Una cuestión de peso en la infancia

La Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP) alerta desde hace años que el sobrepeso en la niñez y la adolescencia es una enfermedad epidémica. Es, además, un problema sanitario en la mayoría de los países y en la última década registró un incremento explosivo.

Esta especialidad médica confirma las diversas implicancias en la vida, vinculado a aspectos biológicos, pero también sicológicos y culturales. El informe colgado en su página web de 2021 ya explicaba que los últimos datos del país arrojaban una evidencia relevante: el 12,3% de los preescolares, el 40% de los escolares y el 60% de los adultos padecen sobrepeso u obesidad.

El informe técnico recomienda una buena alimentación, limitar alimentos ultarprocesados, respetar los tiempos para cada comida, la actividad física y limitar las tareas sedentarias como mirar televisión o juegos a través de las nuevas tecnologías. Sin embargo, apunta al principal agente promotor de buenos hábitos. La familia es el ámbito donde se previene o favorece la obesidad. Incluso, desde los mitos que indican que “el niño gordito es un niño sano”, dice la SUP.

En tanto, un informe divulgado la semana pasada por Unicef plantea un panorama “alarmante” de sobrepeso y obesidad en el continente. Uruguay registra un incremento sostenido en los últimos diez años, el 11,5% de los menores de cinco años tiene sobrepeso.

La pandemia de COVID-19 influyó, pero las estadísticas no pararon de crecer en un década. En 2020 era el 10,8% y en 2021 había subido al 11,1% de esa población. Esto significa que los números de Uruguay están por encima del promedio de otros países y duplica el porcentaje mundial que se encuentra en 5,6%.
Unicef destacó el etiquetado frontal de alimentos y la propuesta uruguaya para la prohibición de la venta de alimentos y bebidas que presenten exceso de azúcar, grasas saturadas o sodio en las cantinas escolares y liceales.

Sin embargo, las medidas mencionadas anteriormente han tenido una visión dispar por parte de la comunidad.

Porque el etiquetado, aunque visible, pasa desapercibido para una población consumidora y las cantinas instaladas dentro de los centros educativos deben acatar una normativa a la que no están obligados los kioscos que se encuentran en el mismo barrio, o a pocos metros de las escuelas y liceos. Incluso, la publicidad avanza en los dispositivos y redes sociales que se manejan cada vez a menor edad. Además de la televisión, que seguramente utiliza otra franja de población.

Pero lo preocupante es que los menores de 5 años se encuentren dentro de estas estadísticas. Porque son niños pequeños que dependen casi exclusivamente de lo que comen en casa. Es un nivel de alerta mayor, porque los expertos en nutrición aseguran una y otra vez que la obesidad infantil se mantiene hasta la edad adulta y conlleva una serie de enfermedades crónicas asociadas que, también, incrementan los guarismos.

En Uruguay, se estima que hay unos 3.000 niños con diabetes y de cada cien personas con esta patología, una tiene menos de 15 años. La hipertensión arterial afecta a casi el 40% de los adultos y al 15% de los niños entre 10 y 13 años. Si bien no es posible asociar cada caso al sobrepeso y la obesidad porque hay una serie de multicausalidades que deberán tenerse en cuenta, es un ejercicio necesario para saber de qué hablamos.

El informe de Unicef refiere a los “numerosos” desafíos que enfrentan las familias de niños y adolescentes para acceder a una alimentación saludable, tales como el alto costo así como la “excesiva publicidad” de productos no saludables. Sin embargo, en las familias con mayores vulnerabilidades se ha normalizado el consumo de alimentos industrializados. Es decir, el problema no se encuentra específicamente en los quintiles de mejores ingresos sino que es una problemática transversal en la sociedad.

El Ministerio de Desarrollo Social lleva adelante la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud (Endis) que presentará sus nuevos resultados en octubre. Pero los datos disponibles que corresponden a 2018, señalaban que el 12,3% de los niños menores de 5 años tenían sobrepeso u obesidad.

Es decir, al menos en Uruguay, esta epidemia comienza en la infancia y se extiende en la vida adulta.
Y a esto deberá agregarse que la desnutrición crónica alcanza al 7%, según la Endis que el Mides elabora junto al Instituto Nacional de Estadística.
Por lo tanto, el documento presentado por Unicef no sorprende sino que reafirma que hay conductas no saludables normalizadas en las familias y otras condicionantes socioeconómicas. Entonces, las políticas deberán orientarse a amplios sectores de la población.

Las sociedades modernas han cambiado sus hábitos y la comida casera dejó de ser algo cotidiano en la mesa familiar. Los alimentos que anteriormente se consumían en forma excepcional, hoy están integrados a las dietas diarias. Las recomendaciones sobre las formas saludables de alimentarse, así como el acercamiento de los estudiantes al cultivo, no forman parte de una currícula.
También los mayores tienen una tarea por cumplir, ayudar a derribar mitos y seguir la recomendación de la SUP de evitar asociar que un “niño gordito es un niño sanito”.

No obstante, un niño nunca deberá estar preocupado por la cantidad de calorías que consume diariamente porque esa responsabilidad no recae en sus hombros y seguramente sea el comienzo de un largo periplo de trastornos alimentarios y traumas de la niñez.

Por eso, la educación y concientización son relevantes porque durante la infancia se aprenden modelos a través de la observación e imitación. No será sólo el éxito o el fracaso, sino el desarrollo de su propia autoestima.
Y eso, también, los acompañará por el resto de sus vidas.