La idea, más bien una sugerencia, la planteó el experto en seguridad vial Arturo Borges, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial, al ser consultado acerca de un planteo que realizó el edil Diego Rodríguez, de la Junta de Montevideo, para la obligatoriedad de un curso de primeros auxilios para obtener y renovar la licencia de conducir.
El experto, en la entrevista para el informativo del Canal 10 de la capital del país, aunque destacó lo “loable” de la idea de Borges, planteó que “hay otras prioridades que tendríamos hoy para poner a alguien frente al volante”.
Dijo creer que “todavía eso que se denomina ‘auto’ deberíamos tratar de hacerlo entender cómo se conduce y hay otras prioridades que tendríamos hoy para poner a alguien frente al volante” y afirmó que “invertiría el tiempo en una formación continua obligatoria antes de presentarse a rendir un examen para poner al día a aquellos que ya están conduciendo, cuáles son aquellas leyes que hoy marcan un contexto jurídico, donde hay una responsabilidad objetiva muy importante”, agregó.
Sin dejar de reconocer que es interesante el planteo del edil Rodríguez, en realidad una formación como la que propone no es específica para los conductores sino para la población en general y son conocimientos básicos que se incorporan en una jornada de instrucción y se pueden refrescar.
Desde hace ya algún tiempo se imparten cursos de reanimación, de primeros auxilios y de uso de reanimadores que se realizan de forma sistemática y que sería oportuno que lo hiciera buena parte de la población, porque nadie está libre de sufrir un percance cardíaco en vía pública o de tener que asistir a alguien que lo esté padeciendo.
Este conocimiento debería incorporarse a edades tempranas, incluso. Por ello tal vez no sea lo más adecuado asociarlo a la instrucción necesaria para la obtención de la licencia de conducir, porque los futuros (y según Borges los actuales) conductores necesitan una capacitación más específica.
Ahora, atendiendo el planteo con que retrucó Borges, es bueno hacer saber que en la página web de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), existe un curso online, gratuito y voluntario, a disposición de aquellos quienes quieran realizarlo. Antes que nada, expresa Unasev que “Este programa busca desde la Educación Vial, poner a disposición de la ciudadanía un camino hacia buena información en materia de Seguridad Vial que permita rápidamente prepararla para comprender qué podemos hacer ahora mismo no tomando riesgos innecesarios y actuar para prevenir las consecuencias de un riesgo no controlado en el sistema vial: un siniestro de tránsito”. El curso, una vez finalizado, permite “armar con cada módulo de manera ordenada, una publicación de consulta que servirá seguramente en más de una ocasión, para quien ha cursado, así como para su círculo cercano, familia, trabajo, comunidad, etcétera”.
Y al finalizarlo se entrega un certificado digital que acredita la finalización del curso. Sus objetivos, argumenta el organismo, son: aportar con una guía de conocimientos, información y recomendaciones; propiciar el intercambio entre ciudadanos, vecinos, amigos, familiares e hijos; reflexionar sobre la importancia de las buenas prácticas en el sistema de tránsito y difundir información “organizada, útil y amigable”.
Se dirige a personas alfabetizadas y no tiene límite de edad. Los contenidos de la instrucción abarcan los diferentes aspectos a considerar en el manejo y analiza el comportamiento de los diferentes usuarios de la vía pública. Los módulos son: Los siniestros de tránsito; Riesgos en el tránsito; Los peatones; En dos ruedas; Las bicicletas; Las motos; Factores y entornos en el tránsito; El lenguaje de la vía; Seguridad activa y pasiva; Consumo de drogas y seguridad vial; Leyes físicas y sus efectos, y cierra con una evaluación general.
Considerando que la gran mayoría de los siniestros en el tránsito son evitables, que los conductores reciban una formación de este tipo es al menos deseable. Pero, es necesario hacerlo obligatorio para todos los conductores de vehículos. Y qué pasa con los demás actores de la vía pública que también pueden participar u ocasionar un siniestro.
Hoy este curso es voluntario, pero a la vez es casi desconocido por falta de difusión, tal vez si se conociese habría más interesados en realizarlo.
Pero, ¿sería ello suficiente? Seguramente lo que ocurriría sería que accedan a él los conductores más responsables, prudentes y preocupados, tal vez los que menos expuestos están a provocar un incidente en el tránsito.
Desde este punto de vista la obligatoriedad es un aspecto a considerar.
Una forma de hacerlo podría ser una campaña de alto impacto, en la que el pasaje por este curso sea obligatorio por una única vez y proponerse la meta de llegar a todos los conductores a lo largo de un año. Sería una forma de refrescar conocimientos y de volver a activar algunos reflejos que se van perdiendo a lo largo del tiempo para resolver situaciones que deben hacerse en fracciones de segundos.
Sin embargo, la incorporación de los códigos bajo los cuales moverse en la vía pública debería realizarse a edades más tempranas.
Y es cierto que ya desde educación inicial se va instruyendo a los niños sobre las señales de tránsito y los espacios por donde desplazarse; no obstante, una cosa diferente es después salir a la calle a bordo de una bicicleta, o una moto, vehículo que suele ponerse en manos de los adolescentes como una especie de tradición.
Hacer obligatorio un curso de este tipo a esa altura de la vida puede ser un aporte interesante, quizás buscándole un enfoque diferente, haciendo que no se trate de un mero trámite, como se argumentó en Argentina para “Mi primera licencia”, una nueva experiencia que están poniendo en marcha entre quienes obtienen la “libreta” por primera vez y deben pasar por un curso “gratuito, autogestionado y ágil, y que busca que los jóvenes cuenten con los conocimientos teóricos necesarios”.
En aras de incorporar cosas, también sería bueno que la formación, y especialmente la evaluación de los futuros conductores, incluyese nociones básicas de mantenimiento del vehículo y de solución de problemas —por ejemplo el reemplazo de una rueda por la auxiliar—, aspectos muy relevantes, que inciden en la seguridad vial, y que hoy son omitidos por las academias de choferes. → Leer más