La “V” de la victoria, asomando la mano de las arenas movedizas

El escenario que se está viviendo actualmente en Argentina con la escasez de combustibles no debería ser una noticia que llame la atención si la enmarcamos en el delirio de la economía del vecino país, donde se ha pretendido establecer un proteccionismo y voluntarismo de vivir dentro de una burbuja mantenida artificialmente y a un costo que condiciona incluso la viabilidad de la nación hermana.

En estos días, siguen las colas en todo el país con complicaciones por el transporte y la siembra de soja y maíz en las provincias claves para la producción agrícola, lo que es una bomba en la línea de flotación del esquema productivo argentino, y particularmente en medio de la aguda crisis que se vive.

Las largas filas frente a los surtidores de nafta de todo el país, la falta de gasoil en el interior que puede llegar a complicar no solo el transporte sino la siembra de los cultivos de verano como la soja y el maíz, son otra muestra de la realidad argentina.

Hay causas más profundas para que se de esta situación, pero sin dudas el elemento recientemente agregado, según las petroleras, se origina en el atraso de los precios locales con los internacionales, que se sitúa en un 40%, y la falta de dólares en las reservas, que complica las importaciones.
Esa falta de dólares esta vez tuvo como víctima a la estatal YPF, que al ser la que lidera con más del 55% del mercado contagió su escasez al resto de las compañías que se vieron ante una demanda inusual.

Así, YPF no pudo pagar cuatro barcos de combustibles que se quedaron esperando en el Río de la Plata a que se les abonara en dólares para descargar. También ordenó paradas técnicas a dos de sus refinadoras, complicando el cuadro. Economía les extendió finalmente los dólares y se desató una interna con la línea técnica de la compañía, según da cuenta el matutino Clarín.

Pero el rezago en los precios de venta de los combustibles no es de ayer, ni del año pasado ni de cinco, sino que forma parte del esquema delirante de la economía argentina, que sigue a contramano del mundo, sobreviviendo a base de eternos subsidios, con 15 o veinte tipos de cambio, de los dólares Turismo, Quatar, Soja, etcétera, para agregar más corrupción y confusión en el país donde la inflación ya supera la de Venezuela, con no menos de un 140 por ciento.

En medio de esta situación y con el balotaje presidencial ya a la vuelta de la esquina, el candidato kirchnerista Sergio Massa lanzó una dura advertencia y amenazó a las petroleras. Dijo que el abastecimiento de combustibles en las estaciones de servicios debe estar normalizado para la medianoche del martes o frenará exportaciones.

“Lo primero que quiero decir es que el sector petrolero argentino está batiendo los récords de producción. Estamos en el récord histórico de producción de petróleo. Lo segundo que les quiero contar es que en algún momento hubo algunos que especularon con que, según el resultado electoral, iba a haber una devaluación, y entonces, por ahí, guardaron”.

Reconociendo implícitamente que el tema es un problema de precios cuando el crudo se acerca a los U$S 90 por barril a raíz del conflicto en Medio Oriente y en Argentina se reconoce U$S 56, Massa subrayó que “hubo algunos otros que especularon con que vencía el acuerdo de congelamiento, venía un aumento del 20%, del 40%, y entonces guardaron”. Algo que parece bastante absurdo, porque ¿cuánta capacidad de acopio puede tener Argentina? No suena creíble que puedan “acopiar” meses de producción.

A su juicio, “el sector petrolero argentino es uno de los que tiene mayor crecimiento de mercado global. Tienen tipo de cambio diferencial para liquidar; tienen reducción de impuestos para tener congelados los precios; tienen reducción de impuestos para importar; y claramente, además, hacen valer su potencia económica. Para que quede claro: si el martes a las 12 de la noche no está resuelto el abastecimiento de combustibles, desde el miércoles no van a poder sacar un barco de exportación porque primero el petróleo de los argentinos es de los argentinos”, sostuvo Massa, al reconocer parte del esquema de subsidios para el sector.

Pura demagogia, y que por cierto nada tiene de novedoso en un gobierno kirchenerista que viene echándole la culpa de sus fracasos a “los empresarios” y “malos argentinos” desde hace más de 20 años, alimentando de esa forma el odio y la “grieta” mientras entierra al país cada vez más.
Massa además mandó un tiro por elevación para llevar agua hacia su molino de cara al balotaje y señaló que “en un país donde el otro candidato niega el cambio climático y dice que el Estado no tiene que intervenir en los precios, los argentinos deben saber que el precio del litro de nafta sería de 680 pesos si no hubiera regulaciones”.

“Para que quede claro, la discusión es si el 19 de noviembre cada argentino paga o no 680 pesos el litro de nafta (todavía más o menos la mitad que en Uruguay) o paga el valor de hoy, que se entienda”, en línea con lo que mostró en el último tramo de la campaña para la primera vuelta de las elecciones generales, cuando se encargó de exponer cuánto podría costar el boleto de colectivo o de tren si gana Milei y elimina los subsidios.

Por lo tanto, más de lo mismo: nada de sinceramiento de la economía, más subsidios para que todo siga como está, para seguir anestesiando al electorado con medidas edulcoradas y lejos del ajuste imprescindible para terminar con esta fantasía y festival de la sinrazón, de la autocomplacencia y de hacer la “V” de la victoria mientras el país se hunde en las arenas movedizas.