¿Y la industria creativa, qué?

Hace dos años, el 4 de setiembre de 2021, se llevó a cabo en el Espacio Cultural Gobbi el acto de cierre del proyecto “Ciudades Creativas: fomento de la industria creativa en Paysandú y la región”, un evento del que participaron varias autoridades del actual gobierno departamental, así como el directorio de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), que también formó parte de ese proyecto, cuyo objetivo fue “promover el desarrollo y la competitividad de las industrias creativas en el Departamento de Paysandú y en la región, reduciendo la brecha entre las industrias creativas, la industria tradicional, los consumidores y la comunidad”. Ese proyecto permitió, por ejemplo, el reciclaje del viejo cine Astor, que dio lugar a lo que hoy conocemos como Espacio Cultural Gobbi.
No es la primera vez que pasa que luego de agotarse los recursos estipulados para un proyecto se desactiven todos los impulsos que lo estaban llevando adelante y simplemente desaparezca, a veces dejando algo de infraestructura instalada, pero sin que haya quien sostenga el empuje que lo hacía moverse y movilizar a las personas de la comunidad. De allí que sea importante el recordatorio, a dos años de terminado. Antes de la pandemia hubo varias acciones, la mayoría enmarcada en ese mismo proceso de promover una inserción en la industria creativa y el componente audiovisual fue al que se le dio un mayor empuje, con una serie de seminarios y talleres pero además con un programa de formación, que contó en su momento con el apoyo de Inefop y que llegó a capacitar a muchos profesionales en la parte técnica, como para que pudieran insertarse. Fue además un buen complemento para propuestas educativas que ya se llevaban adelante en Paysandú, como el bachillerato audiovisual que ofrece la Escuela Técnica, por lo que se redondeó un combo sumamente interesante como para que en el departamento se generase un ámbito en el que pudiesen desembarcar. Y no era nada disparatado pensar que llegasen al departamento producciones que hoy desembarcan en la capital del país. “Uruguay es un set a cielo abierto para productoras internacionales”, tituló recientemente, el pasado 8 de agosto, El País de Madrid un informe sobre el trabajo que llevan a cabo sellos como “Netflix, Amazon o HBO”, que empezaron a llegar más masivamente a partir de 2020, cuando el país llegó a ser en determinado momento el único en el que se podía rodar, mientras que por el encierro obligado crecía y crecía la demanda por nuevos productos audiovisuales.
El asunto es que desde ese entonces hasta hoy la tendencia se ha profundizado y los números de las producciones audiovisuales siguen en alza. “La economía creativa constituye una de las áreas productivas con mayores tasas de crecimiento en la última década: representa el 3% del PBI mundial, emplea a más de 30 millones de personas y genera un estimado de U$S 2,25 billones a nivel mundial”, publicó un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo sobre las inversiones de la institución en el impulso a la economía creativa de la región. “Estas tendencias también se dan en América Latina y el Caribe (ALC), donde las industrias culturales y creativas generan ingresos de U$S 124.000 millones, 2,2% del PBI regional y 1,9 millones de puestos de trabajo”, agrega.
En el mismo informe el BID plantea un escenario posible sobre las oportunidades para los trabajadores creativos independientes –característicos del mercado de las ICC (Industrias creativas y culturales), con hasta un 24% de informalidad y 18% de intermitencia– en el que destaca la limitante del financiamiento. “A pesar de que el sector audiovisual en América Latina duplicará su base de usuarios de streaming entre 2020 y 2024, con un crecimiento de 106 millones de clientes en los próximos cinco años (que corresponde a un incremento del 152% comparado con el 2019) y que en el 2019 creó más de 1,6 millones de empleos directos e indirectos en ALC (América Latina y el Caribe), se sigue enfrentando al reto de acceso financiero, lo que obstaculiza el desarrollo de producciones locales o internacionales, incluso cuando tienen contratos para producir para plataformas internacionales”. Es por ello que se trabaja en el desarrollo de productos financieros dirigidos específicamente a este sector, con participación pública y privada combinada para apalancar inversiones privadas. “En general, nuevos productos financieros que comprendan que la economía basada en intangibles es una gran oportunidad para reactivar nuestras economías, diversificar la matriz productiva de la región y acelerar la creación de empleos”, expresa el informe.
Se estima en el mismo informe que el mercado de contenidos digitales “va a crecer en U$S 694.880 millones entre 2023 y 2027, con una tasa anual del 13,78% durante dicho período”. Aunque observa que el futuro de las exportaciones de productos y servicios de las industrias culturales y creativas “depende en gran medida de la capacidad de sus actores para modernizar e integrar la tecnología en sus procesos y modelos de negocio, y de la implementación de políticas públicas que promuevan la innovación y el desarrollo de estos sectores”. También menciona que debe ser una preocupación el combate “al tráfico ilícito de sus creaciones, velando por el patrimonio cultural y la propiedad intelectual”.
Nuestro país tiene sus propios instrumentos para apoyar el desarrollo de producciones nacionales y cuenta además con técnicos y productoras con experiencia en el mercado, a los que es posible contactar para que puedan asistir en un proceso de impulso a la inserción en este rubro. Con los recientes antecedentes que tiene Paysandú y con el potencial que conocemos en materia cultural, en estos momentos donde el trabajo escasea y existiendo una industria que ofrece posibilidades de expansión y de inserción internacional, hacer el intento de ponerle unas fichas es por lo menos justificable.