Acciones para crear esperanza

Mañana, 10 de setiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y es una buena oportunidad para que volvamos a referirnos a este tema, tan incómodo siempre, pero que no es ajeno a ninguna persona. El reciente caso del goleador de la selección uruguaya y del Club Nacional de Football, Waldemar Victorino, volvió a traer el tema a los principales titulares en la prensa nacional, con algunos ejemplos –que no viene al caso mencionar, porque no es el propósito de este espacio hacer tutoriales de periodismo, o de buen gusto– de manejo hasta imprudente de la información.
De una forma u otra el suicidio hace ya buen tiempo que se reconoce como un problema de salud pública, y uno importante, de allí que se haya establecido esta fecha dedicada a la prevención y la concientización al respecto.
El Día Mundial fue establecido en 2003 por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) que en su página indica que “se celebra el 10 de setiembre de cada año, con el objetivo de centrar la atención en el problema, reducir el estigma asociado a él y crear conciencia entre las organizaciones, gobiernos y el público, dando el mensaje singular de que el suicidio puede prevenirse”. Las estimaciones hablan de más de 700.000 suicidios al año en todo el mundo, con consecuencias que afectan a todo el entorno, por lo que a este número hay que multiplicarlo para estimar el impacto, que tiene alcances sociales, emocionales y económicos. Es un hecho también que, tratándose de un tema considerado “tabú” haya un subregistro y que esta cantidad no sea fiel reflejo de la realidad.
Este año se cierra un trienio que se enmarcó en el lema “Crear esperanza a través de la acción”, como una “poderosa llamada a la acción y como recordatorio de que hay una alternativa al suicidio y de que a través de nuestras acciones podemos alentar la esperanza y fortalecer la prevención”, plantea la OMS. “Podemos decir a las personas con pensamientos suicidas que hay esperanza y que nos preocupamos por ellos y queremos apoyarlos. El lema también indica que nuestras acciones, sin importar su escala, pueden brindar esperanza a aquellos que lo están pasando mal. Y sirve como recordatorio de que la prevención del suicidio es una prioridad de salud pública y que se requieren medidas urgentes para reducir las tasas de mortalidad por esta causa”.
Se suele, en estas fechas, enfatizar en datos estadísticos que dimensionan el problema y lo particularizan por franjas etarias y segmentos socioeconómicos, pero la realidad es que nadie está libre, puede ocurrir en cualquier sector de la sociedad y a cualquier edad.
La prevención es posible, según la OMS, “mediante intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y, a menudo, de bajo costo. Para que las iniciativas preventivas de los países sean eficaces, deben aplicar una estrategia multisectorial e integral”.
Se ha establecido que existe un vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales, como depresión, y consumos problemáticos, como el de alcohol, pero hay muchos casos de personas que atraviesan situaciones de crisis “en las que su capacidad para afrontar las tensiones de la vida, como los problemas económicos, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicos, está mermada”. Es decir, situaciones que pueden ser hasta coyunturales, en los que el obstáculo se ve como insalvable, pero que pudiera superarse de contar con la ayuda, con el apoyo necesario.
También se ha demostrado, agrega, que vivir conflictos, catástrofes, actos violentos, abusos, pérdida de seres queridos y sensación de aislamiento puede provocar conductas suicidas y las tasas de suicidio también son altas entre grupos vulnerables y discriminados, “como los refugiados y migrantes; los pueblos indígenas; las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales; y los reclusos”. Se señala como un dato relevante que el principal factor de riesgo es, con diferencia, un intento previo de suicidio.
La guía que ha elaborado la OMS para la prevención del suicidio, denominada Live Life (Vive la vida) plantea algunas medidas a adoptar, intervenciones que se han mostrado efectivas, de acuerdo a la evidencia, como “restringir el acceso a los medios utilizados para suicidarse (por ejemplo, los plaguicidas, las armas de fuego y ciertos medicamentos); educar a los medios de comunicación para que informen con responsabilidad sobre el suicidio; desarrollar en los adolescentes aptitudes socioemocionales para la vida; detectar a tiempo, evaluar y tratar a las personas que muestren conductas suicidas y hacerles un seguimiento”. Por supuesto que no alcanza solo con esto, y estas medidas se deben acompañar de “intervenciones básicas como un análisis de la situación, la colaboración multisectorial, la sensibilización, la creación de capacidad, la financiación, la vigilancia, y el seguimiento y la evaluación”. Cada caso es un mundo.
Nuestro país, lo hemos comentado anteriormente, tiene cifras muy llamativas sobre este problema, que lo ubican entre los de más altas tasas tanto en el contexto regional como a nivel mundial, y si bien es posible que ese subregistro ya aludido pueda incidir en este posicionamiento (que Uruguay sea muchísimo más efectivo o transparente que otros países al momento de registrar la causa de una muerte), no es excusa para desatender responsabilidades. De allí que sea una buena noticia el anuncio de que en la rendición de cuentas que está estudiando el Parlamento se hayan previsto recursos para llevar adelante acciones relacionadas con el cuidado de la salud mental, como el incremento de los espacios de internación, nuevos centros 24 horas, tique gratis para acceder a antidepresivos y el pago de las dos terceras partes del copago para financiar tratamientos por intentos de autoeliminación, entre otras medidas que en su conjunto suponen una inversión del orden de los 20.000.000 de dólares, que esperemos pueda servir para atender por ejemplo la falta de profesionales al norte del río Negro.
Así y todo, no será el monto de la inversión lo que garantice que empecemos a revertir una realidad tan preocupante, sino el compromiso de todos para apoyar, acompañar, dar una mano y prestar un oído.