amigo de la banda, Pablo Sabech: “Cicatrices” y “Necesito”. Esta última, musicalizada por Cáceres, se vio potenciada con la participación de Magui Más como cantante invitada. En la canción final, “Qué sabe el Sol”, se sumó también la voz de Matilde Muñoz, integrante del grupo en etapas anteriores.

La sala y el escenario estuvieron decorados con duendes artesanales. Y los músicos, junto a sus invitadas, también llevaron consigo sus propios duendes, para una noche marcada por el reencuentro y la entrega en el escenario.