Totalmente en forma: La mejor estación para adelgazar es…

¿Cuál es la temperatura ideal para adelgazar? En principio, parece una pregunta absurda porque a primera vista algunas personas pueden entender que no hay una relación más allá de que en unas estaciones apetecen más unos alimentos que otros. Sin embargo, la cuestión tiene más espesor, según ha demostrado una investigación de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos).
Los autores del estudio se habían fijado en cómo los mamíferos se adaptan a las condiciones climáticas por supervivencia. Así, los que viven en las latitudes más frías tienden a desarrollar una capa de grasa como protección (por ejemplo, las ballenas) mientras que los que se mueven en condiciones de altas temperaturas como las sabanas cálidas (por ejemplo, leopardos) tienden a contar con un cuerpo más estilizado y con menos grasa.
Así que los científicos de la universidad norteamericana decidieron ponerse manos a la obra para descubrir el motivo. Según la investigación publicada en la revista científica Nature, el origen se encuentra en el comportamiento de las neuronas en diferentes temperaturas.
Los científicos observaron la actividad neuronal con un grupo de ratones en función de sus condiciones después de haberlos habituado a un ritmo de comidas. Para ello, durante una semana mantuvieron sus lugares de habitación en torno a 23 grados celsius. Pasados siete días, enfriaron hasta los 4 grados el área para simular lo que para los humanos sería un ambiente frío o una simple ducha de agua helada.
Lo que revelaron los microscopios fue que la actividad cerebral es más lenta en general cuando hace frío (la misma sensación de adormecimiento que experimentan los humanos) mientras que en el tálamo se registró una actividad muy alta.
Para forzar más la situación probaron con una menor cantidad de comida en las jornadas de frío y descubrieron que se estimulaba la actividad en el núcleo xifoide. Es decir, que en condiciones de bajas temperaturas se impulsaban con más facilidad los procesos cerebrales por los que se abre el apetito.
Déficit de energía
Los expertos explican que este efecto no se debe al frío en sí, sino al déficit de energía que se produce con las bajas temperaturas. Esto se debe a que el cuerpo necesita quemar más energía para conservar la temperatura corporal adecuada para su supervivencia cuando hace frío. A su vez, esto activa los cerebros de los mamíferos para que se busque esta alimentación que garantizará la vida y mantener el calor interno.
En paralelo, los especialistas apuntan a que esto también podría explicar el hambre que surge tras hacer ejercicio porque se activa el mecanismo por la necesidad de una aportación de energía extra para recuperar lo gastado.
El experimento fue más allá en las pruebas con roedores al bloquear con un proceso químico las reacciones neuronales que despertaban el apetito. Los resultados mostraron que al aplicar este procedimiento los mamíferos reducían la búsqueda de alimentos a pesar de la temperatura. Por ello, los científicos se han planteado que su estudio podría abrir la puerta a dietas para adelgazar más efectivas en los lugares más fríos del planeta.